/ viernes 3 de agosto de 2018

¿Cómo es que saben?

Se cuentan por decenas los robos a cuentahabientes de instituciones bancarias en Veracruz. La situación es alarmante porque prácticamente todos los días nos enteramos por la prensa de que alguna persona fue a un banco, cambió un cheque o hizo un retiro y en segundos, sí, en segundos, los malditos delincuentes llegan a la sucursal o metros más adelante interceptan a la persona, la amagan y le hurtan los recursos que acaba de retirar. En el mejor de los casos sólo queda en el susto y la impotencia de no poder hacer nada; pero en otras ocasiones, luego de oponer resistencia, son baleadas o asesinadas. De allí que el gobernador del estado, Miguel Ángel Yunes Linares, tenga razón al exigir que las instituciones bancarias refuercen su seguridad y acaten los protocolos cuando un ciudadano realiza el retiro o depósito de valores; incluso, el propio gobernador ha ofrecido públicamente el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública para acompañar a las personas cuando requieren retirar fuertes sumas de dinero.

Pero lo lamentable, amigo lector, es que una situación de esta naturaleza debe contar con la complicidad de quienes atienden las sucursales bancarias. Me resisto a creer que tanto los elementos de seguridad que se encuentran al interior de los bancos como los cajeros sean ajenos a ello; sobre todo porque la información que se publica en los medios de comunicación refiere siempre que los montos oscilan entre 20 mil y 200 mil pesos; incluso ha habido casos donde la cifra supera el medio millón de pesos. Esto significa que alguien les da el “pitazo”, como comúnmente se dice, a los delincuentes desde dentro del banco, pues cómo es que saben cuánto dinero acaba de retirar, dónde lo llevan, etcétera. Por tal motivo es necesario que las instituciones bancarias supervisen el trabajo de quienes atienden a los ciudadanos desde las ventanillas. Yo en lo personal he tenido que hacer algunos trámites en los bancos y varias veces me sorprende ver a personas que se encuentran dentro de la institución sentadas o a paradas sin que se note que estén realizando alguna gestión, pues no están formadas en las filas de las ventanillas ni tampoco para ser atendidas por un ejecutivo bancario.

Aunque mueve a sospecha su presencia, no hay elementos suficientes para cuestionar por qué razón están allí; más tratándose de instituciones privadas. Lo cierto es que hace bien el gobernador del estado en poner sobre la mesa la necesidad de que los bancos hagan bien su trabajo y cuiden la integridad de sus cuentahabientes. Repito, me resisto a creer que tanto cajeros como personal de seguridad de los mismos —no todos, aclaro— sean ajenos a estos hechos. Alguna vez platicando con una persona que acababan de asaltar en estas condiciones, me dijo: “clarito vi cómo el cajero, mientras me atendía, miraba a una persona detrás de mí y con señas le indicaba hacia mí, nunca pude denunciarlo porque no me constaba que fuera su cómplice, pero estoy segura que así era”.

Ojalá que las instituciones bancarias tomen cartas en el asunto y, efectivamente, como lo anunció el gobernador, todas aquellas sucursales que carezcan de las mínimas condiciones de seguridad para las personas sean clausuradas en tanto modifican sus protocolos de atención y acatan las medidas legales para evitar que más veracruzanos sigan siendo asaltados dentro y fuera de los bancos.

POSDATA:

Ya ni la burla perdona Manuel Bartlett Díaz. Negar lo innegable es subestimar la inteligencia de la sociedad. Por supuesto que fue partícipe del fraude de 1988. Hasta dónde llega la ruindad y la mendicidad política con tal de seguir pegado a la ubre presupuestal. Pero lo que no tuvo progenitora fue el calificativo con el que Gerardo Fernández Noroña se refirió a Bartlett al calificarlo como un “patriota”. Por favor, más seriedad señores.


mariodanielbadillo@hotmail.com



Se cuentan por decenas los robos a cuentahabientes de instituciones bancarias en Veracruz. La situación es alarmante porque prácticamente todos los días nos enteramos por la prensa de que alguna persona fue a un banco, cambió un cheque o hizo un retiro y en segundos, sí, en segundos, los malditos delincuentes llegan a la sucursal o metros más adelante interceptan a la persona, la amagan y le hurtan los recursos que acaba de retirar. En el mejor de los casos sólo queda en el susto y la impotencia de no poder hacer nada; pero en otras ocasiones, luego de oponer resistencia, son baleadas o asesinadas. De allí que el gobernador del estado, Miguel Ángel Yunes Linares, tenga razón al exigir que las instituciones bancarias refuercen su seguridad y acaten los protocolos cuando un ciudadano realiza el retiro o depósito de valores; incluso, el propio gobernador ha ofrecido públicamente el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública para acompañar a las personas cuando requieren retirar fuertes sumas de dinero.

Pero lo lamentable, amigo lector, es que una situación de esta naturaleza debe contar con la complicidad de quienes atienden las sucursales bancarias. Me resisto a creer que tanto los elementos de seguridad que se encuentran al interior de los bancos como los cajeros sean ajenos a ello; sobre todo porque la información que se publica en los medios de comunicación refiere siempre que los montos oscilan entre 20 mil y 200 mil pesos; incluso ha habido casos donde la cifra supera el medio millón de pesos. Esto significa que alguien les da el “pitazo”, como comúnmente se dice, a los delincuentes desde dentro del banco, pues cómo es que saben cuánto dinero acaba de retirar, dónde lo llevan, etcétera. Por tal motivo es necesario que las instituciones bancarias supervisen el trabajo de quienes atienden a los ciudadanos desde las ventanillas. Yo en lo personal he tenido que hacer algunos trámites en los bancos y varias veces me sorprende ver a personas que se encuentran dentro de la institución sentadas o a paradas sin que se note que estén realizando alguna gestión, pues no están formadas en las filas de las ventanillas ni tampoco para ser atendidas por un ejecutivo bancario.

Aunque mueve a sospecha su presencia, no hay elementos suficientes para cuestionar por qué razón están allí; más tratándose de instituciones privadas. Lo cierto es que hace bien el gobernador del estado en poner sobre la mesa la necesidad de que los bancos hagan bien su trabajo y cuiden la integridad de sus cuentahabientes. Repito, me resisto a creer que tanto cajeros como personal de seguridad de los mismos —no todos, aclaro— sean ajenos a estos hechos. Alguna vez platicando con una persona que acababan de asaltar en estas condiciones, me dijo: “clarito vi cómo el cajero, mientras me atendía, miraba a una persona detrás de mí y con señas le indicaba hacia mí, nunca pude denunciarlo porque no me constaba que fuera su cómplice, pero estoy segura que así era”.

Ojalá que las instituciones bancarias tomen cartas en el asunto y, efectivamente, como lo anunció el gobernador, todas aquellas sucursales que carezcan de las mínimas condiciones de seguridad para las personas sean clausuradas en tanto modifican sus protocolos de atención y acatan las medidas legales para evitar que más veracruzanos sigan siendo asaltados dentro y fuera de los bancos.

POSDATA:

Ya ni la burla perdona Manuel Bartlett Díaz. Negar lo innegable es subestimar la inteligencia de la sociedad. Por supuesto que fue partícipe del fraude de 1988. Hasta dónde llega la ruindad y la mendicidad política con tal de seguir pegado a la ubre presupuestal. Pero lo que no tuvo progenitora fue el calificativo con el que Gerardo Fernández Noroña se refirió a Bartlett al calificarlo como un “patriota”. Por favor, más seriedad señores.


mariodanielbadillo@hotmail.com



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