/ miércoles 18 de marzo de 2020

Credibilidad de partidos y candidatos decidirán el triunfo

La frustración de los ciudadanos que confiaron en las elecciones del primero de julio de 2018 se repetirá después de los comicios del año próximo, si se vuelve a caer en la simulación y el camuflaje de candidatos maromeros y chapulines, como tantos que llegaron a la Cámara de Diputados y al Senado, abanderados por Morena, diciéndose “más pejistas” que el propio presidente López Obrador, pero que han traicionado su confianza después de haber jurado “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

Algunos candidatos que hoy se sienten los grandes transformadores y reformistas del sistema político mexicano se concretaron a recopilar las necesidades de los ciudadanos e introdujeron en sus discursos de campaña, la demanda de justicia e igualdad, siempre denegadas por los exgobernantes de todos los partidos y en todas las épocas; con el único fin de llamar la atención de los marginados, trepándose en las valencianas de los pantalones de AMLO, para capitalizar su militancia, su lucha y tenacidad, en el tercer intento por llegar a la Presidencia de México.

Solo que no ha sido fácil para el lider y fundador de Morena romper y acabar con el viejo sistema; y con esos limitados aliados, que por ahora ocupan las curules de San Lázaro y los escaños senatoriales, de poco o nada le sirven al presidente para contrarrestar la operación política que los opositores del PAN, PRD, MC y PRI, vienen trabajando, para recuperar los espacios públicos perdidos, imputables a exgobernadores y exfuncionarios de todo nivel, manchados por la corrupción, criminalidad, impunidad y nepotismo.

La puesta en práctica en la elección presidencial pasada, que abrió la puerta a los candidatos ciudadanos, por diversas razones no prosperó; y por ese motivo la democracia en México tendrá que seguir siendo fortalecida mediante la participación de los partidos políticos en cada elección. Urge un nuevo rumbo para el proyecto de AMLO y para lograrlo, una evaluación y cese para sus colaboradores que no cumplieron o no estuvieron a la altura de la encomienda.

Los efectos económicos y las muertes en la mayoría de los países del mundo, producidos por el coronavirus, que ha paralizado y golpeado a las economías de los grandes, también es un factor de riesgo que habrán de capitalizar los opositores al actual gobierno, aunque solo se trate de “efectos circunstanciales” y no de malas decisiones del señor presidente.

La frustración de los ciudadanos que confiaron en las elecciones del primero de julio de 2018 se repetirá después de los comicios del año próximo, si se vuelve a caer en la simulación y el camuflaje de candidatos maromeros y chapulines, como tantos que llegaron a la Cámara de Diputados y al Senado, abanderados por Morena, diciéndose “más pejistas” que el propio presidente López Obrador, pero que han traicionado su confianza después de haber jurado “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

Algunos candidatos que hoy se sienten los grandes transformadores y reformistas del sistema político mexicano se concretaron a recopilar las necesidades de los ciudadanos e introdujeron en sus discursos de campaña, la demanda de justicia e igualdad, siempre denegadas por los exgobernantes de todos los partidos y en todas las épocas; con el único fin de llamar la atención de los marginados, trepándose en las valencianas de los pantalones de AMLO, para capitalizar su militancia, su lucha y tenacidad, en el tercer intento por llegar a la Presidencia de México.

Solo que no ha sido fácil para el lider y fundador de Morena romper y acabar con el viejo sistema; y con esos limitados aliados, que por ahora ocupan las curules de San Lázaro y los escaños senatoriales, de poco o nada le sirven al presidente para contrarrestar la operación política que los opositores del PAN, PRD, MC y PRI, vienen trabajando, para recuperar los espacios públicos perdidos, imputables a exgobernadores y exfuncionarios de todo nivel, manchados por la corrupción, criminalidad, impunidad y nepotismo.

La puesta en práctica en la elección presidencial pasada, que abrió la puerta a los candidatos ciudadanos, por diversas razones no prosperó; y por ese motivo la democracia en México tendrá que seguir siendo fortalecida mediante la participación de los partidos políticos en cada elección. Urge un nuevo rumbo para el proyecto de AMLO y para lograrlo, una evaluación y cese para sus colaboradores que no cumplieron o no estuvieron a la altura de la encomienda.

Los efectos económicos y las muertes en la mayoría de los países del mundo, producidos por el coronavirus, que ha paralizado y golpeado a las economías de los grandes, también es un factor de riesgo que habrán de capitalizar los opositores al actual gobierno, aunque solo se trate de “efectos circunstanciales” y no de malas decisiones del señor presidente.