/ jueves 19 de noviembre de 2020

Caso Cienfuegos

“Cienfuegos era inocente, el caso amenazaba seriamente con caerse, y antes de rayar en un ridículo de tamaño monumental, Trump aprovechó para agradecer a López Obrador su actitud ante la victoria de Biden, desestimando los cargos contra el exmando de la Sedena”, me dijo ayer una fuente en Palacio Nacional.

Me hacen saber que así como en su momento Trump pidió que AMLO viajara a Washington en plena campaña por su reelección, en esta ocasión, (y antes del relevo presidencial en EU), la Cancillería negoció la devolución del favor solicitando una consideración en el caso de Cienfuegos.

Las cosas no serán las mismas cuando llegue Biden a la Casa Blanca. Si bien es cierto las relaciones diplomáticas aceitadas entre México y EU son necesarias para ambos países, las facilidades hacia AMLO y Marcelo Ebrard distarán de las recibidas por Trump y su equipo.

En la madrugada del pasado 26 de octubre, en la acostumbrada junta previa a la mañanera, los ánimos de un mando militar se caldearon al grado de enfrentar al Presidente. “Violaron nuestra soberanía al investigar aquí sin informarnos; indagaron en nuestros dominios sin hacernos partícipes de ello; fue un atropello a nuestra dignidad”.

La firmeza del reclamo obligó a que AMLO reiterara que días antes le habían notificado de la investigación a Cienfuegos, cuando en realidad sólo había recibido un par de avisos que, de ninguna manera, asomaban la seriedad de la investigación contra el General. De ahí que Ebrard apresurara la nota diplomática para inconformarse por lo ocurrido.

Semanas antes le informaron a López Obrador que una gran parte de las Fuerzas Armadas no le veía con buenos ojos. “Sí, el Presidente ha recargado en nosotros muchas responsabilidades, nos aumentó el presupuesto, pero hay algo que está por encima de cualquier privilegio: el honor”, me dijo un vocero militar.

La necesidad por traer de regreso a Cienfuegos apremiaba, más aún cuando se sabía que las pruebas en su contra eran endebles. Fue así como el gobierno de AMLO obtuvo el último (o quizá único) gran favor de Trump y el Fiscal Barr: disminuir los ánimos adversos en las Fuerzas Armadas mexicanas contra su Presidente.

El pasado 9 de diciembre del año anterior revelé que Trump pidió a López Obrador sacara de inmediato a Evo Morales de México. “No lo quiero cerca de mi país. Es una burla”. Un día después el expresidente boliviano partía.

Fuentes en Palacio Nacional me comentan que la negociación por Cienfuegos estuvo a punto de caerse, (no porque resultara culpable, sino por un tema de orgullo), y entonces fue necesario traer aquel tema de Evo Morales a colación.

Trump hizo una jugada de tres bandas al retirar los cargos contra Cienfuegos: agradeció el trato de México a Biden, saldó aquella deuda añeja por Evo, y de paso, dejó otra vez comprometido a AMLO. ¿Qué pedirá a cambio? Eso mismo se preguntan varios cercanos a López Obrador en Palacio.

alejandroaguirre77@gmail.com

“Cienfuegos era inocente, el caso amenazaba seriamente con caerse, y antes de rayar en un ridículo de tamaño monumental, Trump aprovechó para agradecer a López Obrador su actitud ante la victoria de Biden, desestimando los cargos contra el exmando de la Sedena”, me dijo ayer una fuente en Palacio Nacional.

Me hacen saber que así como en su momento Trump pidió que AMLO viajara a Washington en plena campaña por su reelección, en esta ocasión, (y antes del relevo presidencial en EU), la Cancillería negoció la devolución del favor solicitando una consideración en el caso de Cienfuegos.

Las cosas no serán las mismas cuando llegue Biden a la Casa Blanca. Si bien es cierto las relaciones diplomáticas aceitadas entre México y EU son necesarias para ambos países, las facilidades hacia AMLO y Marcelo Ebrard distarán de las recibidas por Trump y su equipo.

En la madrugada del pasado 26 de octubre, en la acostumbrada junta previa a la mañanera, los ánimos de un mando militar se caldearon al grado de enfrentar al Presidente. “Violaron nuestra soberanía al investigar aquí sin informarnos; indagaron en nuestros dominios sin hacernos partícipes de ello; fue un atropello a nuestra dignidad”.

La firmeza del reclamo obligó a que AMLO reiterara que días antes le habían notificado de la investigación a Cienfuegos, cuando en realidad sólo había recibido un par de avisos que, de ninguna manera, asomaban la seriedad de la investigación contra el General. De ahí que Ebrard apresurara la nota diplomática para inconformarse por lo ocurrido.

Semanas antes le informaron a López Obrador que una gran parte de las Fuerzas Armadas no le veía con buenos ojos. “Sí, el Presidente ha recargado en nosotros muchas responsabilidades, nos aumentó el presupuesto, pero hay algo que está por encima de cualquier privilegio: el honor”, me dijo un vocero militar.

La necesidad por traer de regreso a Cienfuegos apremiaba, más aún cuando se sabía que las pruebas en su contra eran endebles. Fue así como el gobierno de AMLO obtuvo el último (o quizá único) gran favor de Trump y el Fiscal Barr: disminuir los ánimos adversos en las Fuerzas Armadas mexicanas contra su Presidente.

El pasado 9 de diciembre del año anterior revelé que Trump pidió a López Obrador sacara de inmediato a Evo Morales de México. “No lo quiero cerca de mi país. Es una burla”. Un día después el expresidente boliviano partía.

Fuentes en Palacio Nacional me comentan que la negociación por Cienfuegos estuvo a punto de caerse, (no porque resultara culpable, sino por un tema de orgullo), y entonces fue necesario traer aquel tema de Evo Morales a colación.

Trump hizo una jugada de tres bandas al retirar los cargos contra Cienfuegos: agradeció el trato de México a Biden, saldó aquella deuda añeja por Evo, y de paso, dejó otra vez comprometido a AMLO. ¿Qué pedirá a cambio? Eso mismo se preguntan varios cercanos a López Obrador en Palacio.

alejandroaguirre77@gmail.com