/ jueves 2 de diciembre de 2021

A . la mitad del camino

Ha significado para todos los mexicanos un hecho siempre esperado el informe presidencial, muy en especial el tercer informe y el penúltimo de todo sexenio.

Si bien no pretendo echar loas por todos lados, sí es de llamar la atención el hecho de que al primer gobierno de izquierda en el país le ha tocado junto con todos nosotros, enfrentarnos a tiempos demasiado turbulentos. El flagelo mundial que ha azotado a las grandes potencias mundiales ha revertido el liderazgo económico global, colocando a la China de Mao Tse Tung en la cúspide de ser la fábrica del mundo occidental, pero también de los países considerados satélites, entre ellos México, y en el cual ahora ni chinos ni yanquis nos observan en calidad de un simple cometa en segundo plano; ahora somos un país codiciado.

La gestión del señor presidente Andrés Manuel López Obrador tiene y tendrá una enorme repercusión en la historia nacional y mundial de nuestro desarrollo común, en el destino de un país a veces contrariado, diverso, polivalente, plural, impredecible, contrastante, pero siempre con un espíritu interno de que no nos toquen el orgullo nacional, ni que nadie desprecie el esfuerzo patrio de ningún ciudadano mexicano, sea hombre o mujer.

Somos el reflejo de nuestros liderazgos, hemos crecido en prestigio ante el mundo, se nos ve con mayor respeto en la arena internacional, se cree en México, y el presidente Obrador ha forjado otra imagen del país, que para bien y mal, o para más allá del bien y el mal se ve de manifiesto, tanto a favor de un nuevo proyecto de nación como también en la libertad de expresión de sus más acérrimos detractores. Ello no significa que sea un gobierno perfecto, pero sí el necesario dentro de estos tiempos llenos de vendavales y tolvaneras del abuso y la intolerancia de aquellos que hayan lucrado con el poder, con los ecocidios, la sobreexplotación de los hábitats boscosos, marinos, selváticos, de extracción minera u otros ámbitos de generación de capitales.

Es tiempo de restañar y seguir siendo plurales, no de condenar, sí de sumar y multiplicar; que no se divida al país, que no se reste al esfuerzo nacional consolidado.

Un ejemplo básico se nota en el Estado de México, donde se ubica un potencial altísimo del poderío económico, industrial, cultural, agroindustrial, y de una trascendencia que no se ha detenido ni deteriorado en la relación gubernamental entre el gobernador Alfredo del Mazo y el señor presidente AMLO, lo que habla muy bien del decir, hacer, pensar y realizar sin obstrucciones en barreras de metáforas ideológicas.

Las dirigencias nacionales de los partidos políticos de mayor calado se ven en la necesidad actuante de tratarse con amplia diplomacia y singular coordinación entre las diversas instancias del sistema político nacional. A nivel individual los actores políticos deben rendir cuentas, al margen de ser protegidos por los institutos que los cobijen, la impunidad, la discrecionalidad, los liderazgos iluminados o anquilosados en diversas zonas y/o casos, lugares, sindicatos u otros, deberán muy probablemente en poco tiempo democratizar sus acuerdos internos.

El Poder Ejecutivo federal ha sabido decodificar la nomenclatura política del país y el extranjero, por ello también ha sido muy criticado por ciertos criterios sesgados. Los programas federales continuarán y se fortalecerán en todos los ámbitos y niveles. Que sea por México y por el futuro inmediato.

Ha significado para todos los mexicanos un hecho siempre esperado el informe presidencial, muy en especial el tercer informe y el penúltimo de todo sexenio.

Si bien no pretendo echar loas por todos lados, sí es de llamar la atención el hecho de que al primer gobierno de izquierda en el país le ha tocado junto con todos nosotros, enfrentarnos a tiempos demasiado turbulentos. El flagelo mundial que ha azotado a las grandes potencias mundiales ha revertido el liderazgo económico global, colocando a la China de Mao Tse Tung en la cúspide de ser la fábrica del mundo occidental, pero también de los países considerados satélites, entre ellos México, y en el cual ahora ni chinos ni yanquis nos observan en calidad de un simple cometa en segundo plano; ahora somos un país codiciado.

La gestión del señor presidente Andrés Manuel López Obrador tiene y tendrá una enorme repercusión en la historia nacional y mundial de nuestro desarrollo común, en el destino de un país a veces contrariado, diverso, polivalente, plural, impredecible, contrastante, pero siempre con un espíritu interno de que no nos toquen el orgullo nacional, ni que nadie desprecie el esfuerzo patrio de ningún ciudadano mexicano, sea hombre o mujer.

Somos el reflejo de nuestros liderazgos, hemos crecido en prestigio ante el mundo, se nos ve con mayor respeto en la arena internacional, se cree en México, y el presidente Obrador ha forjado otra imagen del país, que para bien y mal, o para más allá del bien y el mal se ve de manifiesto, tanto a favor de un nuevo proyecto de nación como también en la libertad de expresión de sus más acérrimos detractores. Ello no significa que sea un gobierno perfecto, pero sí el necesario dentro de estos tiempos llenos de vendavales y tolvaneras del abuso y la intolerancia de aquellos que hayan lucrado con el poder, con los ecocidios, la sobreexplotación de los hábitats boscosos, marinos, selváticos, de extracción minera u otros ámbitos de generación de capitales.

Es tiempo de restañar y seguir siendo plurales, no de condenar, sí de sumar y multiplicar; que no se divida al país, que no se reste al esfuerzo nacional consolidado.

Un ejemplo básico se nota en el Estado de México, donde se ubica un potencial altísimo del poderío económico, industrial, cultural, agroindustrial, y de una trascendencia que no se ha detenido ni deteriorado en la relación gubernamental entre el gobernador Alfredo del Mazo y el señor presidente AMLO, lo que habla muy bien del decir, hacer, pensar y realizar sin obstrucciones en barreras de metáforas ideológicas.

Las dirigencias nacionales de los partidos políticos de mayor calado se ven en la necesidad actuante de tratarse con amplia diplomacia y singular coordinación entre las diversas instancias del sistema político nacional. A nivel individual los actores políticos deben rendir cuentas, al margen de ser protegidos por los institutos que los cobijen, la impunidad, la discrecionalidad, los liderazgos iluminados o anquilosados en diversas zonas y/o casos, lugares, sindicatos u otros, deberán muy probablemente en poco tiempo democratizar sus acuerdos internos.

El Poder Ejecutivo federal ha sabido decodificar la nomenclatura política del país y el extranjero, por ello también ha sido muy criticado por ciertos criterios sesgados. Los programas federales continuarán y se fortalecerán en todos los ámbitos y niveles. Que sea por México y por el futuro inmediato.