/ martes 24 de noviembre de 2020

Alcaldías y curules

Serán los militantes del PAN en Veracruz quienes elijan a los candidatos a presidentes municipales y diputados locales.

El acuerdo fue tomado y aun cuando alardean que desde hace años la práctica fue archivada, el riesgo, primero, es canijo, y segundo, amaciza las parcelas de poder, allí donde, por ejemplo, hay cacicazgos, como en Tantoyuca, donde Joaquín Guzmán Avilés, presidente del CDE, es el jefe máximo. Es el mismo caso, por ejemplo, de Miguel Ángel Yunes Linares, cuya parcela de poder está en Boca del Río, arrebatada a su adversario y enemigo, el doctor Ramón Ferrari Pardiño, antes, mucho antes que era de Guillermo Parroquín Barreda, que en paz descanse. Con todo, se trata de una decisión salomónica donde la tarea de los aspirantes y suspirantes será labrar el surco para ganarse la simpatía, la adhesión y la lealtad, lealtad ciega, de la militancia. Una militancia que, claro, y como siempre, puede manejarse, y lo peor, manipularse. Y en donde todas las suertes de la política se aplican, desde la compra de votos hasta el ofrecimiento de cargos públicos. Rafael Hernández Ochoa gobernaba Veracruz. Entonces, llegó el momento de los cambios municipales y en Córdoba aparecieron par de candidatos. Juan Herrera Martín, por el lado de su (ex) amigo Miguel Angel Yunes Linares, y Dante Delgado Rannauro, digamos, por la vía independiente dentro del PRI.

Montón de delegados, que representaban a la militancia, fueron concentrados la noche anterior a la elección interna en un hotel de Martínez de la Torre. Comelitona. Festín etílico. Festín de trabajadoras sexuales. Billetito, además, para calentar el bolsillo. Juan Herrera Martín derrotó a Dante Delgado. Muchos dantistas lloraban de furia y coraje. Las pasioncillas políticas serán más atroces y crudas con la elección de los candidatos a presidentes municipales. Un alcalde, por ejemplo, tiene suficiente presupuesto, cargos públicos y plazas burocráticas, además de negocios lícitos e ilícitos, para repartir y subastar como en tianguis. Los aspirantes y suspirantes a la alcaldía de seguro estarán puliendo y volviendo a pulir la estrategia porque así como están las cosas en muchas plazas, caso Veracruz, por ejemplo, la pelea será estelar. De antología. Y de pronóstico reservado.

En cada municipio de Veracruz donde exista un líder panista con arraigo, autoridad política, social y moral, con biografía, mano firme y dura, hombre o mujer "de pelo en pecho", será mano y podrá quedarse con la nominación para él y/o para los suyos. Y por añadidura, en ningún momento se llama un proceso democrático. Es una forma del caciquismo. Un panista que apenas, apenitas empiece y sea, digamos, ferozmente honesto y tenga breve vida social, deberá esperar otros tiempos. La fuerza del cacique en turno lo derrotará. Las famosas encuestas que días anteriores eran convocadas como la salida para los panistas fueron relevadas por la militancia que se expresará ya con mano alzada en junta plenaria, o voto secreto, para evitar rencores, odios, ajustes de cuentas, intimidaciones, represiones y venganzas. Los aspirantes, entonces, habrán de tener "más que los pelos de la burra en la mano, la burra completa" para dormir tranquilos y seguros de ganar.

Serán los militantes del PAN en Veracruz quienes elijan a los candidatos a presidentes municipales y diputados locales.

El acuerdo fue tomado y aun cuando alardean que desde hace años la práctica fue archivada, el riesgo, primero, es canijo, y segundo, amaciza las parcelas de poder, allí donde, por ejemplo, hay cacicazgos, como en Tantoyuca, donde Joaquín Guzmán Avilés, presidente del CDE, es el jefe máximo. Es el mismo caso, por ejemplo, de Miguel Ángel Yunes Linares, cuya parcela de poder está en Boca del Río, arrebatada a su adversario y enemigo, el doctor Ramón Ferrari Pardiño, antes, mucho antes que era de Guillermo Parroquín Barreda, que en paz descanse. Con todo, se trata de una decisión salomónica donde la tarea de los aspirantes y suspirantes será labrar el surco para ganarse la simpatía, la adhesión y la lealtad, lealtad ciega, de la militancia. Una militancia que, claro, y como siempre, puede manejarse, y lo peor, manipularse. Y en donde todas las suertes de la política se aplican, desde la compra de votos hasta el ofrecimiento de cargos públicos. Rafael Hernández Ochoa gobernaba Veracruz. Entonces, llegó el momento de los cambios municipales y en Córdoba aparecieron par de candidatos. Juan Herrera Martín, por el lado de su (ex) amigo Miguel Angel Yunes Linares, y Dante Delgado Rannauro, digamos, por la vía independiente dentro del PRI.

Montón de delegados, que representaban a la militancia, fueron concentrados la noche anterior a la elección interna en un hotel de Martínez de la Torre. Comelitona. Festín etílico. Festín de trabajadoras sexuales. Billetito, además, para calentar el bolsillo. Juan Herrera Martín derrotó a Dante Delgado. Muchos dantistas lloraban de furia y coraje. Las pasioncillas políticas serán más atroces y crudas con la elección de los candidatos a presidentes municipales. Un alcalde, por ejemplo, tiene suficiente presupuesto, cargos públicos y plazas burocráticas, además de negocios lícitos e ilícitos, para repartir y subastar como en tianguis. Los aspirantes y suspirantes a la alcaldía de seguro estarán puliendo y volviendo a pulir la estrategia porque así como están las cosas en muchas plazas, caso Veracruz, por ejemplo, la pelea será estelar. De antología. Y de pronóstico reservado.

En cada municipio de Veracruz donde exista un líder panista con arraigo, autoridad política, social y moral, con biografía, mano firme y dura, hombre o mujer "de pelo en pecho", será mano y podrá quedarse con la nominación para él y/o para los suyos. Y por añadidura, en ningún momento se llama un proceso democrático. Es una forma del caciquismo. Un panista que apenas, apenitas empiece y sea, digamos, ferozmente honesto y tenga breve vida social, deberá esperar otros tiempos. La fuerza del cacique en turno lo derrotará. Las famosas encuestas que días anteriores eran convocadas como la salida para los panistas fueron relevadas por la militancia que se expresará ya con mano alzada en junta plenaria, o voto secreto, para evitar rencores, odios, ajustes de cuentas, intimidaciones, represiones y venganzas. Los aspirantes, entonces, habrán de tener "más que los pelos de la burra en la mano, la burra completa" para dormir tranquilos y seguros de ganar.

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