/ miércoles 11 de julio de 2018

AMLO y el combate a la corrupción

El combate sin concesiones a la corrupción es algo en lo que todos estamos de acuerdo, todos claro, excepto los corruptos. Por lo tanto coincidimos con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el próximo presidente de México, en que debe combatirse frontalmente este cáncer social. Por un lado, es parte de nuestra herencia española; aunque no genética, sino de prácticas reiteradas por múltiples generaciones. En estos días, leyendo a Pérez-Reverete (español) y su zaga de aventuras del capitán Diego Alatriste, me encontré con múltiples menciones a la corrupción existente entre funcionarios y particulares en España durante la época colonial.

Se llevaban nuestra plata y oro y no todo llegaba a las arcas de la Corona Española; una buena parte se quedaba en la telaraña de la corrupción. Dice el autor citado que de la riqueza que llegaba especialmente a Sevilla: “Todo el mundo sabe que se confiesan cinco y se transportan diez; pero el soborno y la corrupción mantienen las bocas cerradas y las voluntades abiertas... eso incluye a los funcionarios reales”. Y cita los siguientes versos de Quevedo: “Toda esta vida es hurtar; /no es el ser ladrón afrenta,/ que como este mundo es venta,/ en él es propio el robar./ Nadie verás castigar/ porque hurta plata o cobre:/ que al que azotan es al pobre”. (El Oro del Rey). En descargo debe decirse que el problema no es propio de España y América Latina.

Por todo el mundo vemos cotidianamente escándalos por corrupción. Más bien es un fenómeno asociado al poder. La diferencia es que en otras latitudes existen fiscalías independientes que investigan incluso a quienes ocupan la cúspide de la pirámide del poder público. Y éstos llegan a caer e ir a prisión. Una policía profesionalizada y fiscales y jueces independientes son el mejor antídoto contra la corrupción. A loS pillos no los detiene ni la religión, menos los discursos moralistas. Ahí está el caso de un extesorero del Vaticano y Netanyahu en Israel, éste con varias investigaciones por corrupción en curso. Por eso preocupa que AMLO, habiendo hecho del combate a la corrupción su principal bandera de campaña, ahora se oponga a crear una fiscalía independiente y se incline por designar a un titular de la PGR como hasta ahora. En este tema le asiste la razón a los académicos y la social civil. Conclusión: si AMLO insiste, se habrá perdido de antemano esta batalla. Pero, ¿quién podrá decirle que está equivocado?

El combate sin concesiones a la corrupción es algo en lo que todos estamos de acuerdo, todos claro, excepto los corruptos. Por lo tanto coincidimos con Andrés Manuel López Obrador (AMLO), el próximo presidente de México, en que debe combatirse frontalmente este cáncer social. Por un lado, es parte de nuestra herencia española; aunque no genética, sino de prácticas reiteradas por múltiples generaciones. En estos días, leyendo a Pérez-Reverete (español) y su zaga de aventuras del capitán Diego Alatriste, me encontré con múltiples menciones a la corrupción existente entre funcionarios y particulares en España durante la época colonial.

Se llevaban nuestra plata y oro y no todo llegaba a las arcas de la Corona Española; una buena parte se quedaba en la telaraña de la corrupción. Dice el autor citado que de la riqueza que llegaba especialmente a Sevilla: “Todo el mundo sabe que se confiesan cinco y se transportan diez; pero el soborno y la corrupción mantienen las bocas cerradas y las voluntades abiertas... eso incluye a los funcionarios reales”. Y cita los siguientes versos de Quevedo: “Toda esta vida es hurtar; /no es el ser ladrón afrenta,/ que como este mundo es venta,/ en él es propio el robar./ Nadie verás castigar/ porque hurta plata o cobre:/ que al que azotan es al pobre”. (El Oro del Rey). En descargo debe decirse que el problema no es propio de España y América Latina.

Por todo el mundo vemos cotidianamente escándalos por corrupción. Más bien es un fenómeno asociado al poder. La diferencia es que en otras latitudes existen fiscalías independientes que investigan incluso a quienes ocupan la cúspide de la pirámide del poder público. Y éstos llegan a caer e ir a prisión. Una policía profesionalizada y fiscales y jueces independientes son el mejor antídoto contra la corrupción. A loS pillos no los detiene ni la religión, menos los discursos moralistas. Ahí está el caso de un extesorero del Vaticano y Netanyahu en Israel, éste con varias investigaciones por corrupción en curso. Por eso preocupa que AMLO, habiendo hecho del combate a la corrupción su principal bandera de campaña, ahora se oponga a crear una fiscalía independiente y se incline por designar a un titular de la PGR como hasta ahora. En este tema le asiste la razón a los académicos y la social civil. Conclusión: si AMLO insiste, se habrá perdido de antemano esta batalla. Pero, ¿quién podrá decirle que está equivocado?