/ viernes 25 de octubre de 2024

¡Alto, no des click!

Uy, son muchas las historias de personas que al día de hoy han perdido dinero víctimas de alguna estafa, fraude, extorsión o engaño publicitario; es más, es raro que alguno de nosotros no haya caído aún, pues en ese caso es la experiencia de un familiar cercano la referencia para integrarse a una plática cuyo fin sea compartir el dolor, la indignación o la molestia por la frecuencia con que ocurren hechos de esta naturaleza.

Sobre todo, por la indiferencia con la que se les observa, y el reclamo a quienes han caído; que si ¡¿por qué no le leíste, que para qué contestaste, o por qué diste el nip, o por qué diste la clave, o por qué confiaste?!

Responsabilizando al de por sí lastimado en su patrimonio y en su moral, de la causa de los hechos. Como si no fuera suficiente con el castigo de perder dinero, o el reproche de la conciencia, que minuto a minuto nos reclama silenciosamente por qué lo hice.

Es más, hay quienes asumen las pérdidas con tal de recuperar la paz mental al dejar de pensar en cuándo van a recuperar lo perdido, o cuánto más les va a costar, o que tendrán de andar en envueltas; y es que cada vez que cuentan su historia salen regañados por su confiada o distraída conducta.

Así, este reproche social es al día de hoy parte del problema del por qué nadie pone manos a la obra para resolver estos eventos cotidianos que lastiman la economía de las familias mexicanas.

Es momento de reflexionar un poco más allá del juicio -o del enjuiciamiento quiero decir- sobre las causas que dan lugar a estos problemas, no hace falta ponernos en los zapatos de los demás, lo cual de por sí ya es difícil. Porque eso no lo hacemos, hasta que nos pasa.

Mire, por ejemplo, en el caso de los fraudes financieros que cometen empresas establecidas con todas las de la ley, se recuperan uno de cada tres pesos de los que llegan a reclamar el reembolso de su dinero.

Pero en el caso de los fraudes que cometen las financieras fantasmas, no se recupera un solo peso; pues a donde acudas hay una crisis de incompetencia de las autoridades, entendida como la falta de facultades legales para actuar en contra de los abusos, pues por la sencilla razón de que si no están en la “lista” oficial, pues entonces no se hace nada.

¿Entonces, quién se hace cargo de ellos? De quienes operan en los vacíos legales. Pues nadie, porque se consideran delitos cometidos, en todo caso, por particulares. Y que por dicho motivo tienen que ser perseguidos conforme a la norma penal. Ok, pero ¿en dónde los encuentras? Si tiene nombres ficticios, domicilios fantasmas y cero regulación, pero máxima tolerancia.

¿No le parece absurdo? Pues lo es. Si tenemos que reconocer que el Estado es incapaz de brindarnos seguridad o protegernos de quienes, haciendo uso de tecnologías de la información, o de la impunidad se llevan a la bolsa diariamente millones de pesos que son prácticamente irrecuperables, entonces estamos en un serio problema de gobierno.

Hay quienes me hacen la pregunta reiterada, sobre qué se puede hacer. La gente, el pueblo, está ávido de respuestas, y los veo palidecer cuando les cuento los caminos legales cuando los hay, y peor aun cuando les cuento los caminos que aún no hay.

Es cierto que podemos contribuir a que esta situación se tome como un asunto serio, y que pasemos de la queja, de la revictimización, de la culpa, a la acción; pero eso solo será posible en el momento en el que todos entendamos que es un problema de falta de justicia, y de marco legal.

Y que sí se puede frenar, y que sí les corresponde a las autoridades hacerse cargo de resolverlo. Tenemos legisladores cuya función principal debe ser precisamente eso, la creación de leyes, tenemos estudiosos del derecho cobrando muchísimo dinero para hacer investigación jurídica, tenemos congresos locales que puedan abonar también al tema.

Todos tienen que entrarle al tema, ya no es momento solo de observar, es momento de actuar. Así que yo los invito a darle una revisada a este fenómeno social que nos ha robado la paz en los últimos años, para darse cuenta por ustedes mismos en que no es para nada justo y sobre todo insuficiente, que se atribuya a las víctimas la responsabilidad por el descuido.

Por mientras si les toca que les manden un link sospechoso, ni de chiste lo abran.

www.elbarzonrc.org

elbarzonrc@yahoo.com.mx

@terecarbajal

Uy, son muchas las historias de personas que al día de hoy han perdido dinero víctimas de alguna estafa, fraude, extorsión o engaño publicitario; es más, es raro que alguno de nosotros no haya caído aún, pues en ese caso es la experiencia de un familiar cercano la referencia para integrarse a una plática cuyo fin sea compartir el dolor, la indignación o la molestia por la frecuencia con que ocurren hechos de esta naturaleza.

Sobre todo, por la indiferencia con la que se les observa, y el reclamo a quienes han caído; que si ¡¿por qué no le leíste, que para qué contestaste, o por qué diste el nip, o por qué diste la clave, o por qué confiaste?!

Responsabilizando al de por sí lastimado en su patrimonio y en su moral, de la causa de los hechos. Como si no fuera suficiente con el castigo de perder dinero, o el reproche de la conciencia, que minuto a minuto nos reclama silenciosamente por qué lo hice.

Es más, hay quienes asumen las pérdidas con tal de recuperar la paz mental al dejar de pensar en cuándo van a recuperar lo perdido, o cuánto más les va a costar, o que tendrán de andar en envueltas; y es que cada vez que cuentan su historia salen regañados por su confiada o distraída conducta.

Así, este reproche social es al día de hoy parte del problema del por qué nadie pone manos a la obra para resolver estos eventos cotidianos que lastiman la economía de las familias mexicanas.

Es momento de reflexionar un poco más allá del juicio -o del enjuiciamiento quiero decir- sobre las causas que dan lugar a estos problemas, no hace falta ponernos en los zapatos de los demás, lo cual de por sí ya es difícil. Porque eso no lo hacemos, hasta que nos pasa.

Mire, por ejemplo, en el caso de los fraudes financieros que cometen empresas establecidas con todas las de la ley, se recuperan uno de cada tres pesos de los que llegan a reclamar el reembolso de su dinero.

Pero en el caso de los fraudes que cometen las financieras fantasmas, no se recupera un solo peso; pues a donde acudas hay una crisis de incompetencia de las autoridades, entendida como la falta de facultades legales para actuar en contra de los abusos, pues por la sencilla razón de que si no están en la “lista” oficial, pues entonces no se hace nada.

¿Entonces, quién se hace cargo de ellos? De quienes operan en los vacíos legales. Pues nadie, porque se consideran delitos cometidos, en todo caso, por particulares. Y que por dicho motivo tienen que ser perseguidos conforme a la norma penal. Ok, pero ¿en dónde los encuentras? Si tiene nombres ficticios, domicilios fantasmas y cero regulación, pero máxima tolerancia.

¿No le parece absurdo? Pues lo es. Si tenemos que reconocer que el Estado es incapaz de brindarnos seguridad o protegernos de quienes, haciendo uso de tecnologías de la información, o de la impunidad se llevan a la bolsa diariamente millones de pesos que son prácticamente irrecuperables, entonces estamos en un serio problema de gobierno.

Hay quienes me hacen la pregunta reiterada, sobre qué se puede hacer. La gente, el pueblo, está ávido de respuestas, y los veo palidecer cuando les cuento los caminos legales cuando los hay, y peor aun cuando les cuento los caminos que aún no hay.

Es cierto que podemos contribuir a que esta situación se tome como un asunto serio, y que pasemos de la queja, de la revictimización, de la culpa, a la acción; pero eso solo será posible en el momento en el que todos entendamos que es un problema de falta de justicia, y de marco legal.

Y que sí se puede frenar, y que sí les corresponde a las autoridades hacerse cargo de resolverlo. Tenemos legisladores cuya función principal debe ser precisamente eso, la creación de leyes, tenemos estudiosos del derecho cobrando muchísimo dinero para hacer investigación jurídica, tenemos congresos locales que puedan abonar también al tema.

Todos tienen que entrarle al tema, ya no es momento solo de observar, es momento de actuar. Así que yo los invito a darle una revisada a este fenómeno social que nos ha robado la paz en los últimos años, para darse cuenta por ustedes mismos en que no es para nada justo y sobre todo insuficiente, que se atribuya a las víctimas la responsabilidad por el descuido.

Por mientras si les toca que les manden un link sospechoso, ni de chiste lo abran.

www.elbarzonrc.org

elbarzonrc@yahoo.com.mx

@terecarbajal

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