/ viernes 22 de junio de 2018

Acerca del centro de la ciudad

En esta ocasión, una vez más hablaremos sobre dos problemas en el centro histórico de la ciudad, comenzaremos por recordar a las autoridades correspondientes que se hace necesario capacitar a conciencia a las y los agentes de tránsito para que actúen correctamente al aplicar una multa a quien olvide las reglas vigentes en calles y cruceros al mismo tiempo que ellos procuren respetar dichas reglas, porque hemos observado que, en muchas ocasiones, enfrente de ellos hay conductores que a pesar de que un peatón haga la señal para pasar no se detienen al igual que ellos mismos pese a que el semáforo se encuentra en alto, les indican a los conductores que avancen, sin importarles el cruce de los peatones pese a que entre éstos vayan adultos de lento andar, por su edad.

Así pues, la solución de este problema está en sus manos; sólo hace falta decisión para aplicarla.

En segundo lugar, para resolver el problema de la basura el aumentar el número de barrenderos no es la solución sino el aumentar el de botes para basura y, tomando en cuenta que la raíz del problema se encuentra en la falta de los hábitos que desde niños se les deben de enseñar en casa y hacer del conocimiento del público en general que se multará a quien sea sorprendido tirando basura fuera de los botes, buscando con ello que por temor a ser multados aprendan lo que les faltó aprender en su infancia.

Ahora bien, para obtener mejores resultados, la colocación de botes debe hacerse extensiva a toda la zona centro y, poco a poco, a todas las colonias, para mejorar el aspecto de la ciudad en general, así como el azolvamiento de los tragatormentas, para evitar las inundaciones, que gracias a la topografía del terreno ayudaría a que no ocurran.

Ya que hablamos de la basura es prudente decir: sin ser pepenadores, para palear la falta de dinero, todos y cada uno de nosotros, sin necesidad de que alguna autoridad dé la orden, al caminar por las calles podemos recoger latas, envases, vidrio y cartón, para después venderlo en el centro de acopio correspondiente, lo que se convertirá en una entrada inesperada.

No estamos descubriendo el hilo negro ni la idea es nuestra, simplemente queremos ponerla a su consideración, por lo siguiente: conocimos a un jovencito gelatinero que recorría las calles con dos vitrinas portátiles vendiendo sus gelatinas y, mientras lo hacía, iba recogiendo todo tipo de latas. Movidos por la curiosidad le preguntamos: ¿Para qué recoges esas latas? Y su respuesta fue pronta y sin titubeos: “Para venderlas y comprar la materia prima para mis gelatinas.

Con el correr del tiempo nos ha sorprendido porque ahora ya no vende en la calle. Ha hecho trato con algunas tiendas para que vendan las gelatinas y él se las reparte a bordo de un cochecito de segunda mano, que ha comprado, con toda seguridad con el producto de las gelatinas y las latas que recoge. Gracias a su ingenio y voluntad de salir adelante, honestamente. ¡Salud!

En esta ocasión, una vez más hablaremos sobre dos problemas en el centro histórico de la ciudad, comenzaremos por recordar a las autoridades correspondientes que se hace necesario capacitar a conciencia a las y los agentes de tránsito para que actúen correctamente al aplicar una multa a quien olvide las reglas vigentes en calles y cruceros al mismo tiempo que ellos procuren respetar dichas reglas, porque hemos observado que, en muchas ocasiones, enfrente de ellos hay conductores que a pesar de que un peatón haga la señal para pasar no se detienen al igual que ellos mismos pese a que el semáforo se encuentra en alto, les indican a los conductores que avancen, sin importarles el cruce de los peatones pese a que entre éstos vayan adultos de lento andar, por su edad.

Así pues, la solución de este problema está en sus manos; sólo hace falta decisión para aplicarla.

En segundo lugar, para resolver el problema de la basura el aumentar el número de barrenderos no es la solución sino el aumentar el de botes para basura y, tomando en cuenta que la raíz del problema se encuentra en la falta de los hábitos que desde niños se les deben de enseñar en casa y hacer del conocimiento del público en general que se multará a quien sea sorprendido tirando basura fuera de los botes, buscando con ello que por temor a ser multados aprendan lo que les faltó aprender en su infancia.

Ahora bien, para obtener mejores resultados, la colocación de botes debe hacerse extensiva a toda la zona centro y, poco a poco, a todas las colonias, para mejorar el aspecto de la ciudad en general, así como el azolvamiento de los tragatormentas, para evitar las inundaciones, que gracias a la topografía del terreno ayudaría a que no ocurran.

Ya que hablamos de la basura es prudente decir: sin ser pepenadores, para palear la falta de dinero, todos y cada uno de nosotros, sin necesidad de que alguna autoridad dé la orden, al caminar por las calles podemos recoger latas, envases, vidrio y cartón, para después venderlo en el centro de acopio correspondiente, lo que se convertirá en una entrada inesperada.

No estamos descubriendo el hilo negro ni la idea es nuestra, simplemente queremos ponerla a su consideración, por lo siguiente: conocimos a un jovencito gelatinero que recorría las calles con dos vitrinas portátiles vendiendo sus gelatinas y, mientras lo hacía, iba recogiendo todo tipo de latas. Movidos por la curiosidad le preguntamos: ¿Para qué recoges esas latas? Y su respuesta fue pronta y sin titubeos: “Para venderlas y comprar la materia prima para mis gelatinas.

Con el correr del tiempo nos ha sorprendido porque ahora ya no vende en la calle. Ha hecho trato con algunas tiendas para que vendan las gelatinas y él se las reparte a bordo de un cochecito de segunda mano, que ha comprado, con toda seguridad con el producto de las gelatinas y las latas que recoge. Gracias a su ingenio y voluntad de salir adelante, honestamente. ¡Salud!