/ sábado 8 de junio de 2019

7 de junio: sabes a qué hora sales, pero no si regresarás con vida

Como aún es tradición, ayer fue celebrado el Día de la Libertad de Expresión, conocido también como Día del Periodista. Muchos actos fueron realizados a pesar de que la fecha formal ha cambiado.

Pero hay algo más que ha cambiado en las ceremonias de entrega de reconocimientos y es, precisamente, que ya no se festeja.

Difícilmente encontraremos un acto en el que los compañeros reporteros hagan la fiesta como antaño, cuando muchos se olvidaban incluso de trabajar porque se trataba de un día para festejar.

Independientemente de los galardonados, el grupo de reporteros de radio, televisión y de la prensa escrita se congregaba cada 7 de junio para hablar de lo complicado del trabajo porque enfrentaban el grave problema de la censura y del uso de técnicas tradicionales.

La preocupación estaba centrada en reclamar a los dueños de los medios de comunicación el cumplimiento en el pago de los salarios y de las prestaciones de ley, además, claro, de la necesidad de que cada periodista se actualizara en nuevas técnicas reporteriles y de redacción.

Además de la fiesta se hablaba de las agresiones que sufrían algunos colegas, como le ocurrió a más de uno cuando sus domicilios eran robados o recibían impactos de bala. Era el escándalo e inmediatamente reaccionaba el gobierno atendiendo a la víctima.

Hoy tristemente el panorama ha cambiado no sólo por las nuevas tecnologías, sino porque el medio reporteril está expuesto de tal manera que es tan vulnerable al grado de que compañeras y compañeros del medio periodístico son asesinados y secuestrados con extraordinaria facilidad.

Se ha hecho común la expresión de que sabes a qué hora sales de tu casa, pero no tienes la certeza de que vayas a regresar con vida, vaya, ni siquiera sabes si vas a volver.

Esa incertidumbre generada por la violencia y la inseguridad es lo que ha convertido el Día de la Libertad de Prensa en un espacio para reclamar al gobierno las garantías que debe dar a los periodistas para que puedan desarrollar su trabajo.

Del festejo a la incertidumbre y la preocupación por la seguridad personal

Es tal el cambio que hoy se recuerda que hubo un tiempo en que existió el periodismo romántico que se hacía hablando de los hechos como si se tratara de una novela de la vida real. Eso y más se comenta en tiempo pasado.

Es cierto, tenemos a la mano los grandes avances tecnológicos que permiten narrar una historia desde cualquier parte del planeta y hacerla llegar a los lectores y espectadores prácticamente al momento en que están ocurriendo los hechos.

Hay quienes dicen incluso que cualquier persona con un teléfono celular a su disposición puede convertirse en reportero al tomar una fotografía o un video con un breve texto y subirlo a las redes sociales.

Pero nada ni nadie garantiza la vida de un periodista y ningún gobierno asegura que el reportero puede realizar su trabajo sin ser agredido. Lo vemos en el norte, en el centro y en el sur, donde compañeros de los medios de comunicación han sido levantados, secuestrados y asesinados.

Como decía líneas arriba, hemos pasado del festejo a la incertidumbre y a la preocupación por la seguridad personal y de la familia, que también es vulnerable a todo tipo de agresiones.

Así, la preocupante y lamentable realidad.


Opine, comente e informe a los correos electrónicos srdonrene@gmail.com y rvalle@diariodexalapa.com.mx. Y en twitter @renedelvalleb. También puede leernos en la web site www.diariodexalapa.com.mx.

Como aún es tradición, ayer fue celebrado el Día de la Libertad de Expresión, conocido también como Día del Periodista. Muchos actos fueron realizados a pesar de que la fecha formal ha cambiado.

Pero hay algo más que ha cambiado en las ceremonias de entrega de reconocimientos y es, precisamente, que ya no se festeja.

Difícilmente encontraremos un acto en el que los compañeros reporteros hagan la fiesta como antaño, cuando muchos se olvidaban incluso de trabajar porque se trataba de un día para festejar.

Independientemente de los galardonados, el grupo de reporteros de radio, televisión y de la prensa escrita se congregaba cada 7 de junio para hablar de lo complicado del trabajo porque enfrentaban el grave problema de la censura y del uso de técnicas tradicionales.

La preocupación estaba centrada en reclamar a los dueños de los medios de comunicación el cumplimiento en el pago de los salarios y de las prestaciones de ley, además, claro, de la necesidad de que cada periodista se actualizara en nuevas técnicas reporteriles y de redacción.

Además de la fiesta se hablaba de las agresiones que sufrían algunos colegas, como le ocurrió a más de uno cuando sus domicilios eran robados o recibían impactos de bala. Era el escándalo e inmediatamente reaccionaba el gobierno atendiendo a la víctima.

Hoy tristemente el panorama ha cambiado no sólo por las nuevas tecnologías, sino porque el medio reporteril está expuesto de tal manera que es tan vulnerable al grado de que compañeras y compañeros del medio periodístico son asesinados y secuestrados con extraordinaria facilidad.

Se ha hecho común la expresión de que sabes a qué hora sales de tu casa, pero no tienes la certeza de que vayas a regresar con vida, vaya, ni siquiera sabes si vas a volver.

Esa incertidumbre generada por la violencia y la inseguridad es lo que ha convertido el Día de la Libertad de Prensa en un espacio para reclamar al gobierno las garantías que debe dar a los periodistas para que puedan desarrollar su trabajo.

Del festejo a la incertidumbre y la preocupación por la seguridad personal

Es tal el cambio que hoy se recuerda que hubo un tiempo en que existió el periodismo romántico que se hacía hablando de los hechos como si se tratara de una novela de la vida real. Eso y más se comenta en tiempo pasado.

Es cierto, tenemos a la mano los grandes avances tecnológicos que permiten narrar una historia desde cualquier parte del planeta y hacerla llegar a los lectores y espectadores prácticamente al momento en que están ocurriendo los hechos.

Hay quienes dicen incluso que cualquier persona con un teléfono celular a su disposición puede convertirse en reportero al tomar una fotografía o un video con un breve texto y subirlo a las redes sociales.

Pero nada ni nadie garantiza la vida de un periodista y ningún gobierno asegura que el reportero puede realizar su trabajo sin ser agredido. Lo vemos en el norte, en el centro y en el sur, donde compañeros de los medios de comunicación han sido levantados, secuestrados y asesinados.

Como decía líneas arriba, hemos pasado del festejo a la incertidumbre y a la preocupación por la seguridad personal y de la familia, que también es vulnerable a todo tipo de agresiones.

Así, la preocupante y lamentable realidad.


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