/ domingo 3 de junio de 2018

Cafeticultura causa imposible

Los productores de café de México son, quizá para algunos un segmento minoritario intrascendente de la actividad económica, lo que no es el mercado amplio que diariamente ven y que la generalidad de nuestros coterráneos consume en casa o en cafeterías.

En nuestro país por doquier se establecen puntos de venta, que ofrecen todo tipo de café en tasa o tostados; desde el tradicional americano hasta el irlandés, con variedades y orígenes diferentes: fuerte, extrafuerte, suave, descafeinado, de México, Colombia, Brasil, África, Vietnam: mezclado con todo tipo de leches y hasta de tés, hay especialidad y hasta sofisticación.

¿Pero qué sucede con el pequeño campesino productor?, nada, lo que menos le importa a él es el mercado y lo que compran los consumidores, menos mejorar su parcela o pequeña propiedad, ¿Por qué?, sabe que lo que pudiera invertir no tiene recuperación, se conforma con cosechar lo que dé la tierra, al precio que le pague el intermediario, coyote o comprador.

Año con año es lo mismo, en la cosecha del ciclo 2017-2018, en la zona cafetalera de las altas montañas de Veracruz, se inició pagando en la zona baja a $ 5.00 y 6.00 el kg, el café cereza, en el apogeo se compró en la zona alta hasta en $ 10.00, finalizando la misma su precio no excedió los $ 6.00.

De acuerdo con declaraciones de Ronald Peters, de la empresa multinacional de Promocafe, entidad de análisis e investigación del producto, radicada en Guatemala, en el ciclo 2017-2018 se pagó la libra a 1.20 usd., cuando los costos están sobre 1.60 us dlls la libra.

Según Amecafe en la zona de Veracruz hay 90,248 productores, con un total de predios de 137,704, con una superficie de hectáreas de 138,427.48, lo trabajan: 64,190 hombres y 26,011 mujeres. (2010.Fuente: SIAP-Sagarpa-Amecafe).

Cierto es que el padrón de cafeticultores no lo ha concluido Sagarpa, el último censo nacional lo integran 270 mil productores, y la estimación conservadora existente es de 470 mil productores y de 600 mil hectáreas hay 350 mil consideradas, o sea más del 50% está afuera.

Los tiempos en que florecieron grandes empresa y empresarios de café en la zona centro del estado de Veracruz en la segunda mitad del siglo pasado, simplemente desaparecieron, quedan aquellos que se han transformado y adecuado al mercado: de exportadores se convirtieron en importadores, del café oro al torrificado, descafeinado y solubles.

La situación cambió a partir que se rompió el convenio internacional del precio del café, se liquidó al Inmencafe, la última institución del gobierno que apoyaba este cultivo, que tenía una importante infraestructura de investigación y de técnicas de producción cercana al productor, con viveros altamente tecnificado de semillas y plantas adecuadas a las zonas cafetaleras de México.

En su lugar el gobierno mexicano creó la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, la cual integra a todos los productos agropecuarios y sus cadenas productivas, bajo el esquema Sistemas-Producto, manejado por la Sagarpa, con espejo en los estados, en la cual se crea para el café un ombudsman (¿?), todos los integrantes de la cadena productiva y de consumo: productores, exportadores, comercializadores, prestadores de servicio, insumos, consumidores, tostadores.

¿Quién ganó con esto? Pues el capital o sea todos los que no son productores. Y el campesino está sumido por la corrupción y en la impunidad, con un campo al cual le cayó todo tipo de plagas como la roya y los líderes.

Al campo cafeticultor se le destina actualmente 700 millones de pesos anuales, ¿qué son para el estado mexicano estos millones?, como dijera un distinguido empresario cafeticultor: cuentas de servicio o propinas.

De esta cantidad, 100 millones son para los grandes y 600 para mejorar los cultivos y la variedad de la planta, ¿cuánto le dan al campesino?; saben que pasa:

Lo citan las autoridades de agricultura en un campo deportivo a las 9 am, en una fila le dan un folio, en otra le asignan la cantidad a cobrar a los más, $ 250.00, para ello hizo unas colas multitudinarias de varias horas; al final con el folio y el importe y su número de filiación del padrón, lo mandan al otro día al Bancomer donde la cola es similar, pero las molestias son mayores por los reclamos de los cuentahabientes y el escaso personal de atención del banco.

Por otra parte, los insumos hacen imposible su compra, los tradicionales se cotizan en dólares que son los químicos: formula 18-12-6 y Urea, su precio al campesino es superior a los $ 6,500.00 la tonelada, o bien los mineralizados que son bianuales donde su precio es más accesible pero el campesino lo tiene que adquirir a más de $ 3,000.00.

No tiene caso hablar de más costos de producción, la cafeticultora está abandonada en México, solo ganan los que tiene el capital, el productor solo se queda con el 2 por ciento de lo que paga un consumidor; de un kilogramo de café tostado salen casi 80 tasas las cuales se venden de $ 25 a $ 50.00 c/u.

Ahora que un luchador cafeticultor social como Julio Espinoza Morales participa dentro de la CNC y tiene mayor participación en las decisiones, deberá mejorar las condiciones de este segmento productivo, abandonado por el gobierno federal y en manos de un ombudsman, que disque cuida la cadena productiva.

La cafeticultora debe cambiar; ¡el campo es primero!, slogan revolucionario, de justicia social.

JFA 03.06.18

Los productores de café de México son, quizá para algunos un segmento minoritario intrascendente de la actividad económica, lo que no es el mercado amplio que diariamente ven y que la generalidad de nuestros coterráneos consume en casa o en cafeterías.

En nuestro país por doquier se establecen puntos de venta, que ofrecen todo tipo de café en tasa o tostados; desde el tradicional americano hasta el irlandés, con variedades y orígenes diferentes: fuerte, extrafuerte, suave, descafeinado, de México, Colombia, Brasil, África, Vietnam: mezclado con todo tipo de leches y hasta de tés, hay especialidad y hasta sofisticación.

¿Pero qué sucede con el pequeño campesino productor?, nada, lo que menos le importa a él es el mercado y lo que compran los consumidores, menos mejorar su parcela o pequeña propiedad, ¿Por qué?, sabe que lo que pudiera invertir no tiene recuperación, se conforma con cosechar lo que dé la tierra, al precio que le pague el intermediario, coyote o comprador.

Año con año es lo mismo, en la cosecha del ciclo 2017-2018, en la zona cafetalera de las altas montañas de Veracruz, se inició pagando en la zona baja a $ 5.00 y 6.00 el kg, el café cereza, en el apogeo se compró en la zona alta hasta en $ 10.00, finalizando la misma su precio no excedió los $ 6.00.

De acuerdo con declaraciones de Ronald Peters, de la empresa multinacional de Promocafe, entidad de análisis e investigación del producto, radicada en Guatemala, en el ciclo 2017-2018 se pagó la libra a 1.20 usd., cuando los costos están sobre 1.60 us dlls la libra.

Según Amecafe en la zona de Veracruz hay 90,248 productores, con un total de predios de 137,704, con una superficie de hectáreas de 138,427.48, lo trabajan: 64,190 hombres y 26,011 mujeres. (2010.Fuente: SIAP-Sagarpa-Amecafe).

Cierto es que el padrón de cafeticultores no lo ha concluido Sagarpa, el último censo nacional lo integran 270 mil productores, y la estimación conservadora existente es de 470 mil productores y de 600 mil hectáreas hay 350 mil consideradas, o sea más del 50% está afuera.

Los tiempos en que florecieron grandes empresa y empresarios de café en la zona centro del estado de Veracruz en la segunda mitad del siglo pasado, simplemente desaparecieron, quedan aquellos que se han transformado y adecuado al mercado: de exportadores se convirtieron en importadores, del café oro al torrificado, descafeinado y solubles.

La situación cambió a partir que se rompió el convenio internacional del precio del café, se liquidó al Inmencafe, la última institución del gobierno que apoyaba este cultivo, que tenía una importante infraestructura de investigación y de técnicas de producción cercana al productor, con viveros altamente tecnificado de semillas y plantas adecuadas a las zonas cafetaleras de México.

En su lugar el gobierno mexicano creó la Ley de Desarrollo Rural Sustentable, la cual integra a todos los productos agropecuarios y sus cadenas productivas, bajo el esquema Sistemas-Producto, manejado por la Sagarpa, con espejo en los estados, en la cual se crea para el café un ombudsman (¿?), todos los integrantes de la cadena productiva y de consumo: productores, exportadores, comercializadores, prestadores de servicio, insumos, consumidores, tostadores.

¿Quién ganó con esto? Pues el capital o sea todos los que no son productores. Y el campesino está sumido por la corrupción y en la impunidad, con un campo al cual le cayó todo tipo de plagas como la roya y los líderes.

Al campo cafeticultor se le destina actualmente 700 millones de pesos anuales, ¿qué son para el estado mexicano estos millones?, como dijera un distinguido empresario cafeticultor: cuentas de servicio o propinas.

De esta cantidad, 100 millones son para los grandes y 600 para mejorar los cultivos y la variedad de la planta, ¿cuánto le dan al campesino?; saben que pasa:

Lo citan las autoridades de agricultura en un campo deportivo a las 9 am, en una fila le dan un folio, en otra le asignan la cantidad a cobrar a los más, $ 250.00, para ello hizo unas colas multitudinarias de varias horas; al final con el folio y el importe y su número de filiación del padrón, lo mandan al otro día al Bancomer donde la cola es similar, pero las molestias son mayores por los reclamos de los cuentahabientes y el escaso personal de atención del banco.

Por otra parte, los insumos hacen imposible su compra, los tradicionales se cotizan en dólares que son los químicos: formula 18-12-6 y Urea, su precio al campesino es superior a los $ 6,500.00 la tonelada, o bien los mineralizados que son bianuales donde su precio es más accesible pero el campesino lo tiene que adquirir a más de $ 3,000.00.

No tiene caso hablar de más costos de producción, la cafeticultora está abandonada en México, solo ganan los que tiene el capital, el productor solo se queda con el 2 por ciento de lo que paga un consumidor; de un kilogramo de café tostado salen casi 80 tasas las cuales se venden de $ 25 a $ 50.00 c/u.

Ahora que un luchador cafeticultor social como Julio Espinoza Morales participa dentro de la CNC y tiene mayor participación en las decisiones, deberá mejorar las condiciones de este segmento productivo, abandonado por el gobierno federal y en manos de un ombudsman, que disque cuida la cadena productiva.

La cafeticultora debe cambiar; ¡el campo es primero!, slogan revolucionario, de justicia social.

JFA 03.06.18