/ domingo 9 de enero de 2022

¿Ante el reguero de cadáveres, que hará López Obrador?

Para quienes saben hacer política, como López Obrador, los avisos negativos no pasan inadvertidos. Toman nota de ellos y actúan en consecuencia.

En la era AMLO, así pasó con lo de Coahuila, con el resultado adverso para Morena en las elecciones en 2020, que hicieron suponer ilusamente que el PRI podría tener un resurgimiento a nivel nacional.

Un año después, si bien en ese estado del norte el PRI, en alianza con el PRD, logró buenos triunfos, en el resto del país el Movimiento de Regeneración Nacional obtuvo numerosas victorias y en algunos estados, como Veracruz, arrasó.

Así pasó también con los resultados electorales en la Ciudad de México. El Presidente esperaba que en la CDMX -donde gobierna quien desea que lo suceda- pasara lo que en el resto del país, pero inesperadamente la capital quedó dividida.

De ese aviso, que enojó sobremanera, AMLO tomó nota y rápidamente actuó. Quitó en cuestión de días al responsable de la coordinación general de Programas para el Desarrollo, Gabriel García Hernández, y lo regresó, sin poder alguno, al Senado.

Y a Ricardo Monreal, quien como coordinador en el Senado se reunía periódicamente con López Obrador, el Presidente lo terminó de enfriar y dejar de considerar para la sucesión.

¿Qué hará entonces ahora el presidente, dados los nuevos evidentes avisos, negativos y riesgosos, que están dándose con relación a la sucesión presidencial? El proceso de la sucesión ha empezado a tomar un curso no previsto por el Presidente, salpicado por la violencia y por los grupos criminales que operan por todo el país.

Para los observadores de la política nacional no es casual ni queda a nivel de guerra entre cárteles de la delincuencia organizada, lo sucedido en Zacatecas y lo que pasa en Veracruz, con el reguero de cadáveres.

Fue brutal el mensaje enviado a los Monreal, uno, Ricardo, coordinador de la Junta de Coordinación Política del Senado, y otro, David, gobernador de Zacatecas, con los diez cadáveres que dejaron en una camioneta frente al Palacio de Gobierno.

Como es brutal que arrojen nueve cadáveres en la peligrosa carretera de la zona de Cuenca del Papaloapan, con todo y cartulina de acusación, y después le sigan con otros cuatro cuerpos en Rinconada, cerca de Xalapa, y con otros dos descuartizados en San Rafael y Nautla.

El presidente López Obrador seguramente sabía que abrir la sucesión de manera tan anticipada, mostrando abiertamente su preferencia por la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, tendría sus riesgos, pero no habría esperado que se llegara a este nivel.

Con la fuerza presidencial en sus manos, con la popularidad que no ha tenido otro presidente, con todo lo aprendido en décadas de dedicarse a la política, optó por el destape muy anticipado.

¿Por qué lo hizo?, sus razones tendrá, pero un factor sería que está consciente que la Jefa de Gobierno no tiene la fuerza suficiente y que debe, con tiempo, estar en contacto con los grupos políticos y la población. Lo hizo Fidel Herrera en Veracruz con Javier Duarte, en la cúspide del poder. Anticipadamente lo mandó a uno y otro lado, lo hizo convivir y atender a todos los grupos y engañó con la verdad.

Pero cada hecho de este tipo tiene sus circunstancias y ahora vemos que el guion empieza a salirse de lo escrito.

Ya bastante violencia padecemos los mexicanos como para que ahora la gente la ligue a la política.

¿Qué hará el presidente López Obrador ante este nuevo giro que toma la sucesión presidencial? Sabe hacer política, conoce la naturaleza humana, premia y castiga. La cuestión es que en esta ocasión el problema se da en su mismo partido.

Es de suponerse que finalmente los aires de un norte violento pueden pegar más por Zacatecas que por Veracruz.

Para quienes saben hacer política, como López Obrador, los avisos negativos no pasan inadvertidos. Toman nota de ellos y actúan en consecuencia.

En la era AMLO, así pasó con lo de Coahuila, con el resultado adverso para Morena en las elecciones en 2020, que hicieron suponer ilusamente que el PRI podría tener un resurgimiento a nivel nacional.

Un año después, si bien en ese estado del norte el PRI, en alianza con el PRD, logró buenos triunfos, en el resto del país el Movimiento de Regeneración Nacional obtuvo numerosas victorias y en algunos estados, como Veracruz, arrasó.

Así pasó también con los resultados electorales en la Ciudad de México. El Presidente esperaba que en la CDMX -donde gobierna quien desea que lo suceda- pasara lo que en el resto del país, pero inesperadamente la capital quedó dividida.

De ese aviso, que enojó sobremanera, AMLO tomó nota y rápidamente actuó. Quitó en cuestión de días al responsable de la coordinación general de Programas para el Desarrollo, Gabriel García Hernández, y lo regresó, sin poder alguno, al Senado.

Y a Ricardo Monreal, quien como coordinador en el Senado se reunía periódicamente con López Obrador, el Presidente lo terminó de enfriar y dejar de considerar para la sucesión.

¿Qué hará entonces ahora el presidente, dados los nuevos evidentes avisos, negativos y riesgosos, que están dándose con relación a la sucesión presidencial? El proceso de la sucesión ha empezado a tomar un curso no previsto por el Presidente, salpicado por la violencia y por los grupos criminales que operan por todo el país.

Para los observadores de la política nacional no es casual ni queda a nivel de guerra entre cárteles de la delincuencia organizada, lo sucedido en Zacatecas y lo que pasa en Veracruz, con el reguero de cadáveres.

Fue brutal el mensaje enviado a los Monreal, uno, Ricardo, coordinador de la Junta de Coordinación Política del Senado, y otro, David, gobernador de Zacatecas, con los diez cadáveres que dejaron en una camioneta frente al Palacio de Gobierno.

Como es brutal que arrojen nueve cadáveres en la peligrosa carretera de la zona de Cuenca del Papaloapan, con todo y cartulina de acusación, y después le sigan con otros cuatro cuerpos en Rinconada, cerca de Xalapa, y con otros dos descuartizados en San Rafael y Nautla.

El presidente López Obrador seguramente sabía que abrir la sucesión de manera tan anticipada, mostrando abiertamente su preferencia por la jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, tendría sus riesgos, pero no habría esperado que se llegara a este nivel.

Con la fuerza presidencial en sus manos, con la popularidad que no ha tenido otro presidente, con todo lo aprendido en décadas de dedicarse a la política, optó por el destape muy anticipado.

¿Por qué lo hizo?, sus razones tendrá, pero un factor sería que está consciente que la Jefa de Gobierno no tiene la fuerza suficiente y que debe, con tiempo, estar en contacto con los grupos políticos y la población. Lo hizo Fidel Herrera en Veracruz con Javier Duarte, en la cúspide del poder. Anticipadamente lo mandó a uno y otro lado, lo hizo convivir y atender a todos los grupos y engañó con la verdad.

Pero cada hecho de este tipo tiene sus circunstancias y ahora vemos que el guion empieza a salirse de lo escrito.

Ya bastante violencia padecemos los mexicanos como para que ahora la gente la ligue a la política.

¿Qué hará el presidente López Obrador ante este nuevo giro que toma la sucesión presidencial? Sabe hacer política, conoce la naturaleza humana, premia y castiga. La cuestión es que en esta ocasión el problema se da en su mismo partido.

Es de suponerse que finalmente los aires de un norte violento pueden pegar más por Zacatecas que por Veracruz.