/ viernes 15 de octubre de 2021

Consejo Académico para la Calidad Educativa

En fecha reciente un colectivo de estudios educativos convocó a postular profesionales o instituciones que ejerzan o participen en actividades relacionadas con el proceso de enseñanza y aprendizaje, cuya dedicación y/o actividad sea ejemplo para elevar la calidad de la educación.

Los seleccionados recibirán la distinción al “Mérito Educativo” que otorga el Consejo Académico para la Calidad Educativa (CACE). Este premio reconoce la trayectoria en el ámbito educativo para la construcción y mejora de dichos procesos en Latinoamérica.

El CACE es una comunidad académica particular, sin fines de lucro, constituida por profesionales de la educación que ejercen o participan en actividades relacionadas con el proceso de enseñanza-aprendizaje. Todos ellos laboran en prestigiosas instituciones educativas locales, nacionales e internacionales. La sede de este cuerpo académico es Xalapa, Veracruz; lo integran 25 consejeros y tiene tres años de haberse formado.

El Consejo Directivo Fundador está integrado por: Oldair de Jesús Luna Cadena, consejero presidente; Jorge Hernández Vicente, consejero secretario; Navila Xenyace Castillo Espinosa, asesora jurídica; María de Lourdes Suárez Jarvio, consejera vicepresidente; Dalia Edith Pérez Castañeda, consejera secretaria adjunta; María Victoria López Espinosa, consejera de Administración y Finanzas; Sergio Eduardo de la Torre Jaramillo, coordinador de asesores; Acela Medina Servín, asesora de Vinculación Educativa; Claudia Elena Montero Rivera, asesora de Comunicación Social; José Giovanni Maldonado Ramírez, consejero vicepresidente adjunto; Mireya Isabel Martínez de la Luz, Coordinación de Profesionalización Educativa; Héctor Guadalupe González Contreras, asesor en Competitividad Educativa; Sandra Carro Pecci y María Guadalupe Venteño Jaramillo en la Coordinación de Consejo Editorial.

Haber escogido como propósito fundamental la calidad de la educación los ha llevado a reflexionar sobre ¿qué es una buena educación? Entendemos que sobre ella se ha dicho mucho en teorías, definiciones, experiencias, prácticas. Baste recordar los comentarios al respecto de Pablo Latapí Serra. Él señalaba que hay cuatro campos inseparables que motivaban la reflexión sobre una educación de calidad: formación del carácter, formación de la inteligencia, los sentimientos y la libertad. Son abstracciones que se han conformado a través de largos procesos de maduración y que reflejan una manera de ver la vida. El carácter comprende valores, principios, actitudes, hábitos, manera de ser de las personas. Una buena educación debería conformar el concepto de que la vida es para algo, que procure que un individuo sea consciente de sus actos.

Otra esfera es educar la inteligencia. Haber adquirido los conocimientos necesarios para ubicarse en el mundo, lograr las destrezas fundamentales, las capacidades de abstracción, de análisis, en otras palabras, aprender a pensar y aprender a aprender.

También manejar algunos conceptos especializados, sobre todo para poder desempeñar trabajos productivos. En resumen, una educación de calidad incluye una cultura general, ciencias, habilidades o competencias intelectuales y conocimientos especializados aplicables. Las habilidades formales implican saber comunicarse, tener la capacidad formal de convencer, y dichas habilidades se adquieren a través de las humanidades, las ciencias y matemáticas. La educación de la inteligencia es fundamental para una buena educación.

En una educación de calidad hay que tomar en cuenta los sentimientos, éstos conllevan a nuestras decisiones afectivas, simpatías, antipatías o prejuicios que influyen a la hora que atendamos más unos argumentos que otros. Formar conciencia de ello es indispensable para aprender a pensar y someterlos a una autocrítica continúa y objetiva. Y sobre la educación para la libertad responsable, se debe considerar que es una finalidad insustituible porque con ella se observa cómo de manera crítica los educandos forman sus juicios morales. Esto es, la educación de la responsabilidad a largo de la vida es el fin de una buena educación.

El colectivo que se aborda tiene muy claro su propósito, sobre todo su compromiso con la educación; para enriquecer su labor académica puntualiza sus acciones a través de reconocimientos, talleres, conferencias, seminarios, cursos, diplomados, publicaciones, que gestiona el CACE o aquellas actividades académicas a las que invitan los propios consejeros, ya sea de manera presencial o en línea; siempre desarrollan su labor dentro de un clima de diálogo, confianza, cordialidad y de respeto intelectual, elementos constitutivos de una verdadera colaboración dentro del Consejo.

Desde la fundación del CACE, los integrantes no solo han mostrado su experiencia, sus reflexiones, sus propósitos, su vocación de maestros que aspiran a una buena educación y, a pesar de los obstáculos de toda índole, igualmente asumen que en las manos de los maestros está la calidad educativa. A todos los actores se les reconoce por su potencialidad y sus capacidades y todos han aceptado comprometerse a contribuir en un proyecto común: la calidad de la educación en México y América Latina.

En fecha reciente un colectivo de estudios educativos convocó a postular profesionales o instituciones que ejerzan o participen en actividades relacionadas con el proceso de enseñanza y aprendizaje, cuya dedicación y/o actividad sea ejemplo para elevar la calidad de la educación.

Los seleccionados recibirán la distinción al “Mérito Educativo” que otorga el Consejo Académico para la Calidad Educativa (CACE). Este premio reconoce la trayectoria en el ámbito educativo para la construcción y mejora de dichos procesos en Latinoamérica.

El CACE es una comunidad académica particular, sin fines de lucro, constituida por profesionales de la educación que ejercen o participan en actividades relacionadas con el proceso de enseñanza-aprendizaje. Todos ellos laboran en prestigiosas instituciones educativas locales, nacionales e internacionales. La sede de este cuerpo académico es Xalapa, Veracruz; lo integran 25 consejeros y tiene tres años de haberse formado.

El Consejo Directivo Fundador está integrado por: Oldair de Jesús Luna Cadena, consejero presidente; Jorge Hernández Vicente, consejero secretario; Navila Xenyace Castillo Espinosa, asesora jurídica; María de Lourdes Suárez Jarvio, consejera vicepresidente; Dalia Edith Pérez Castañeda, consejera secretaria adjunta; María Victoria López Espinosa, consejera de Administración y Finanzas; Sergio Eduardo de la Torre Jaramillo, coordinador de asesores; Acela Medina Servín, asesora de Vinculación Educativa; Claudia Elena Montero Rivera, asesora de Comunicación Social; José Giovanni Maldonado Ramírez, consejero vicepresidente adjunto; Mireya Isabel Martínez de la Luz, Coordinación de Profesionalización Educativa; Héctor Guadalupe González Contreras, asesor en Competitividad Educativa; Sandra Carro Pecci y María Guadalupe Venteño Jaramillo en la Coordinación de Consejo Editorial.

Haber escogido como propósito fundamental la calidad de la educación los ha llevado a reflexionar sobre ¿qué es una buena educación? Entendemos que sobre ella se ha dicho mucho en teorías, definiciones, experiencias, prácticas. Baste recordar los comentarios al respecto de Pablo Latapí Serra. Él señalaba que hay cuatro campos inseparables que motivaban la reflexión sobre una educación de calidad: formación del carácter, formación de la inteligencia, los sentimientos y la libertad. Son abstracciones que se han conformado a través de largos procesos de maduración y que reflejan una manera de ver la vida. El carácter comprende valores, principios, actitudes, hábitos, manera de ser de las personas. Una buena educación debería conformar el concepto de que la vida es para algo, que procure que un individuo sea consciente de sus actos.

Otra esfera es educar la inteligencia. Haber adquirido los conocimientos necesarios para ubicarse en el mundo, lograr las destrezas fundamentales, las capacidades de abstracción, de análisis, en otras palabras, aprender a pensar y aprender a aprender.

También manejar algunos conceptos especializados, sobre todo para poder desempeñar trabajos productivos. En resumen, una educación de calidad incluye una cultura general, ciencias, habilidades o competencias intelectuales y conocimientos especializados aplicables. Las habilidades formales implican saber comunicarse, tener la capacidad formal de convencer, y dichas habilidades se adquieren a través de las humanidades, las ciencias y matemáticas. La educación de la inteligencia es fundamental para una buena educación.

En una educación de calidad hay que tomar en cuenta los sentimientos, éstos conllevan a nuestras decisiones afectivas, simpatías, antipatías o prejuicios que influyen a la hora que atendamos más unos argumentos que otros. Formar conciencia de ello es indispensable para aprender a pensar y someterlos a una autocrítica continúa y objetiva. Y sobre la educación para la libertad responsable, se debe considerar que es una finalidad insustituible porque con ella se observa cómo de manera crítica los educandos forman sus juicios morales. Esto es, la educación de la responsabilidad a largo de la vida es el fin de una buena educación.

El colectivo que se aborda tiene muy claro su propósito, sobre todo su compromiso con la educación; para enriquecer su labor académica puntualiza sus acciones a través de reconocimientos, talleres, conferencias, seminarios, cursos, diplomados, publicaciones, que gestiona el CACE o aquellas actividades académicas a las que invitan los propios consejeros, ya sea de manera presencial o en línea; siempre desarrollan su labor dentro de un clima de diálogo, confianza, cordialidad y de respeto intelectual, elementos constitutivos de una verdadera colaboración dentro del Consejo.

Desde la fundación del CACE, los integrantes no solo han mostrado su experiencia, sus reflexiones, sus propósitos, su vocación de maestros que aspiran a una buena educación y, a pesar de los obstáculos de toda índole, igualmente asumen que en las manos de los maestros está la calidad educativa. A todos los actores se les reconoce por su potencialidad y sus capacidades y todos han aceptado comprometerse a contribuir en un proyecto común: la calidad de la educación en México y América Latina.