/ lunes 7 de septiembre de 2020

Consuelo divino

En medio de los vientos huracanados del Covid existe una especie de consuelo...

En la Ciudad de México, abrieron los templos, entre ellos, el de San Hipólito. Y cientos de feligreses llevaron veladoras a San Judas Tadeo, el santo milagroso de las causas difíciles y desesperadas.

Y más, porque el secretario de Hacienda y Crédito Público advirtió la dura realidad del año próximo.

En el año 2021, elección de quince gobernadores y quinientos diputados federales en el país y de 212 presidentes municipales y diputados locales en Veracruz, se vivirá y padecerá, dijo, "la peor crisis desde el año 1932".

Además, será el momento escabroso de la economía nacional en el último siglo.

Puso un dato: el año entrante, los restaurantes seguirán con el permiso para funcionar al 30, 35 por ciento de su capacidad.

Es decir, el terrible riesgo de que sigan quebrando más negocios, comercios, empresas, changarros, industrias y fábricas. El desempleo y el subempleo más canijo de la última centuria.

¡Bendito consuelo para los católicos! San Judas Tadeo garantizará un mundo mejor, ojalá. Desde luego se respetan las creencias de los feligreses de todo tipo, llámese, incluso, la Santa Muerte o el santo Velarde.

Pero se trata de un consuelo celestial, proveniente del más allá. La fe encima de la vida racional. La esperanza, más allá de la realidad contrariada. Y es que si San Judas Tadeo fuera tan milagroso, caray, desde hace rato la pandemia estaría desaparecida y ninguna familia tendría parientes desempleados.

El anuncio de Hacienda descarga las pilas sociales de la población. Quizá, bien pudiera deberse a que pocos, excepcionales, compraron la estampita del Señor Presidente de "Aléjate, enemigo, Dios está conmigo" para ahuyentar el Covid y significar un mejor karma.

Incluso, con más fuerza religiosa que la estampita de Judas Tadeo, pues traer la estampita de Judas Iscariote, el traidor, de nada sirve con todo y se arrepintiera y luego en el rancho que comprara con las treinta moneditas en las afueras de Jerusalem se colgara de un árbol.

Pero, bueno, si cada quien tiene su Covid-19, cada quien su santo.

El santo de las causas difíciles y desesperadas mucho servirá, no obstante, pues los meses que vendrán serán los más oscuros.

Y es que lo más importante es tener fe, mucha fe en un ser superior, incluso, creer en un personaje o persona terrenal que pudiera sacar o saque "el buey de la barranca".

"La fe, dicen quienes saben, mueve montañas". El señor Presidente, por ejemplo, tuvo fe inconmovible en sí mismo y durante tres ocasiones fue candidato y ganó, igual, igualito, digamos, que François Mitterrand en Francia y Luiz Inácio Lula de Silva en Brasil.

En medio de los vientos huracanados del Covid existe una especie de consuelo...

En la Ciudad de México, abrieron los templos, entre ellos, el de San Hipólito. Y cientos de feligreses llevaron veladoras a San Judas Tadeo, el santo milagroso de las causas difíciles y desesperadas.

Y más, porque el secretario de Hacienda y Crédito Público advirtió la dura realidad del año próximo.

En el año 2021, elección de quince gobernadores y quinientos diputados federales en el país y de 212 presidentes municipales y diputados locales en Veracruz, se vivirá y padecerá, dijo, "la peor crisis desde el año 1932".

Además, será el momento escabroso de la economía nacional en el último siglo.

Puso un dato: el año entrante, los restaurantes seguirán con el permiso para funcionar al 30, 35 por ciento de su capacidad.

Es decir, el terrible riesgo de que sigan quebrando más negocios, comercios, empresas, changarros, industrias y fábricas. El desempleo y el subempleo más canijo de la última centuria.

¡Bendito consuelo para los católicos! San Judas Tadeo garantizará un mundo mejor, ojalá. Desde luego se respetan las creencias de los feligreses de todo tipo, llámese, incluso, la Santa Muerte o el santo Velarde.

Pero se trata de un consuelo celestial, proveniente del más allá. La fe encima de la vida racional. La esperanza, más allá de la realidad contrariada. Y es que si San Judas Tadeo fuera tan milagroso, caray, desde hace rato la pandemia estaría desaparecida y ninguna familia tendría parientes desempleados.

El anuncio de Hacienda descarga las pilas sociales de la población. Quizá, bien pudiera deberse a que pocos, excepcionales, compraron la estampita del Señor Presidente de "Aléjate, enemigo, Dios está conmigo" para ahuyentar el Covid y significar un mejor karma.

Incluso, con más fuerza religiosa que la estampita de Judas Tadeo, pues traer la estampita de Judas Iscariote, el traidor, de nada sirve con todo y se arrepintiera y luego en el rancho que comprara con las treinta moneditas en las afueras de Jerusalem se colgara de un árbol.

Pero, bueno, si cada quien tiene su Covid-19, cada quien su santo.

El santo de las causas difíciles y desesperadas mucho servirá, no obstante, pues los meses que vendrán serán los más oscuros.

Y es que lo más importante es tener fe, mucha fe en un ser superior, incluso, creer en un personaje o persona terrenal que pudiera sacar o saque "el buey de la barranca".

"La fe, dicen quienes saben, mueve montañas". El señor Presidente, por ejemplo, tuvo fe inconmovible en sí mismo y durante tres ocasiones fue candidato y ganó, igual, igualito, digamos, que François Mitterrand en Francia y Luiz Inácio Lula de Silva en Brasil.

ÚLTIMASCOLUMNAS
viernes 18 de diciembre de 2020

Buenos y malos

Luis Velázquez Rivera

miércoles 16 de diciembre de 2020

Siguen dedazos

Luis Velázquez Rivera

domingo 13 de diciembre de 2020

Policías emboscados

Luis Velázquez Rivera

sábado 12 de diciembre de 2020

Populismo educativo

Luis Velázquez Rivera

martes 08 de diciembre de 2020

Ordeñar la vaca

Luis Velázquez Rivera

domingo 06 de diciembre de 2020

La lista negra

Luis Velázquez Rivera

viernes 04 de diciembre de 2020

Pareja igualitaria

Luis Velázquez Rivera

domingo 29 de noviembre de 2020

Tache en la UV

Luis Velázquez Rivera

Cargar Más