/ martes 26 de mayo de 2020

AMLO marca distancia y se confronta con medios

Tres campañas para llegar a la Presidencia de la República y antes para ser líder del PRD y jefe de Gobierno de la CDMX conforman una historia noticiosa que permitió a Andrés Manuel López Obrador proyectar su personalidad y al mismo tiempo sus aspiraciones e ideario político, con los que convenció a más de 30 millones de votantes para que le dieran el triunfo y llegar a Palacio Nacional.

La conversión del presidente López Obrador se dio después de que validaron el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa en 2006, así como la victoria de Peña Nieto en 2012. Esas derrotas para cualquier político hubieran sido devastadoras como para sepultar sus aspiraciones, sin embargo, López Obrador se creció ante el castigo y determinó guardar su actitud beligerante y combativa, convirtiéndose en un político visionario y conciliador con los grupos que antes confrontó.

Y fue a través de los medios de comunicación masiva: televisión, radio, internet, periódicos, hasta medios de difusión rudimentarios como folletos y pancartas, que promovió su imagen y convenció al electorado para arrollar a los otros participantes en la pasada jornada electoral.

Es por ello que no se justifica ahora que el presidente López Obrador se confronte con los medios, mostrando una intolerancia a todas las opiniones y comentarios de quienes critican sus actos de gobierno. Algunos corresponsales acusan a seudoperiodistas que intervienen en las mañaneras para evitar las respuestas a quienes hacen fuertes cuestionamientos sobre temas de interés nacional.

Más grave resulta aún el desgaste de la imagen pública del presidente exigiendo su derecho de réplica y descalificando a reporteros, directores y medios nacionales y extranjeros, que en nada ayudan a la solución de los asuntos que forman parte de la agenda exclusiva del gobierno federal.

Hay que recordar de la obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, cuando éste le dijo a Sancho Panza: “Con la Iglesia hemos topado”, dando reversa y emprendiendo la retirada ante el obstáculo que representaba un poder superior. Lo mismo debió haber hecho el presidente al topar con el Cuarto Poder representado por los medios de comunicación, nacionales y extranjeros.

A nadie beneficia una mala relación del gobierno con la prensa, mucho menos al presidente y a los mexicanos.

Tres campañas para llegar a la Presidencia de la República y antes para ser líder del PRD y jefe de Gobierno de la CDMX conforman una historia noticiosa que permitió a Andrés Manuel López Obrador proyectar su personalidad y al mismo tiempo sus aspiraciones e ideario político, con los que convenció a más de 30 millones de votantes para que le dieran el triunfo y llegar a Palacio Nacional.

La conversión del presidente López Obrador se dio después de que validaron el triunfo de Felipe Calderón Hinojosa en 2006, así como la victoria de Peña Nieto en 2012. Esas derrotas para cualquier político hubieran sido devastadoras como para sepultar sus aspiraciones, sin embargo, López Obrador se creció ante el castigo y determinó guardar su actitud beligerante y combativa, convirtiéndose en un político visionario y conciliador con los grupos que antes confrontó.

Y fue a través de los medios de comunicación masiva: televisión, radio, internet, periódicos, hasta medios de difusión rudimentarios como folletos y pancartas, que promovió su imagen y convenció al electorado para arrollar a los otros participantes en la pasada jornada electoral.

Es por ello que no se justifica ahora que el presidente López Obrador se confronte con los medios, mostrando una intolerancia a todas las opiniones y comentarios de quienes critican sus actos de gobierno. Algunos corresponsales acusan a seudoperiodistas que intervienen en las mañaneras para evitar las respuestas a quienes hacen fuertes cuestionamientos sobre temas de interés nacional.

Más grave resulta aún el desgaste de la imagen pública del presidente exigiendo su derecho de réplica y descalificando a reporteros, directores y medios nacionales y extranjeros, que en nada ayudan a la solución de los asuntos que forman parte de la agenda exclusiva del gobierno federal.

Hay que recordar de la obra de Cervantes, Don Quijote de la Mancha, cuando éste le dijo a Sancho Panza: “Con la Iglesia hemos topado”, dando reversa y emprendiendo la retirada ante el obstáculo que representaba un poder superior. Lo mismo debió haber hecho el presidente al topar con el Cuarto Poder representado por los medios de comunicación, nacionales y extranjeros.

A nadie beneficia una mala relación del gobierno con la prensa, mucho menos al presidente y a los mexicanos.