/ jueves 19 de noviembre de 2020

Aquí y ahora

Al haber reconvenido los modos y estándares de vida acostumbrados, de la misma forma cambiaron nuestra vida en lo general y particular. Lo establecido cambia, muta para transformar, se derrumba para construir.

Las facetas comunes de la sociedad mexicana han sido modificadas. El nuevo orden mundial aportará un futuro promisorio a nuestro país. El 20 de enero del próximo año el señor Trump tomará sus pesadas maletas empresariales, no sin antes modificar ciertas letras a las leyes de su país, dejando así las gotas de una venganza aparente, todo lo más que pueda en contra del que será el nuevo presidente yanqui. Joe Biden, de 78 años de edad, no está en nada desprovisto de asesoría y apoyo logístico para enfrentar la peor crisis económica y sanitaria que le tocará sortear junto con los países del norte de América.

Canadá, México y Estados Unidos habrán de resurgir en forma de un pacto trilateral las grandes obras de infraestructura ferroviaria, portuaria, carretera y demás; serán inversiones multimillonarias en nuestro territorio. El señor presidente Andrés Manuel López Obrador, a mi parecer ha barajado con maestría sus cartas en su relación con el imperio. Se hace notoria la presencia política de un hombre esencial, un político de raigambre socialista, que sabe manejar el vendaval político que algunos medios le arrojan al presidente mexicano; me refiero a Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores.

Por otro lado, Trump sigue corriendo a la gente cercana que considera inepta para sus propósitos de continuidad en el cargo. Corrió al que fuera director del Pentágono, a varios altos mandos de su administración; un bufete de juristas renunció en automático, a sabiendas que no podrían defender la obstinación del todavía presidente gringo.

Estos y otros indicadores nos aportan la idea que aquí y ahora, por el bien de todos, fue acertada la invitación de Trump al presidente mexicano, de mero espejismo. En cambio, el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aportó servilmente toda su fuerza política al imperio, mostrándose como un incondicional aliado de Trump, situación que lo hace ver como un presidente poco eficaz e irresponsable, en especial con las medidas de cuidado y preservación ambiental del Amazonas.

Joe Biden tiene un espíritu ecologista y Trump destrabó las leyes de Obama, una en el sentido de no usar la quema de carbón masivamente para generar electricidad. Los yanquis poseen varias centrales nucleoeléctricas, capaces de producir, en teoría, energía mucho más limpia y desde luego, eficiente.

Las críticas internas en México van por la vía del proceso electoral aquí y ahora. Si bien no habrá un solo gobierno perfecto en ninguna latitud del mundo, se apuesta dentro del esquema plural de la democracia a renovar autoridades. Que si bien siempre he sostenido que las elecciones nos salen muy caras, económicamente hablando, también son necesarias para expresar y desfogar el ánimo social de toda la ciudadanía.

En esta ocasión el oficialismo deberá elegir a sus mejores elementos para ser competitivos en las urnas. La enorme figura de nuestro presidente se erige un tanto dentro y fuera de proceso electoral, aún con ello veremos alianzas a favor o en contra del obradorismo. En nuestras manos estará el futuro inmediato del equilibrio interno de los intereses patrios.

Al haber reconvenido los modos y estándares de vida acostumbrados, de la misma forma cambiaron nuestra vida en lo general y particular. Lo establecido cambia, muta para transformar, se derrumba para construir.

Las facetas comunes de la sociedad mexicana han sido modificadas. El nuevo orden mundial aportará un futuro promisorio a nuestro país. El 20 de enero del próximo año el señor Trump tomará sus pesadas maletas empresariales, no sin antes modificar ciertas letras a las leyes de su país, dejando así las gotas de una venganza aparente, todo lo más que pueda en contra del que será el nuevo presidente yanqui. Joe Biden, de 78 años de edad, no está en nada desprovisto de asesoría y apoyo logístico para enfrentar la peor crisis económica y sanitaria que le tocará sortear junto con los países del norte de América.

Canadá, México y Estados Unidos habrán de resurgir en forma de un pacto trilateral las grandes obras de infraestructura ferroviaria, portuaria, carretera y demás; serán inversiones multimillonarias en nuestro territorio. El señor presidente Andrés Manuel López Obrador, a mi parecer ha barajado con maestría sus cartas en su relación con el imperio. Se hace notoria la presencia política de un hombre esencial, un político de raigambre socialista, que sabe manejar el vendaval político que algunos medios le arrojan al presidente mexicano; me refiero a Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores.

Por otro lado, Trump sigue corriendo a la gente cercana que considera inepta para sus propósitos de continuidad en el cargo. Corrió al que fuera director del Pentágono, a varios altos mandos de su administración; un bufete de juristas renunció en automático, a sabiendas que no podrían defender la obstinación del todavía presidente gringo.

Estos y otros indicadores nos aportan la idea que aquí y ahora, por el bien de todos, fue acertada la invitación de Trump al presidente mexicano, de mero espejismo. En cambio, el actual presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, aportó servilmente toda su fuerza política al imperio, mostrándose como un incondicional aliado de Trump, situación que lo hace ver como un presidente poco eficaz e irresponsable, en especial con las medidas de cuidado y preservación ambiental del Amazonas.

Joe Biden tiene un espíritu ecologista y Trump destrabó las leyes de Obama, una en el sentido de no usar la quema de carbón masivamente para generar electricidad. Los yanquis poseen varias centrales nucleoeléctricas, capaces de producir, en teoría, energía mucho más limpia y desde luego, eficiente.

Las críticas internas en México van por la vía del proceso electoral aquí y ahora. Si bien no habrá un solo gobierno perfecto en ninguna latitud del mundo, se apuesta dentro del esquema plural de la democracia a renovar autoridades. Que si bien siempre he sostenido que las elecciones nos salen muy caras, económicamente hablando, también son necesarias para expresar y desfogar el ánimo social de toda la ciudadanía.

En esta ocasión el oficialismo deberá elegir a sus mejores elementos para ser competitivos en las urnas. La enorme figura de nuestro presidente se erige un tanto dentro y fuera de proceso electoral, aún con ello veremos alianzas a favor o en contra del obradorismo. En nuestras manos estará el futuro inmediato del equilibrio interno de los intereses patrios.