/ lunes 27 de mayo de 2019

Ahued no se quería ir

Ricardo Ahued Bardahuil no quería ser funcionario, quería seguir siendo representante de sus paisanos de corazón en el Senado, cumplir con su palabra.

El ex presidente municipal empezó a ser incómodo en el Palacio de Gobierno ubicado en la ciudad que gobernó de 2005 a 2007.

Su cercanía con la gente, buena imagen, trabajo social sensible, lo convirtieron en automático en el próximo candidato a la gubernatura de Veracruz.

Ahued no es de la cuarta, no lo sienten suyo, pero al llevarlo de candidato en 2018 al Senado, sabían que le abonaba a ese movimiento y sobre todo a la zacatecana Rocío Nahle que por ese tiempo, pocos sabían de ella en el estado de Veracruz.

Acá las constantes menciones de que Ahued sería un buen relevo ante una visible falta de liderazgo y trabajo eficaz, bastaron para convertirlo en alguien incómodo.

Pero cuando alzó la voz casi de manera solitaria a favor de que también Veracruz tuviera una reclasificación de las tarifas eléctricas, entonces se encendieron los focos rojos.

La grilla no se hizo esperar, aprovechando el viaje, alguien le vendió la idea al presidente López Obrador de sacar a Ricardo Ahued del estado y darle una posición, que en pocas palabras, lo convierte en su empleado.

En su mensaje posterior al nombramiento, Ricardo Ahued promete no alejarse ni dar la espalda a los veracruzanos, sin embargo, es un hecho que su plan fue descarrilado.

Los cercanos al senador saben que lo que menos quería era ser funcionario, su objetivo era cumplir con sus promesas de campaña y ser un senador cercano a la gente, no aduanero oficial.

Ágora

Buena les salió la jugada: encartar a Manuel Velasco a la Semarnat sirvió para demostrarle al ex gobernador de Chiapas que no es bien visto en estos momentos dentro del equipo del presidente.

Hay compromiso con él, pero el problema es la crítica que puede arrojar, por ello, lo subieron, seguros, que tendrían que borrarlo pasando el fin de semana.

@monicamarena

Ricardo Ahued Bardahuil no quería ser funcionario, quería seguir siendo representante de sus paisanos de corazón en el Senado, cumplir con su palabra.

El ex presidente municipal empezó a ser incómodo en el Palacio de Gobierno ubicado en la ciudad que gobernó de 2005 a 2007.

Su cercanía con la gente, buena imagen, trabajo social sensible, lo convirtieron en automático en el próximo candidato a la gubernatura de Veracruz.

Ahued no es de la cuarta, no lo sienten suyo, pero al llevarlo de candidato en 2018 al Senado, sabían que le abonaba a ese movimiento y sobre todo a la zacatecana Rocío Nahle que por ese tiempo, pocos sabían de ella en el estado de Veracruz.

Acá las constantes menciones de que Ahued sería un buen relevo ante una visible falta de liderazgo y trabajo eficaz, bastaron para convertirlo en alguien incómodo.

Pero cuando alzó la voz casi de manera solitaria a favor de que también Veracruz tuviera una reclasificación de las tarifas eléctricas, entonces se encendieron los focos rojos.

La grilla no se hizo esperar, aprovechando el viaje, alguien le vendió la idea al presidente López Obrador de sacar a Ricardo Ahued del estado y darle una posición, que en pocas palabras, lo convierte en su empleado.

En su mensaje posterior al nombramiento, Ricardo Ahued promete no alejarse ni dar la espalda a los veracruzanos, sin embargo, es un hecho que su plan fue descarrilado.

Los cercanos al senador saben que lo que menos quería era ser funcionario, su objetivo era cumplir con sus promesas de campaña y ser un senador cercano a la gente, no aduanero oficial.

Ágora

Buena les salió la jugada: encartar a Manuel Velasco a la Semarnat sirvió para demostrarle al ex gobernador de Chiapas que no es bien visto en estos momentos dentro del equipo del presidente.

Hay compromiso con él, pero el problema es la crítica que puede arrojar, por ello, lo subieron, seguros, que tendrían que borrarlo pasando el fin de semana.

@monicamarena