/ jueves 12 de agosto de 2021

Abogados, médicos, educadores

La forma en que las personas confían en un profesional, es un parámetro del desarrollo del prestigio institucional, pero también de las personas que van representando el quehacer profesional.

Licenciados somos todos aquellos egresados de instituciones de nivel superior a bachillerato, y el termino doctor se usa mal aplicado, pero por fuerza de la costumbre es creíble que sea un médico; aunque el doctorado indica a una persona que luego de haber estudiado una maestría, culmina su área de conocimiento con un doctorado.

Los educadores en lo general pueden ser egresados de escuelas Normales, o de la licenciatura en pedagogía, sin embargo el término es mucho más extenso, ya que hay médicos, ingenieros, juristas, biólogos, enfermeras, arquitectos, preparadores atléticos o del deporte de alto rendimiento (y muchos más) considerados como educadores o maestros. Hace poco se desato la polémica en el grupo de "Justicia y democracia", al cual pertenezco, ello por la declaración del señor Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que un abogado con más de 10 años de egresado de la carrera era un simple gánster, dando a entender que el abogado trinquetero era el resultado de una transformación automática, quiero creer que fue un lapsus linguae, ya que él ha sido atropellado por corporativos jurídicos de muy alta escuela, y donde los jurisperitos o jurisconsultos (en ocasiones) reflejan un interés político-patrimonialista que los engarza a proyectos grupales de muy elevado impacto, motivo por el cual se retuerce la ley para crear a modo las condiciones favorables para obtener un resolutivo legal en conjunción al resultado que se desea. Todos provenimos de la aportación de diversos preceptores o formadores, somos un producto inacabado, imperfecto, aproximado a ciertos talentos y habilidades específicas, pero ningún médico, maestro o jurista, habrá de saber el total de la ciencia por la cual aplica sus conocimientos, somos una aproximación a la verdad más sugerente, viable y congruente. Por lo cual desestimo, y tampoco satanizo las declaraciones del ejecutivo federal contra el concepto abogado, ya que hablando rigurosamente cualquiera que intercede por otro en su defensa, se convierte en abogado, pero el abogado del diablo es aquel que de forma misteriosa e incómoda; asume un papel muy negativo en una discusión o, como lo define el diccionario, "es contradictor de las buenas causas".

En tres sectores se radica mucha actividad: judicial y sus variables, educativo y sus subsistemas, de la salud y sus diversas vertientes, siendo los tres enumerados una cadena de eslabones que se van jalando para formar, moderar, tratar los casos en cuestión, moldear el carácter y el propósito de toda la nación a la cual pertenecemos, siendo México la motivación de las fuerzas pensantes y actuantes de la Nación.

Quiero cerrar, creyendo que a todos nos ha pasado el cometer lapsus linguae, sin que por ello trascienda a mayores, pues trato con muchos juristas, algunos doctorados o jurisconsultos, varios de ellos apoyan de muy buena manera el proyecto del señor presidente López Obrador; y tal declaración la tomaron en otro sentido, que como en todo gremio hay quienes sí son muy corruptos, y otros que prefieren su brillo y guardar incólume la reputación profesional.

La forma en que las personas confían en un profesional, es un parámetro del desarrollo del prestigio institucional, pero también de las personas que van representando el quehacer profesional.

Licenciados somos todos aquellos egresados de instituciones de nivel superior a bachillerato, y el termino doctor se usa mal aplicado, pero por fuerza de la costumbre es creíble que sea un médico; aunque el doctorado indica a una persona que luego de haber estudiado una maestría, culmina su área de conocimiento con un doctorado.

Los educadores en lo general pueden ser egresados de escuelas Normales, o de la licenciatura en pedagogía, sin embargo el término es mucho más extenso, ya que hay médicos, ingenieros, juristas, biólogos, enfermeras, arquitectos, preparadores atléticos o del deporte de alto rendimiento (y muchos más) considerados como educadores o maestros. Hace poco se desato la polémica en el grupo de "Justicia y democracia", al cual pertenezco, ello por la declaración del señor Presidente de la República Andrés Manuel López Obrador, en el sentido de que un abogado con más de 10 años de egresado de la carrera era un simple gánster, dando a entender que el abogado trinquetero era el resultado de una transformación automática, quiero creer que fue un lapsus linguae, ya que él ha sido atropellado por corporativos jurídicos de muy alta escuela, y donde los jurisperitos o jurisconsultos (en ocasiones) reflejan un interés político-patrimonialista que los engarza a proyectos grupales de muy elevado impacto, motivo por el cual se retuerce la ley para crear a modo las condiciones favorables para obtener un resolutivo legal en conjunción al resultado que se desea. Todos provenimos de la aportación de diversos preceptores o formadores, somos un producto inacabado, imperfecto, aproximado a ciertos talentos y habilidades específicas, pero ningún médico, maestro o jurista, habrá de saber el total de la ciencia por la cual aplica sus conocimientos, somos una aproximación a la verdad más sugerente, viable y congruente. Por lo cual desestimo, y tampoco satanizo las declaraciones del ejecutivo federal contra el concepto abogado, ya que hablando rigurosamente cualquiera que intercede por otro en su defensa, se convierte en abogado, pero el abogado del diablo es aquel que de forma misteriosa e incómoda; asume un papel muy negativo en una discusión o, como lo define el diccionario, "es contradictor de las buenas causas".

En tres sectores se radica mucha actividad: judicial y sus variables, educativo y sus subsistemas, de la salud y sus diversas vertientes, siendo los tres enumerados una cadena de eslabones que se van jalando para formar, moderar, tratar los casos en cuestión, moldear el carácter y el propósito de toda la nación a la cual pertenecemos, siendo México la motivación de las fuerzas pensantes y actuantes de la Nación.

Quiero cerrar, creyendo que a todos nos ha pasado el cometer lapsus linguae, sin que por ello trascienda a mayores, pues trato con muchos juristas, algunos doctorados o jurisconsultos, varios de ellos apoyan de muy buena manera el proyecto del señor presidente López Obrador; y tal declaración la tomaron en otro sentido, que como en todo gremio hay quienes sí son muy corruptos, y otros que prefieren su brillo y guardar incólume la reputación profesional.