/ lunes 12 de febrero de 2018

Burla y farsa

Como los partidos políticos, a través de sus diputados y senadores, son los que hacen las leyes, éstas siempre están a su modo, para favorecerlos. Lo vemos ahora, una vez más, con todo lo relativo al proceso electoral.

Al pueblo le vendieron la idea de que las campañas con motivo de las elecciones serían más cortas, lo que fue bien recibido, pero ha sido otra mentira.

Resulta que ahora tenemos precampañas, intercampañas y campañas, por lo que durante más de medio año los mexicanos seremos bombardeados con promesas y mentiras.

Por lo pronto, luego de 60 días, terminaron las precampañas, en las que supuestamente los precandidatos a la presidencia y a las gubernaturas se dirigieron a los militantes de sus organizaciones para que terminaran aceptándolos como sus candidatos.

Vaya farsa. Las precampañas son campañas y todos los precandidatos hacen proselitismo abierto a la población, pues sus mensajes sólo son matizados con la frase de que los dirigen a los miembros de los partidos que los postulan.

En esta tapa tuvieron derecho a miles y miles de spots, mediante los cuales dijeron lo que quisieron, por cierto, está más que visto, nada en concreto para resolver los principales problemas del país. Sólo promesas, acusaciones mutuas y cancioncitas.

Y en medio de ese bombardeo propagandístico los millones de mexicanos que no militan en ningún partido seguramente se tapan los oídos y no escuchan los mensajes de los precandidatos.

En fin, concluyeron ayer las precampañas y a estas alturas ya hay hartazgo de la gente. ¡Peeeerooooo!...

Pero ahora vienen otros 40 días de intercampañas, para totalizar 100 antes de que, a partir del 30 de marzo y durante 3 meses, nos terminen de atormentar con su proselitismo.

Por cierto, ¿qué es eso de las intercampañas? Pues supuestamente durante el lapso referido los partidos tendrán la oportunidad de arreglar sus conflictos internos y terminar de concretar las candidaturas a las diputaciones y senadurías.

Por lo tanto los candidatos no podrán hacer proselitismo, es decir, no podrán exhortar al voto ni encabezar eventos públicos. Tampoco pueden aparecer en spots de sus partidos.

Sí pueden dar entrevistas a los medios de comunicación, sin atacar a rivales ni llamar al voto. Y pueden tener reuniones de carácter privado.

Ya veremos cómo interpretan esto los partidos y los candidatos, y cómo interviene el Instituto Nacional Electoral (INE), que al menos en las precampañas no pudo impedir que éstas se transformaran en campañas.

Han sido 60 días de tortura para los mexicanos y todo para qué, si el pueblo sigue viendo igual a los involucrados en la lucha por la presidencia.

A José Meade no se sabe bien a bien si es priista, panista, verde o ciudadano. Lo que propone aún no está identificado.

Ricardo Anaya no puede quitarse lo de las denuncias por enriquecimiento inexplicable. Sus propuestas tampoco han sido identificadas.

Andrés Manuel quiso aparentar ser otro, pero no pudo; es el mismo de siempre. Tan es así que lo que más daño le ha hecho es lo que sale de su boca.

Y los independientes andan tan bajos, que pocos los toman en serio.

Como los partidos políticos, a través de sus diputados y senadores, son los que hacen las leyes, éstas siempre están a su modo, para favorecerlos. Lo vemos ahora, una vez más, con todo lo relativo al proceso electoral.

Al pueblo le vendieron la idea de que las campañas con motivo de las elecciones serían más cortas, lo que fue bien recibido, pero ha sido otra mentira.

Resulta que ahora tenemos precampañas, intercampañas y campañas, por lo que durante más de medio año los mexicanos seremos bombardeados con promesas y mentiras.

Por lo pronto, luego de 60 días, terminaron las precampañas, en las que supuestamente los precandidatos a la presidencia y a las gubernaturas se dirigieron a los militantes de sus organizaciones para que terminaran aceptándolos como sus candidatos.

Vaya farsa. Las precampañas son campañas y todos los precandidatos hacen proselitismo abierto a la población, pues sus mensajes sólo son matizados con la frase de que los dirigen a los miembros de los partidos que los postulan.

En esta tapa tuvieron derecho a miles y miles de spots, mediante los cuales dijeron lo que quisieron, por cierto, está más que visto, nada en concreto para resolver los principales problemas del país. Sólo promesas, acusaciones mutuas y cancioncitas.

Y en medio de ese bombardeo propagandístico los millones de mexicanos que no militan en ningún partido seguramente se tapan los oídos y no escuchan los mensajes de los precandidatos.

En fin, concluyeron ayer las precampañas y a estas alturas ya hay hartazgo de la gente. ¡Peeeerooooo!...

Pero ahora vienen otros 40 días de intercampañas, para totalizar 100 antes de que, a partir del 30 de marzo y durante 3 meses, nos terminen de atormentar con su proselitismo.

Por cierto, ¿qué es eso de las intercampañas? Pues supuestamente durante el lapso referido los partidos tendrán la oportunidad de arreglar sus conflictos internos y terminar de concretar las candidaturas a las diputaciones y senadurías.

Por lo tanto los candidatos no podrán hacer proselitismo, es decir, no podrán exhortar al voto ni encabezar eventos públicos. Tampoco pueden aparecer en spots de sus partidos.

Sí pueden dar entrevistas a los medios de comunicación, sin atacar a rivales ni llamar al voto. Y pueden tener reuniones de carácter privado.

Ya veremos cómo interpretan esto los partidos y los candidatos, y cómo interviene el Instituto Nacional Electoral (INE), que al menos en las precampañas no pudo impedir que éstas se transformaran en campañas.

Han sido 60 días de tortura para los mexicanos y todo para qué, si el pueblo sigue viendo igual a los involucrados en la lucha por la presidencia.

A José Meade no se sabe bien a bien si es priista, panista, verde o ciudadano. Lo que propone aún no está identificado.

Ricardo Anaya no puede quitarse lo de las denuncias por enriquecimiento inexplicable. Sus propuestas tampoco han sido identificadas.

Andrés Manuel quiso aparentar ser otro, pero no pudo; es el mismo de siempre. Tan es así que lo que más daño le ha hecho es lo que sale de su boca.

Y los independientes andan tan bajos, que pocos los toman en serio.