/ miércoles 13 de febrero de 2019

Al fin, triunfó la justicia… pero de los Estados Unidos

Aunque la extradición de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, a los Estados Unidos de Norteamérica no le correspondió al Gobierno de la 4ª Transformación, sino al periodo del expresidente Peña Nieto, la felicitación al gobierno mexicano, de parte del procurador Whitaker, fue bien recibida por la cooperación de nuestro gobierno durante todo el proceso del capo.

El veredicto del jurado lo consideró responsable de diez cargos, a los que correspondería en cada caso, la pena de cadena perpetua; sin embargo, será hasta el próximo 25 de junio cuando el juez dictará la sentencia que en consideración al veredicto del jurado, tendrá que ser de prisión perpetua, en el penal de la más alta seguridad en donde ya se encuentran recluidos Osiel Cárdenas Guillén y Juan García Abrego; antes estuvieron ahí Rafael Caro Quintero y el “Güero” Palma, quienes cumplieron sus respectivas condenas y hoy gozan de plena libertad.

La prisión que recibirá al “Chapo” después del fallo a finales de junio, forma parte de un complejo correccional federal que se ubica en el condado de Fremont Colorado, administrado por la Agencia Federal de Prisiones, dependiente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos; la clasificación de ese centro de reclusión, señala que es una prisión para varones que requieren de control estricto por estar considerados como de máxima peligrosidad. El penal se construyó en 1994, dotado de 490 celdas individuales, en las que los internos pasan 23 horas diarias.

La prisión es conocida popularmente como “El Alcatraz de las montañas rocosas”; la construcción de las celdas es íntegramente de concreto, contando en su interior con regaderas automatizadas, televisor controlado por el personal de custodia; en cada celda existe una ventana que mide un metro de altura, por diez centímetros de ancho y desde ahí se tiene una visión limitada de la parte externa, con un panorama desolador.

Veintitrés horas diarias de confinamiento le esperan a Joaquin Guzmán Loera, con una hora de recreación diaria y al igual de que los demás internos, cada salida de su celda le impondrán grilletes, esposas y cadenas para mantener un control total del interno, además de la vigilancia de suficientes guardias para completar el resguardo íntegro de los internos.

El presidente López Obrador, en alusión al tema expresó: “que el veredicto del Chapo, sea una lección para criminales que buscan el dinero y no la felicidad”. Que así sea.

Aunque la extradición de Joaquín Guzmán Loera “El Chapo”, a los Estados Unidos de Norteamérica no le correspondió al Gobierno de la 4ª Transformación, sino al periodo del expresidente Peña Nieto, la felicitación al gobierno mexicano, de parte del procurador Whitaker, fue bien recibida por la cooperación de nuestro gobierno durante todo el proceso del capo.

El veredicto del jurado lo consideró responsable de diez cargos, a los que correspondería en cada caso, la pena de cadena perpetua; sin embargo, será hasta el próximo 25 de junio cuando el juez dictará la sentencia que en consideración al veredicto del jurado, tendrá que ser de prisión perpetua, en el penal de la más alta seguridad en donde ya se encuentran recluidos Osiel Cárdenas Guillén y Juan García Abrego; antes estuvieron ahí Rafael Caro Quintero y el “Güero” Palma, quienes cumplieron sus respectivas condenas y hoy gozan de plena libertad.

La prisión que recibirá al “Chapo” después del fallo a finales de junio, forma parte de un complejo correccional federal que se ubica en el condado de Fremont Colorado, administrado por la Agencia Federal de Prisiones, dependiente del Departamento de Justicia de los Estados Unidos; la clasificación de ese centro de reclusión, señala que es una prisión para varones que requieren de control estricto por estar considerados como de máxima peligrosidad. El penal se construyó en 1994, dotado de 490 celdas individuales, en las que los internos pasan 23 horas diarias.

La prisión es conocida popularmente como “El Alcatraz de las montañas rocosas”; la construcción de las celdas es íntegramente de concreto, contando en su interior con regaderas automatizadas, televisor controlado por el personal de custodia; en cada celda existe una ventana que mide un metro de altura, por diez centímetros de ancho y desde ahí se tiene una visión limitada de la parte externa, con un panorama desolador.

Veintitrés horas diarias de confinamiento le esperan a Joaquin Guzmán Loera, con una hora de recreación diaria y al igual de que los demás internos, cada salida de su celda le impondrán grilletes, esposas y cadenas para mantener un control total del interno, además de la vigilancia de suficientes guardias para completar el resguardo íntegro de los internos.

El presidente López Obrador, en alusión al tema expresó: “que el veredicto del Chapo, sea una lección para criminales que buscan el dinero y no la felicidad”. Que así sea.