/ miércoles 7 de julio de 2021

Anticipar los tiempos debilita el poder

Bien sabido es por los mexicanos conscientes y enterados de sus derechos fundamentales y de las normas jurídicas que sustentan su base legal, que aún el presidente de la República tiene que sujetar sus actos al imperio de la ley fundamental, que es la Constitución, por ello es mal visto que en su declaración a los medios de comunicación esté coartando el derecho de los mexicanos en edad de votar, para elegir a quien habrá de suceder en la titularidad del Poder Ejecutivo al propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Todo servidor público, al asumir sus responsabilidades, debe rendir la protesta del buen desempeño del cargo, obtenido por elección popular o por designación. Los funcionarios deben limitar su actuación a lo que las leyes relativas les autoricen y no ejecutar acciones arbitrarias o caprichosas, como lo pretende AMLO al designar desde ahora a su sucesor o sucesora.

Bajo esas premisas, las últimas declaraciones del presidente López Obrador, con las que limita a seis militantes de Morena para sucederlo en la Presidencia de la República, va más allá de las facultades y obligaciones presidenciales, pues no se trata de nombrar a los integrantes del gabinete u otros empleados de la Unión, cuya remoción está sujeta a su decisión, sin que sea necesario en estos casos justificar legalmente el ascenso, destitución o renuncia de los colaboradores de confianza del presidente.

Los tiempos en política son fundamentales para que se obtengan buenos resultados, sobre todo tratándose de un proyecto político tan importante como lo es la elección del presidente de la República. La prudencia aconseja no anticipar el destape de quienes encubiertos en una función pública, comenzaron a trabajar en lo oscurito para llegar a Palacio Nacional.

Lo que puede ocurrir es que los demás aspirantes oponentes al que consideren puntero, lo desgasten para descalificarlo, difundiendo errores cometidos en la misma administración de la 4T, de la que todos forman parte, y finalmente terminen desgastando al jefe político de Morena, Andrés Manuel López Obrador.

No hay que descartar que al final del sexenio, al cuarto para las doce surja un séptimo personaje, que resulte vencedor para contender abanderado por Morena, en una jugada maquiavélica que permita a AMLO distraer a la opinión pública, que le reclama día con día no haber cumplido con las promesas de “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

Bien sabido es por los mexicanos conscientes y enterados de sus derechos fundamentales y de las normas jurídicas que sustentan su base legal, que aún el presidente de la República tiene que sujetar sus actos al imperio de la ley fundamental, que es la Constitución, por ello es mal visto que en su declaración a los medios de comunicación esté coartando el derecho de los mexicanos en edad de votar, para elegir a quien habrá de suceder en la titularidad del Poder Ejecutivo al propio presidente Andrés Manuel López Obrador.

Todo servidor público, al asumir sus responsabilidades, debe rendir la protesta del buen desempeño del cargo, obtenido por elección popular o por designación. Los funcionarios deben limitar su actuación a lo que las leyes relativas les autoricen y no ejecutar acciones arbitrarias o caprichosas, como lo pretende AMLO al designar desde ahora a su sucesor o sucesora.

Bajo esas premisas, las últimas declaraciones del presidente López Obrador, con las que limita a seis militantes de Morena para sucederlo en la Presidencia de la República, va más allá de las facultades y obligaciones presidenciales, pues no se trata de nombrar a los integrantes del gabinete u otros empleados de la Unión, cuya remoción está sujeta a su decisión, sin que sea necesario en estos casos justificar legalmente el ascenso, destitución o renuncia de los colaboradores de confianza del presidente.

Los tiempos en política son fundamentales para que se obtengan buenos resultados, sobre todo tratándose de un proyecto político tan importante como lo es la elección del presidente de la República. La prudencia aconseja no anticipar el destape de quienes encubiertos en una función pública, comenzaron a trabajar en lo oscurito para llegar a Palacio Nacional.

Lo que puede ocurrir es que los demás aspirantes oponentes al que consideren puntero, lo desgasten para descalificarlo, difundiendo errores cometidos en la misma administración de la 4T, de la que todos forman parte, y finalmente terminen desgastando al jefe político de Morena, Andrés Manuel López Obrador.

No hay que descartar que al final del sexenio, al cuarto para las doce surja un séptimo personaje, que resulte vencedor para contender abanderado por Morena, en una jugada maquiavélica que permita a AMLO distraer a la opinión pública, que le reclama día con día no haber cumplido con las promesas de “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.