/ domingo 6 de septiembre de 2020

¿Conoce a un alcalde ratero?

El próximo año, si en estas semanas hubiera un milagro legal, o en 2024, cuando sean las siguientes elecciones municipales, pero en Veracruz ya habrá reelección de alcaldes. ¿Qué tan positivo o negativo será eso?

Ya pueden reelegirse los diputados y ahora van los presidentes municipales, así es que solo faltará que puedan hacerlo los gobernadores, los senadores y…¡el presidente de la República!

Es cierto que cada vez está más lejana la Revolución, que inició hace prácticamente 110 años con el lema principal de sufragio efectivo, no reelección y con el tema de la exigencia del reparto de la tierra. Un millón de mexicanos, se nos dice, murieron por esas causas.

Así es que durante casi todo el siglo pasado fue tema tabú, pero todo cambia y primero se dio la demanda de que los diputados pudieran reelegirse.

El argumento fue sencillo: Muchos de los que llegan a las Cámaras no tienen o tienen muy poca idea de lo que es legislar, aprenden al segundo o tercer año del ejercicio legislativo, cuando están por irse; es costoso para el país ese aprendizaje, así que debe haber parlamentarios de carrera, es decir, que puedan reelegirse varias veces según sus resultados.

Luego se dio paso a la petición de la reelección de alcaldes. Ya podían repetir en el cargo, cuantas veces pudieran, pero dejando pasar obligatoriamente un periodo de mando municipal.

Y es en ese nivel donde la reelección genera más críticas. Si bien los diputados pueden causar igual o más daño que un edil, con leyes que atenten contra la economía, aumentando impuestos, perjudicando a los bienes nacionales o aprobando presupuestos disparatados, por decir algo, los alcaldes tienen cercanía total con el pueblo y se sienten más sus buenas, regulares o pésimas actuaciones.

Podrá decirse que si hacen mal su trabajo la ciudadanía les dará de patadas en vez de votos si se presentan a la reelección, pero…

Pero no es así de sencillo. Para empezar los ediles disponen de algo con lo que no cuentan los diputados y ese algo es presupuesto, es decir, dinero.

El dinero obligatoriamente deben utilizarlo en obras, acciones de apoyo, alumbrado, limpia, pago de nómina, o sea, en todo lo que indica el presupuesto, pero…

Ya sabemos cómo es esto. El presupuesto muchas veces es desviado, la autoridad cobra el diezmo (que nos dicen ya anda por el 30% del total de lo que cuesta una obra), el servicio de agua potable es una mina de oro, los ambulantes contribuyen a la causa y los dueños de bares también aportan por fuera de la caja de la tesorería.

De acuerdo al tamaño del municipio y su movimiento poblacional y comercial, se engrosan en proporción no las arcas del ayuntamiento, sino del alcalde.

¿Así que si un presidente municipal hace un mal papel en la alcaldía, tendría asegurada su derrota al presentarse a una reelección? No lo creo.

Basta ver cómo, a falta de reelección, en los últimos años algunos malos ediles (también algunos buenos) han heredado el poder a esposas, hijos, hermanos, novias y demás.

Un edil sinvergüenza sí tendrá posibilidades de reelegirse. Parte de lo robado lo podrá utilizar en promoverse y, como se estila en estos casos, dar migajas a cambio de votos.

En fin, esto de la reelección de alcaldes tiene su límite. Menos mal, porque no se conoce a nadie que, reelecto y reelecto en un cargo público, por más buen comienzo que haya tenido, termine bien; al menos se convierte en sátrapa.

El próximo año, si en estas semanas hubiera un milagro legal, o en 2024, cuando sean las siguientes elecciones municipales, pero en Veracruz ya habrá reelección de alcaldes. ¿Qué tan positivo o negativo será eso?

Ya pueden reelegirse los diputados y ahora van los presidentes municipales, así es que solo faltará que puedan hacerlo los gobernadores, los senadores y…¡el presidente de la República!

Es cierto que cada vez está más lejana la Revolución, que inició hace prácticamente 110 años con el lema principal de sufragio efectivo, no reelección y con el tema de la exigencia del reparto de la tierra. Un millón de mexicanos, se nos dice, murieron por esas causas.

Así es que durante casi todo el siglo pasado fue tema tabú, pero todo cambia y primero se dio la demanda de que los diputados pudieran reelegirse.

El argumento fue sencillo: Muchos de los que llegan a las Cámaras no tienen o tienen muy poca idea de lo que es legislar, aprenden al segundo o tercer año del ejercicio legislativo, cuando están por irse; es costoso para el país ese aprendizaje, así que debe haber parlamentarios de carrera, es decir, que puedan reelegirse varias veces según sus resultados.

Luego se dio paso a la petición de la reelección de alcaldes. Ya podían repetir en el cargo, cuantas veces pudieran, pero dejando pasar obligatoriamente un periodo de mando municipal.

Y es en ese nivel donde la reelección genera más críticas. Si bien los diputados pueden causar igual o más daño que un edil, con leyes que atenten contra la economía, aumentando impuestos, perjudicando a los bienes nacionales o aprobando presupuestos disparatados, por decir algo, los alcaldes tienen cercanía total con el pueblo y se sienten más sus buenas, regulares o pésimas actuaciones.

Podrá decirse que si hacen mal su trabajo la ciudadanía les dará de patadas en vez de votos si se presentan a la reelección, pero…

Pero no es así de sencillo. Para empezar los ediles disponen de algo con lo que no cuentan los diputados y ese algo es presupuesto, es decir, dinero.

El dinero obligatoriamente deben utilizarlo en obras, acciones de apoyo, alumbrado, limpia, pago de nómina, o sea, en todo lo que indica el presupuesto, pero…

Ya sabemos cómo es esto. El presupuesto muchas veces es desviado, la autoridad cobra el diezmo (que nos dicen ya anda por el 30% del total de lo que cuesta una obra), el servicio de agua potable es una mina de oro, los ambulantes contribuyen a la causa y los dueños de bares también aportan por fuera de la caja de la tesorería.

De acuerdo al tamaño del municipio y su movimiento poblacional y comercial, se engrosan en proporción no las arcas del ayuntamiento, sino del alcalde.

¿Así que si un presidente municipal hace un mal papel en la alcaldía, tendría asegurada su derrota al presentarse a una reelección? No lo creo.

Basta ver cómo, a falta de reelección, en los últimos años algunos malos ediles (también algunos buenos) han heredado el poder a esposas, hijos, hermanos, novias y demás.

Un edil sinvergüenza sí tendrá posibilidades de reelegirse. Parte de lo robado lo podrá utilizar en promoverse y, como se estila en estos casos, dar migajas a cambio de votos.

En fin, esto de la reelección de alcaldes tiene su límite. Menos mal, porque no se conoce a nadie que, reelecto y reelecto en un cargo público, por más buen comienzo que haya tenido, termine bien; al menos se convierte en sátrapa.