/ miércoles 25 de noviembre de 2020

¡Ah qué diputados!

Hace unos días se aprobó en la Cámara de Diputados el uso de cannabis para uso medicinal y lo que llaman elegantemente lúdico, que no es otra cosa más que andárselas tronando sin temor a que los gendarmes los detengan por quemarse un churro.

Ciertamente desde hace muchísimos años se sabe que la marihuana tiene propiedades terapéuticas bien conocidas y comprobadas, entre ellas, en infusión de alcohol, para sobarse las articulaciones doloridas, ya sea por un golpe, recuperación de un traumatismo o para dolores reumáticos, pues tiene poder anti inflamatorio y analgésico. De igual manera se ha usado para el asma, por sus características broncodilatadoras; como tranquilizante, ya sea fumada, tomada en tizanas o en pastelillos conocidos como brownies, así como otros usos que al paso del tiempo se le han atribuido, aunque no deja de ser una droga adictiva que relaja, en la mayoría de los casos; exalta el olfato y el gusto, siempre que no se mezcle con alcohol u otras drogas que ponen al consumidor muy agitado, un tanto loco y con otros efectos secundarios que pueden llegar a ser graves.

También siempre se consideró una droga relativamente barata de consumo entre las personas de clase económicamente y culturalmente baja, incluidos policías y soldados, hasta los años 60 y 70 en que se puso de moda la tendencia hippie, siendo consumida por jóvenes de todos los estratos sociales y popularizada en diversos países en festivales de rock, para usarse por universitarios que en las tardes-noches deambulaban por jardines y patios escolares dejando una estela del llamado petatazo, ya que al fumarse el aroma que deja en el ambiente es a hierva quemada.

Su venta y consumo ha sido siempre perseguido y penado, lo mismo que el cultivo domiciliario y extenso, lo que no ha impedido que campos dedicados a la siembra de alimentos se hayan convertido en siembra de marihuana, que incluso se ha mejorado de acuerdo a la pureza del cannabidiol que contienen. Hoy se sabe que sus extractos, sin tener efectos alucinógenos, son útiles para problemas neurológicos, incluida la epilepsia refractaria de difícil control.

La aprobación de su uso beneficiará a muchos pacientes y los legisladores argumentan que disminuirá la violencia y guerra de bandas que se dedica al tráfico de estupefacientes, cosa que dudo, pues si bien es un mercado fuerte y más la exportación a países altamente consumidores, hay muchas otras drogas que son motivo de disputas por el territorio, la venta y distribución, pero con la liberación y reglas de posesión y consumo, el tufo a petate quemado será parte del ambiente urbano, sin olvidar que la mota puede inducir a otras drogas más peligrosas y elaboradas que seguirán propiciando el comercio y la protección de altos políticos, jefes policiacos y militares, a los que el comercio les deja fuertes dividendos.

En fin, con la nueva legislatura se podrán quemar un churro y adornar el jardín con hierba para consumir y repartir en un buen reventón.

Hace unos días se aprobó en la Cámara de Diputados el uso de cannabis para uso medicinal y lo que llaman elegantemente lúdico, que no es otra cosa más que andárselas tronando sin temor a que los gendarmes los detengan por quemarse un churro.

Ciertamente desde hace muchísimos años se sabe que la marihuana tiene propiedades terapéuticas bien conocidas y comprobadas, entre ellas, en infusión de alcohol, para sobarse las articulaciones doloridas, ya sea por un golpe, recuperación de un traumatismo o para dolores reumáticos, pues tiene poder anti inflamatorio y analgésico. De igual manera se ha usado para el asma, por sus características broncodilatadoras; como tranquilizante, ya sea fumada, tomada en tizanas o en pastelillos conocidos como brownies, así como otros usos que al paso del tiempo se le han atribuido, aunque no deja de ser una droga adictiva que relaja, en la mayoría de los casos; exalta el olfato y el gusto, siempre que no se mezcle con alcohol u otras drogas que ponen al consumidor muy agitado, un tanto loco y con otros efectos secundarios que pueden llegar a ser graves.

También siempre se consideró una droga relativamente barata de consumo entre las personas de clase económicamente y culturalmente baja, incluidos policías y soldados, hasta los años 60 y 70 en que se puso de moda la tendencia hippie, siendo consumida por jóvenes de todos los estratos sociales y popularizada en diversos países en festivales de rock, para usarse por universitarios que en las tardes-noches deambulaban por jardines y patios escolares dejando una estela del llamado petatazo, ya que al fumarse el aroma que deja en el ambiente es a hierva quemada.

Su venta y consumo ha sido siempre perseguido y penado, lo mismo que el cultivo domiciliario y extenso, lo que no ha impedido que campos dedicados a la siembra de alimentos se hayan convertido en siembra de marihuana, que incluso se ha mejorado de acuerdo a la pureza del cannabidiol que contienen. Hoy se sabe que sus extractos, sin tener efectos alucinógenos, son útiles para problemas neurológicos, incluida la epilepsia refractaria de difícil control.

La aprobación de su uso beneficiará a muchos pacientes y los legisladores argumentan que disminuirá la violencia y guerra de bandas que se dedica al tráfico de estupefacientes, cosa que dudo, pues si bien es un mercado fuerte y más la exportación a países altamente consumidores, hay muchas otras drogas que son motivo de disputas por el territorio, la venta y distribución, pero con la liberación y reglas de posesión y consumo, el tufo a petate quemado será parte del ambiente urbano, sin olvidar que la mota puede inducir a otras drogas más peligrosas y elaboradas que seguirán propiciando el comercio y la protección de altos políticos, jefes policiacos y militares, a los que el comercio les deja fuertes dividendos.

En fin, con la nueva legislatura se podrán quemar un churro y adornar el jardín con hierba para consumir y repartir en un buen reventón.