/ miércoles 10 de febrero de 2021

Apuntes electorales y energía

Decíamos en líneas anteriores que si del lado del poder llegan a comentar lo que sea y con una frecuencia que abruma, ¿porque los críticos de un gobierno que así se comporta tendrían que limitarse a los hechos, que a veces lucen aburridos o nada efectivos para desmontar la avasallante propaganda oficial?

AMLO abusa de las verdades a medias, de los datos sin fundamento, de aseveraciones imposibles de cotejar, y lo mismo niega frecuentemente la realidad que formula anuncios o promesas cuya viabilidad o veracidad, al poco de ser formuladas, comienzan a crujir sin remedio.

Estamos a cuatro meses de la elección, valga la repetición, más grande de la historia de México. Pero también las intermedias más relevantes, después de aquellas de 1997, para definir el rumbo de la segunda mitad del sexenio y la futura configuración del sistema político mexicano.

No es exagerado decir que la diferencia entre un resultado y otro, en el caso de la elección de diputados federales, será un presidente frustrado con mucho Poder Legislativo capaz de enmendar la Constitución para hacer historia en un futuro lejano frente a los escasos resultados materiales de su gobierno, un presidente frustrado con poder acotado por el Congreso que llevaría, inevitablemente, a un enfrentamiento entre poderes de la Unión.

Y digo un presidente frustrado porque la situación económica, de salud pública y de inseguridad es de tal gravedad que AMLO, a pesar de sus intenciones, difícilmente dará buenas cuentas en los siguientes tres años, aunque sus programas sociales estén llevando bienestar inmediato a un segmento amplio de la población.

Todo lo anterior, empero pareciera que le cuesta poco al gobierno de Morena, manipular la verdad no se ha traducido hoy en una merma significativa de las probabilidades en los próximos comicios del partido en el poder.

Hasta ahora Morena sigue siendo el partido favorito, aunque lejos de lograr los triunfos de 2018. Será el partido más votado para la renovación de la Cámara de Diputados, pero no alcanzará de la mano de sus aliados la mayoría calificada (2/3), de la que hoy casi goza.

Respecto a las 30 elecciones locales, lo que está en juego, políticamente hablando, son los contrapesos verticales de los gobiernos locales frente a la Federación, por una parte, y la capacidad de Morena de construir una base electoral y clientelar para las próximas décadas, por la otra.

De las 30 entidades con elecciones locales, en 15 se elegirá gobernador. Hasta hace dos meses el marcador lucía 14-1: eso es, Morena parecía el favorito para llevarse la gubernatura en todas las entidades, salvo Querétaro, donde el PAN siempre "ha llevado ventaja". Hoy el marcador se ha balanceado. Morena es favorito en 7 entidades, pero sus pleitos internos y una coalición opositora amplia en 12 de los estados en contienda podrían incluso darle más triunfos al PRI y al PAN.

Se han conformado dos grandes bloques para la elección de junio, por un lado; y el PRI-PAN-PRD, por el otro; cada uno debe explicaciones a la sociedad.

Morena, por ejemplo, sobre su nuevo amor con el Partido Verde, aquel de oportunistas al que ayer tanto criticaban por ser aliado del "PRIAN". También su postura al escoger candidatos violadores, repulsivos y ofensivos para segmentos de la sociedad como Félix Salgado Macedonio, en Guerrero. Y por qué ha habido tanta opacidad en el mecanismo de encuestas que ha usado Morena para que, supuestamente, "el pueblo elija a sus candidatos".

La oposición debe explicar cómo coexisten hoy antiguos adversarios: cómo el agua y el aceite pueden generar gobiernos virtuosos en lugar de bombas de decepción. Asimismo, por qué las coaliciones del pasado, sobre todo aquellas de 2010 para gobernar entre PAN y PRD, dejaron gobiernos incompetentes y también corruptos en muchas entidades.

La pregunta es la magnitud que pagará Morena en esta ocasión. Y la capacidad de la oposición, tundida en 2018, para levantarse y caminar.

Decíamos en líneas anteriores que si del lado del poder llegan a comentar lo que sea y con una frecuencia que abruma, ¿porque los críticos de un gobierno que así se comporta tendrían que limitarse a los hechos, que a veces lucen aburridos o nada efectivos para desmontar la avasallante propaganda oficial?

AMLO abusa de las verdades a medias, de los datos sin fundamento, de aseveraciones imposibles de cotejar, y lo mismo niega frecuentemente la realidad que formula anuncios o promesas cuya viabilidad o veracidad, al poco de ser formuladas, comienzan a crujir sin remedio.

Estamos a cuatro meses de la elección, valga la repetición, más grande de la historia de México. Pero también las intermedias más relevantes, después de aquellas de 1997, para definir el rumbo de la segunda mitad del sexenio y la futura configuración del sistema político mexicano.

No es exagerado decir que la diferencia entre un resultado y otro, en el caso de la elección de diputados federales, será un presidente frustrado con mucho Poder Legislativo capaz de enmendar la Constitución para hacer historia en un futuro lejano frente a los escasos resultados materiales de su gobierno, un presidente frustrado con poder acotado por el Congreso que llevaría, inevitablemente, a un enfrentamiento entre poderes de la Unión.

Y digo un presidente frustrado porque la situación económica, de salud pública y de inseguridad es de tal gravedad que AMLO, a pesar de sus intenciones, difícilmente dará buenas cuentas en los siguientes tres años, aunque sus programas sociales estén llevando bienestar inmediato a un segmento amplio de la población.

Todo lo anterior, empero pareciera que le cuesta poco al gobierno de Morena, manipular la verdad no se ha traducido hoy en una merma significativa de las probabilidades en los próximos comicios del partido en el poder.

Hasta ahora Morena sigue siendo el partido favorito, aunque lejos de lograr los triunfos de 2018. Será el partido más votado para la renovación de la Cámara de Diputados, pero no alcanzará de la mano de sus aliados la mayoría calificada (2/3), de la que hoy casi goza.

Respecto a las 30 elecciones locales, lo que está en juego, políticamente hablando, son los contrapesos verticales de los gobiernos locales frente a la Federación, por una parte, y la capacidad de Morena de construir una base electoral y clientelar para las próximas décadas, por la otra.

De las 30 entidades con elecciones locales, en 15 se elegirá gobernador. Hasta hace dos meses el marcador lucía 14-1: eso es, Morena parecía el favorito para llevarse la gubernatura en todas las entidades, salvo Querétaro, donde el PAN siempre "ha llevado ventaja". Hoy el marcador se ha balanceado. Morena es favorito en 7 entidades, pero sus pleitos internos y una coalición opositora amplia en 12 de los estados en contienda podrían incluso darle más triunfos al PRI y al PAN.

Se han conformado dos grandes bloques para la elección de junio, por un lado; y el PRI-PAN-PRD, por el otro; cada uno debe explicaciones a la sociedad.

Morena, por ejemplo, sobre su nuevo amor con el Partido Verde, aquel de oportunistas al que ayer tanto criticaban por ser aliado del "PRIAN". También su postura al escoger candidatos violadores, repulsivos y ofensivos para segmentos de la sociedad como Félix Salgado Macedonio, en Guerrero. Y por qué ha habido tanta opacidad en el mecanismo de encuestas que ha usado Morena para que, supuestamente, "el pueblo elija a sus candidatos".

La oposición debe explicar cómo coexisten hoy antiguos adversarios: cómo el agua y el aceite pueden generar gobiernos virtuosos en lugar de bombas de decepción. Asimismo, por qué las coaliciones del pasado, sobre todo aquellas de 2010 para gobernar entre PAN y PRD, dejaron gobiernos incompetentes y también corruptos en muchas entidades.

La pregunta es la magnitud que pagará Morena en esta ocasión. Y la capacidad de la oposición, tundida en 2018, para levantarse y caminar.