/ lunes 19 de febrero de 2018

AMlocovich

“… Con terquedad, con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada, voy a acabar con la corrupción, lo mismo con perseverancia, con convicción, con intransigencia, vamos a promover el desarrollo de México, va a haber crecimiento…” Andrés Manuel López Obrador.

La guerra sucia nació derrocada por sus mismos actores, por su deleznable papel como servidores públicos, por su corrupción y su impunidad. Hoy la locura que algunos le adjudican a AMLO es retomada por él mismo, de nuevo para mofarse y reconocer que en ella existe una connotación completamente distinta y que nuevamente significa la enorme diferencia entre su proceder y el de los políticos del régimen.

A lo largo de estos meses hemos atestiguado los intentos del régimen de reactivar la guerra sucia en contra de Andrés Manuel y el movimiento que encabeza para la transformación pacífica del país por la vía político-electoral. Tanto la clase política como sus asesores, refritean algunas de sus más elaboradas y añejas campañas: La secuela de “un peligro para México” aderezada con el apoyo ruso y la revolución bolivariana y acompañada de los motes de ambicioso, mesiánico, corrupto, un político igual a todos los demás e incluso “loco”, tan sólo por mencionar algunas de las más ponzoñosas y, a la vez, pintorescas alusiones en contra de López Obrador.

Sobre la supuesta locura de AMLO es él mismo quien se encarga de retomarla para enfatizar lo ridículo de los argumentos del régimen y de paso transforma el dicho para resaltar sus virtudes. Con ello maltrata nuevamente las aspiraciones monárquicas del que malgobierna Veracruz, resaltando la clara intención de éste para favorecer las encomiendas del régimen y obtener la venia para imponer a su hijo en el estado. La suerte de la monarquía veracruzana hace agua por todos lados y se encuentra al borde del naufragio, con un Cuitláhuac arriba en las encuestas, al igual que la fórmula de senadores y más de la mitad de los diputados y diputadas de mayoría relativa en los distritos federales y locales. En opinión de un servidor y de muchos otros, cuando el que malgobierna lo llama loco, genera un efecto  bumerang. La supuesta locura de Andrés Manuel el pasado domingo quedó ampliamente reconocida por él mismo, pero además se ha vuelto una especie de “locura colectiva” en donde radica la esperanza de los mexicanos de reformar el rumbo del país depositando su confianza en López Obrador y su proyecto alternativo de nación. La locura también se observa en los números de Morena como instituto político, creciendo a niveles insospechados. La locura igualmente se observa en las decisiones nodales del partido, en la participación directa de la militancia en espacios de representación popular, como la insaculación (o tómbola) que el fin de semana pasado colocó a cuatro veracruzanos (y una más por la vía externa) en la lista de posibles diputados federales plurinominales y otorga a los ciudadanos una participación directa en la transformación y un desprendimiento de los órganos de dirección de posibles cotos de poder obtenidos por los otros partidos por la vía del trueque de postulaciones a favor de beneficios personales.

Así pues, la supuesta locura existe. Es la locura de cada mexicano ansioso de un cambio de régimen, la locura de creer que es posible, la locura de desterrar de la vida pública personajes que se obstinan en mirar los cargos como un botín para beneficios personales. La locura de transformar en 2018 a Veracruz y la nación entera. La locura se puede llamar AMlocovich. Esta locura luce imparable y nos llevará de la mano a todos los mexicanos y así Juntos Haremos Historia.

“… Con terquedad, con necedad, con perseverancia, rayando en la locura, de manera obcecada, voy a acabar con la corrupción, lo mismo con perseverancia, con convicción, con intransigencia, vamos a promover el desarrollo de México, va a haber crecimiento…” Andrés Manuel López Obrador.

La guerra sucia nació derrocada por sus mismos actores, por su deleznable papel como servidores públicos, por su corrupción y su impunidad. Hoy la locura que algunos le adjudican a AMLO es retomada por él mismo, de nuevo para mofarse y reconocer que en ella existe una connotación completamente distinta y que nuevamente significa la enorme diferencia entre su proceder y el de los políticos del régimen.

A lo largo de estos meses hemos atestiguado los intentos del régimen de reactivar la guerra sucia en contra de Andrés Manuel y el movimiento que encabeza para la transformación pacífica del país por la vía político-electoral. Tanto la clase política como sus asesores, refritean algunas de sus más elaboradas y añejas campañas: La secuela de “un peligro para México” aderezada con el apoyo ruso y la revolución bolivariana y acompañada de los motes de ambicioso, mesiánico, corrupto, un político igual a todos los demás e incluso “loco”, tan sólo por mencionar algunas de las más ponzoñosas y, a la vez, pintorescas alusiones en contra de López Obrador.

Sobre la supuesta locura de AMLO es él mismo quien se encarga de retomarla para enfatizar lo ridículo de los argumentos del régimen y de paso transforma el dicho para resaltar sus virtudes. Con ello maltrata nuevamente las aspiraciones monárquicas del que malgobierna Veracruz, resaltando la clara intención de éste para favorecer las encomiendas del régimen y obtener la venia para imponer a su hijo en el estado. La suerte de la monarquía veracruzana hace agua por todos lados y se encuentra al borde del naufragio, con un Cuitláhuac arriba en las encuestas, al igual que la fórmula de senadores y más de la mitad de los diputados y diputadas de mayoría relativa en los distritos federales y locales. En opinión de un servidor y de muchos otros, cuando el que malgobierna lo llama loco, genera un efecto  bumerang. La supuesta locura de Andrés Manuel el pasado domingo quedó ampliamente reconocida por él mismo, pero además se ha vuelto una especie de “locura colectiva” en donde radica la esperanza de los mexicanos de reformar el rumbo del país depositando su confianza en López Obrador y su proyecto alternativo de nación. La locura también se observa en los números de Morena como instituto político, creciendo a niveles insospechados. La locura igualmente se observa en las decisiones nodales del partido, en la participación directa de la militancia en espacios de representación popular, como la insaculación (o tómbola) que el fin de semana pasado colocó a cuatro veracruzanos (y una más por la vía externa) en la lista de posibles diputados federales plurinominales y otorga a los ciudadanos una participación directa en la transformación y un desprendimiento de los órganos de dirección de posibles cotos de poder obtenidos por los otros partidos por la vía del trueque de postulaciones a favor de beneficios personales.

Así pues, la supuesta locura existe. Es la locura de cada mexicano ansioso de un cambio de régimen, la locura de creer que es posible, la locura de desterrar de la vida pública personajes que se obstinan en mirar los cargos como un botín para beneficios personales. La locura de transformar en 2018 a Veracruz y la nación entera. La locura se puede llamar AMlocovich. Esta locura luce imparable y nos llevará de la mano a todos los mexicanos y así Juntos Haremos Historia.

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