/ jueves 8 de octubre de 2020

Compromisos de AMLO de sumas y restas

Pues bien, no es extraño. Sólo el Presidente y su equipo dicen que tenemos “el mejor gobierno en el peor momento”.

Quienes tenemos la oportunidad de poder escribir intentamos ofrecer información, dotarla de contexto y aportar conocimiento. Como es natural, no siempre logra uno hacerlo, pero ese es el objetivo de nuestro trabajo. Hay quienes están dedicados a obtener información novedosa que caben mejor en el término “periodista”, según suele utilizarse. Otros más bien nos dedicamos a aportar estructura y contexto, y se nos aplica el mote de “columnistas”. Cada uno de nosotros tiene una forma diferente de ver el mundo, y una opinión diferente de cómo querríamos que fuese. Debido a ello, podemos coincidir más o menos con otros autores, con políticos, con empresarios, con pensadores o artistas.

Pero nuestro trabajo no se destina a ellos, sino a los lectores. Cada uno de nosotros intenta aportar algo que ayude al lector a entender mejor lo que vivimos.

El trabajo de la prensa no es gobernar. Ni siquiera criticar al gobierno o a quienes están en la oposición. El trabajo es informar, poner en contexto, aportar herramientas, para que los lectores puedan formar su propia opinión. Si los hechos y datos que tenemos que informar son negativos, si las acciones de gobierno destruyen valor y estructura, si la actitud de los políticos es hostil, nada de eso es culpa de la prensa: ni de los reporteros, ni de directivos, ni de columnistas. No es trabajo del gobierno hablar de la libertad de expresión, ni comentar o criticar lo que hace la prensa. Su trabajo, simplemente, es gobernar.

¿Qué será peor que un virus como el Covid-19, que ha matado en el mundo a más de un millón de personas, de las cuales un poco más del 12 por ciento han ocurrido en México, o un discurso que difunde el virus del odio, la soberbia, la división social, el encono, premia la incapacidad y paraliza a las instituciones públicas?

En México no se respeta el Estado de derecho, no hay certeza jurídica ni legalidad y tampoco se han desarrollado contrapesos republicanos, apunta el coordinador del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, en la Cámara de Diputados.

Tiene razón el legislador y no se trata de visiones partidistas, sino de observar la realidad con objetividad, más allá de filias y fobias y con ojo crítico.

Actualmente México está enfermo de varios cánceres que ya hicieron metástasis en áreas neurales de la gobernanza.

El país se desmorona porque quiebran sus valores y las instituciones. Se padece del cáncer crónico de la pobreza y la desigualdad, de una economía que no distribuye el ingreso y eso pasa por educación, salud, alimentación, seguridad social, nutrición, vivienda y sobre todo, el ingreso familiar.

Pues bien, si el gobierno de AMLO está en quiebra, por qué se sorprenden que busque hasta por debajo de las piedras el dinero que les falta para seguir fondeando los programas político-asistenciales y la construcción de la refinería que está en el lago de Dos Bocas, el aeropuerto de los mamuts y el tren que devastará la selva del sureste del país.

Los fideicomisos, las Afore y las reservas internacionales del Banco de México están en la mira del gobierno de la autollamada 4T, y no descansarán hasta que entren los recursos que manejan a las arcas de la SHCP.

Con el pretexto de la pandemia, están jalando dinero de todos lados, pero lo paradójico es que directamente no se ha canalizado recurso alguno.

En resumen, los recursos producto de la deuda que ha contraído el gobierno de México y ahora el billete de los fideicomisos no van a contrarrestar los efectos de la crisis económica y sanitaria, sino a fortalecer los propósitos electorales del presidente de la República.

Pues bien, no es extraño. Sólo el Presidente y su equipo dicen que tenemos “el mejor gobierno en el peor momento”.

Quienes tenemos la oportunidad de poder escribir intentamos ofrecer información, dotarla de contexto y aportar conocimiento. Como es natural, no siempre logra uno hacerlo, pero ese es el objetivo de nuestro trabajo. Hay quienes están dedicados a obtener información novedosa que caben mejor en el término “periodista”, según suele utilizarse. Otros más bien nos dedicamos a aportar estructura y contexto, y se nos aplica el mote de “columnistas”. Cada uno de nosotros tiene una forma diferente de ver el mundo, y una opinión diferente de cómo querríamos que fuese. Debido a ello, podemos coincidir más o menos con otros autores, con políticos, con empresarios, con pensadores o artistas.

Pero nuestro trabajo no se destina a ellos, sino a los lectores. Cada uno de nosotros intenta aportar algo que ayude al lector a entender mejor lo que vivimos.

El trabajo de la prensa no es gobernar. Ni siquiera criticar al gobierno o a quienes están en la oposición. El trabajo es informar, poner en contexto, aportar herramientas, para que los lectores puedan formar su propia opinión. Si los hechos y datos que tenemos que informar son negativos, si las acciones de gobierno destruyen valor y estructura, si la actitud de los políticos es hostil, nada de eso es culpa de la prensa: ni de los reporteros, ni de directivos, ni de columnistas. No es trabajo del gobierno hablar de la libertad de expresión, ni comentar o criticar lo que hace la prensa. Su trabajo, simplemente, es gobernar.

¿Qué será peor que un virus como el Covid-19, que ha matado en el mundo a más de un millón de personas, de las cuales un poco más del 12 por ciento han ocurrido en México, o un discurso que difunde el virus del odio, la soberbia, la división social, el encono, premia la incapacidad y paraliza a las instituciones públicas?

En México no se respeta el Estado de derecho, no hay certeza jurídica ni legalidad y tampoco se han desarrollado contrapesos republicanos, apunta el coordinador del PAN, Juan Carlos Romero Hicks, en la Cámara de Diputados.

Tiene razón el legislador y no se trata de visiones partidistas, sino de observar la realidad con objetividad, más allá de filias y fobias y con ojo crítico.

Actualmente México está enfermo de varios cánceres que ya hicieron metástasis en áreas neurales de la gobernanza.

El país se desmorona porque quiebran sus valores y las instituciones. Se padece del cáncer crónico de la pobreza y la desigualdad, de una economía que no distribuye el ingreso y eso pasa por educación, salud, alimentación, seguridad social, nutrición, vivienda y sobre todo, el ingreso familiar.

Pues bien, si el gobierno de AMLO está en quiebra, por qué se sorprenden que busque hasta por debajo de las piedras el dinero que les falta para seguir fondeando los programas político-asistenciales y la construcción de la refinería que está en el lago de Dos Bocas, el aeropuerto de los mamuts y el tren que devastará la selva del sureste del país.

Los fideicomisos, las Afore y las reservas internacionales del Banco de México están en la mira del gobierno de la autollamada 4T, y no descansarán hasta que entren los recursos que manejan a las arcas de la SHCP.

Con el pretexto de la pandemia, están jalando dinero de todos lados, pero lo paradójico es que directamente no se ha canalizado recurso alguno.

En resumen, los recursos producto de la deuda que ha contraído el gobierno de México y ahora el billete de los fideicomisos no van a contrarrestar los efectos de la crisis económica y sanitaria, sino a fortalecer los propósitos electorales del presidente de la República.