/ viernes 22 de marzo de 2019

25 años después no hay culpable; solo filtraciones del asesinato de Colosio

Ninguno de los encargados de la seguridad del candidato del PRI Luis Donaldo Colosio quiso reconocer la responsabilidad que les correspondía y menos haber fallado, puesto que su encomienda era preservar la vida de Colosio. La política durante la campaña, fue supervisada por Colosio, quien nombró como directamente responsables a los delegados estatales, municipales y secciónales del PRI. Por eso no se justifica que los hombres de la seguridad evadieran la culpabilidad que por descuido, negligencia o complicidad, los señalaban.

La principal responsabilidad de la seguridad de Luis Donaldo Colosio Murrieta recayó en el general Domiro García Reyes, quien después del crimen decide “romper el silencio” saliendo a los medios para contar paso a paso lo que ocurrió el 23 de marzo de 1994. Y el general Domiro afirmó que su equipo de seguridad falló en sus “capacidades físicas” y que fue rebasado sin poder evitar que el asesino se acercara para dispararle al candidato. García Reyes rechazó todo señalamiento o imputación, asegurando haber aplicado las estrategias de seguridad que él consideró adecuadas, aunque se quejó de ciertas limitaciones y de la intromisión de personas que rebasaron su autoridad.

Domiro argumentó que entregaba reportes de la campaña al presidente Carlos Salinas de Gortari, al poderoso y súper asesor José Cordoba Montoya, al general Cardona y al secretario de la Defensa Nacional, general Antonio Riviello Bazán. El Estado Mayor Presidencial tenía amplia autoridad sobre el personal militar comisionado a la campaña y por consiguiente conocía detalles y pormenores sucedidos de momento a momento.

La Procuraduría General de la República, nombró al fiscal especial Pablo Chapa Bezanilla, quien descubrió que Otón Cortez era “el segundo tirador” que disparó en el abdomen al candidato. El general Domiro se quejó de la presión de la Fiscalía Especial porque lo hizo acudir a declarar hasta en siete ocaciones, de las cuales dos fueron en Almoloya y en todas esas comparecencias la fiscalía presionó a Domiro, para relacionarlo con Otón Cortés, Tranquilino Hernández y el propio Mario Aburto.

Hoy a 25 años del crimen de Colosio, los sobrevivientes involucrados, siguen negando su participación, aunque el pueblo (desde el día de los hechos) descubrió al autor intelectual.

Ninguno de los encargados de la seguridad del candidato del PRI Luis Donaldo Colosio quiso reconocer la responsabilidad que les correspondía y menos haber fallado, puesto que su encomienda era preservar la vida de Colosio. La política durante la campaña, fue supervisada por Colosio, quien nombró como directamente responsables a los delegados estatales, municipales y secciónales del PRI. Por eso no se justifica que los hombres de la seguridad evadieran la culpabilidad que por descuido, negligencia o complicidad, los señalaban.

La principal responsabilidad de la seguridad de Luis Donaldo Colosio Murrieta recayó en el general Domiro García Reyes, quien después del crimen decide “romper el silencio” saliendo a los medios para contar paso a paso lo que ocurrió el 23 de marzo de 1994. Y el general Domiro afirmó que su equipo de seguridad falló en sus “capacidades físicas” y que fue rebasado sin poder evitar que el asesino se acercara para dispararle al candidato. García Reyes rechazó todo señalamiento o imputación, asegurando haber aplicado las estrategias de seguridad que él consideró adecuadas, aunque se quejó de ciertas limitaciones y de la intromisión de personas que rebasaron su autoridad.

Domiro argumentó que entregaba reportes de la campaña al presidente Carlos Salinas de Gortari, al poderoso y súper asesor José Cordoba Montoya, al general Cardona y al secretario de la Defensa Nacional, general Antonio Riviello Bazán. El Estado Mayor Presidencial tenía amplia autoridad sobre el personal militar comisionado a la campaña y por consiguiente conocía detalles y pormenores sucedidos de momento a momento.

La Procuraduría General de la República, nombró al fiscal especial Pablo Chapa Bezanilla, quien descubrió que Otón Cortez era “el segundo tirador” que disparó en el abdomen al candidato. El general Domiro se quejó de la presión de la Fiscalía Especial porque lo hizo acudir a declarar hasta en siete ocaciones, de las cuales dos fueron en Almoloya y en todas esas comparecencias la fiscalía presionó a Domiro, para relacionarlo con Otón Cortés, Tranquilino Hernández y el propio Mario Aburto.

Hoy a 25 años del crimen de Colosio, los sobrevivientes involucrados, siguen negando su participación, aunque el pueblo (desde el día de los hechos) descubrió al autor intelectual.