/ domingo 28 de abril de 2019

Bruta

Fuerza sin justicia...

La conseja popular en México nos dice que a veces se tapa un hoyo destapando otro, lo cual viene como anillo al dedo para mencionar el caso del inicio de actividades de la llamada Guardia Nacional, por instrucciones directas del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien apurado por la creciente inseguridad en el sur de la entidad veracruzana y en la Cuenca del Papaloapan, colindante con el estado de Oaxaca, muy al estilo mexicano no esperó a que se dieran los tiempos para reglamentar este naciente cuerpo de seguridad, que al menos en las reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se establece que sus elementos se regirán por una doctrina policial fundada en el servicio a la sociedad, la disciplina, el respeto a los derechos humanos, al imperio de la ley, al mando superior y en lo conducente a la perspectiva de género.

Diversas voces especializadas se han manifestado advirtiendo el riesgo de que la Guardia Nacional no cuente con reglamentación específica y, por ende, con manuales de operación para realizar sus actividades y normar su comportamiento, esto por lo que se ha conocido de otros países de nuestro mismo continente, demostrando la certeza de aquello que dice el refrán popular, en el sentido de que nadie experimenta en cabeza ajena.

No obstante y obligado por la imperante necesidad de devolverle la tranquilidad a los veracruzanos del sur del estado y los que radican en las colindancias con la vecina entidad oaxaqueña, en la Cuenca del Papaloapan, Andrés Manuel López Obrador hizo uso de su jerarquía como comandante supremo de las fuerzas armadas para activar la Guardia Nacional, en Minatitlán, Veracruz, y en Tuxtepec, Oaxaca, lo cual pudiera quedar como una ocurrente acción populista para tratar de acallar las voces que reclaman seguridad y justicia.

La seguridad podría recobrarse en Veracruz atiborrando las ciudades con elementos de la Guardia Nacional, al menos eso piensan quienes sacan la Guardia por las calles de Veracruz, pero se ve muy difícil que suceda lo mismo con la justicia, pues el encargado de la procuración de la misma en Veracruz, el fiscal general del estado Jorge Winckler Ortiz, está prácticamente aislado, sin relación alguna con el Poder Ejecutivo estatal, por su esencia yunista —que no panista— que le hace no ser confiable para quienes circunstancialmente están al frente de la administración estatal veracruzana.

Ayer domingo, por ejemplo, en el municipio de Tierra Blanca, Veracruz, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez encabezó la sesión de la llamada Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, en la que participaron los representantes de los tres órdenes de gobierno involucrados en las tareas de seguridad, evento en el que no estuvo presente el fiscal general Jorge Winckler, lo cual refrenda ese rompimiento con tan importante área para la procuración de justicia.

La descoordinación entre fuerza y justicia en la entidad veracruzana, insistimos, será el motivo por el que se sigan dando casos, graves, por cierto, en los que presuntos delincuentes, aun cuando fueron detenidos por la fuerza preventiva de seguridad pública en flagrancia, quedaron en libertad porque la Fiscalía no estructuró adecuadamente los procedimientos para enjuiciar a los infractores.

Por el bien de Veracruz y de los veracruzanos es urgente y prioritario que se resuelva esta situación que mantiene distantes a quien tiene la fuerza policiaca y al que procura la justicia. Sin eso, la presencia de la Guardia Nacional en Veracruz será sólo demostración de fuerza, pero no de la requerida justicia para que en nuestro estado deje de campear la impunidad.

guadalupehmar@yahoo.com

Fuerza sin justicia...

La conseja popular en México nos dice que a veces se tapa un hoyo destapando otro, lo cual viene como anillo al dedo para mencionar el caso del inicio de actividades de la llamada Guardia Nacional, por instrucciones directas del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, quien apurado por la creciente inseguridad en el sur de la entidad veracruzana y en la Cuenca del Papaloapan, colindante con el estado de Oaxaca, muy al estilo mexicano no esperó a que se dieran los tiempos para reglamentar este naciente cuerpo de seguridad, que al menos en las reformas a la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, se establece que sus elementos se regirán por una doctrina policial fundada en el servicio a la sociedad, la disciplina, el respeto a los derechos humanos, al imperio de la ley, al mando superior y en lo conducente a la perspectiva de género.

Diversas voces especializadas se han manifestado advirtiendo el riesgo de que la Guardia Nacional no cuente con reglamentación específica y, por ende, con manuales de operación para realizar sus actividades y normar su comportamiento, esto por lo que se ha conocido de otros países de nuestro mismo continente, demostrando la certeza de aquello que dice el refrán popular, en el sentido de que nadie experimenta en cabeza ajena.

No obstante y obligado por la imperante necesidad de devolverle la tranquilidad a los veracruzanos del sur del estado y los que radican en las colindancias con la vecina entidad oaxaqueña, en la Cuenca del Papaloapan, Andrés Manuel López Obrador hizo uso de su jerarquía como comandante supremo de las fuerzas armadas para activar la Guardia Nacional, en Minatitlán, Veracruz, y en Tuxtepec, Oaxaca, lo cual pudiera quedar como una ocurrente acción populista para tratar de acallar las voces que reclaman seguridad y justicia.

La seguridad podría recobrarse en Veracruz atiborrando las ciudades con elementos de la Guardia Nacional, al menos eso piensan quienes sacan la Guardia por las calles de Veracruz, pero se ve muy difícil que suceda lo mismo con la justicia, pues el encargado de la procuración de la misma en Veracruz, el fiscal general del estado Jorge Winckler Ortiz, está prácticamente aislado, sin relación alguna con el Poder Ejecutivo estatal, por su esencia yunista —que no panista— que le hace no ser confiable para quienes circunstancialmente están al frente de la administración estatal veracruzana.

Ayer domingo, por ejemplo, en el municipio de Tierra Blanca, Veracruz, el gobernador Cuitláhuac García Jiménez encabezó la sesión de la llamada Mesa de Coordinación para la Construcción de la Paz, en la que participaron los representantes de los tres órdenes de gobierno involucrados en las tareas de seguridad, evento en el que no estuvo presente el fiscal general Jorge Winckler, lo cual refrenda ese rompimiento con tan importante área para la procuración de justicia.

La descoordinación entre fuerza y justicia en la entidad veracruzana, insistimos, será el motivo por el que se sigan dando casos, graves, por cierto, en los que presuntos delincuentes, aun cuando fueron detenidos por la fuerza preventiva de seguridad pública en flagrancia, quedaron en libertad porque la Fiscalía no estructuró adecuadamente los procedimientos para enjuiciar a los infractores.

Por el bien de Veracruz y de los veracruzanos es urgente y prioritario que se resuelva esta situación que mantiene distantes a quien tiene la fuerza policiaca y al que procura la justicia. Sin eso, la presencia de la Guardia Nacional en Veracruz será sólo demostración de fuerza, pero no de la requerida justicia para que en nuestro estado deje de campear la impunidad.

guadalupehmar@yahoo.com

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