/ viernes 18 de diciembre de 2020

Con corazón de Padre

Con motivo del 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal, el santo padre Francisco ha firmado el pasado 8 de diciembre, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, su más reciente documento, la carta apostólica “Patris corde”, la cual constituye un verdadero himno a san José.

Es un texto escrito con la nobleza, sencillez y espiritualidad de alguien que ha conocido a san José desde la experiencia de la oración. Su extensión es menor a los cien párrafos, con un aparato bibliográfico serio y contundente. Comienza con la descripción que hacen los evangelios de san José y termina con una bella plegaria suplicándole la gracia de la conversión.

De san José sabemos su trabajo, fue un humilde carpintero, sabemos que se desposó con María y que fue un hombre verdaderamente justo. Presto para hacer -siempre y en todo- la voluntad de Dios. Libró con su familia la persecución hasta llegar al lugar del nacimiento, donde fue testigo de la adoración a su hijo. Ha sido él quien le puso nombre a Jesús, lo presentó en el templo. Siendo, por eso, después de María quien más espacio ocupa en el Magisterio pontificio.

Todos podemos encontrar en san José al hombre que pasa desapercibido, al hombre de la presencia diaria, discreta, oculta, así como a un verdadero intercesor, un apoyo seguro y un verdadero guía para los tiempos difíciles. Él nos recuerda, porque en él están representados todos los que están aparentemente ocultos, en segunda línea, aquellos que, tras bambalinas tienen una misión intransferible en la historia de la salvación; un protagonismo sin igual.

El papa habla de san José a partir de siete grandes expresiones: padre amado, donde se le reconoce su paternidad como el gran servicio al misterio, por esa razón es un padre amado por el pueblo cristiano. Padre de la ternura, sentimiento que expresa el amor de José por su hijo y por todos nosotros. Padre de la obediencia, su vida es el testimonio de la obediencia, nunca dudó en obedecer la voz de Dios. Padre de la acogida, todo su actuar es el testimonio de quien sabe acoger, haciendo de esto el modo en que manifestó el don de la fortaleza que le concedió el Espíritu Santo. Padre de la valentía creativa, confiando en Dios supo salir adelante y con valentía frente a todos los obstáculos que su misión le presentó. Padre trabajador, que con su trabajo se ganó el sustento de su vida. Y, por último, padre de la sombra, que con casto amor cuidó de su familia.

Con motivo del 150 aniversario de la declaración de san José como patrono de la Iglesia universal, el santo padre Francisco ha firmado el pasado 8 de diciembre, en la solemnidad de la Inmaculada Concepción, su más reciente documento, la carta apostólica “Patris corde”, la cual constituye un verdadero himno a san José.

Es un texto escrito con la nobleza, sencillez y espiritualidad de alguien que ha conocido a san José desde la experiencia de la oración. Su extensión es menor a los cien párrafos, con un aparato bibliográfico serio y contundente. Comienza con la descripción que hacen los evangelios de san José y termina con una bella plegaria suplicándole la gracia de la conversión.

De san José sabemos su trabajo, fue un humilde carpintero, sabemos que se desposó con María y que fue un hombre verdaderamente justo. Presto para hacer -siempre y en todo- la voluntad de Dios. Libró con su familia la persecución hasta llegar al lugar del nacimiento, donde fue testigo de la adoración a su hijo. Ha sido él quien le puso nombre a Jesús, lo presentó en el templo. Siendo, por eso, después de María quien más espacio ocupa en el Magisterio pontificio.

Todos podemos encontrar en san José al hombre que pasa desapercibido, al hombre de la presencia diaria, discreta, oculta, así como a un verdadero intercesor, un apoyo seguro y un verdadero guía para los tiempos difíciles. Él nos recuerda, porque en él están representados todos los que están aparentemente ocultos, en segunda línea, aquellos que, tras bambalinas tienen una misión intransferible en la historia de la salvación; un protagonismo sin igual.

El papa habla de san José a partir de siete grandes expresiones: padre amado, donde se le reconoce su paternidad como el gran servicio al misterio, por esa razón es un padre amado por el pueblo cristiano. Padre de la ternura, sentimiento que expresa el amor de José por su hijo y por todos nosotros. Padre de la obediencia, su vida es el testimonio de la obediencia, nunca dudó en obedecer la voz de Dios. Padre de la acogida, todo su actuar es el testimonio de quien sabe acoger, haciendo de esto el modo en que manifestó el don de la fortaleza que le concedió el Espíritu Santo. Padre de la valentía creativa, confiando en Dios supo salir adelante y con valentía frente a todos los obstáculos que su misión le presentó. Padre trabajador, que con su trabajo se ganó el sustento de su vida. Y, por último, padre de la sombra, que con casto amor cuidó de su familia.