/ jueves 23 de diciembre de 2021

Cuando el tiempo nos habla

Avizoré mí destino, me negué a ser aquello que he creído ser, pero tuve que recapitular en el sentido del sinsentido, como en un laberinto sin salida, como en un pozo sin fondo.

E iba caminando por lo profundo de mis sueños, diametrales, opuestos y ocurrentes. Parece que el tiempo se ha tragado mi vida, y a la vez la ha expulsado en otro planeta sin aparente destino, al cual tendré que buscarle la ruta, el camino, el rumbo, por dentro de una neblina en ocasiones densa, en la marea turbulenta de mis sueños vagos y paganos.

Y habla el tiempo, a veces sólo susurra, y en otras grita nuestros nombres, en una epopeya de nuestras vidas entrelazadas, mezcladas, en ocasiones amables, en otras irreverentes e inconformes, rebeldes ante la vida misma.

Pero en el fondo existe un elixir de fragancia poética y lunática, la cual guarda el trasfondo de nuestras aventuras, y de los deseos más ocultos e impermanentes de un ser humano. ¿Hablas de mí?, ¿Hablas para mí, o de todos a la vez? Y aquí se extiende la respuesta como en mar abierto, rumbo a la dimensión del infinito, pudiéndome percatar de mi grandeza y mi pequeñez.

Ahora me vuelvo humano, gentil, impermanente, amo el silencio, igual que lo hago con los escándalos de las vivencias del tiempo, en la resonancia del ánimo, en la virtud y la paciencia de ser como quiero ser, de no fluctuar como muchos nos quisieran manipular.

Habla el tiempo, y su veredicto es vive, ama, exprésate, y no mueras a ti mismo, se tú, se original, acepta ser impermanente, dale un abrazo al mundo, y olvida todos los defectos del huracán de la vida, simplemente ama, ama y vuelve a amar el todo. Con esta reflexión poética y filosófica de mi autoría, he querido despedir el año, además de dirigirme a todos ustedes, con mucho agradecimiento a los lectores y amigos del periodismo, de toda la gente que aprecia éste valioso medio informativo, que lo es, lo ha sido, y lo será el Diario de Xalapa, el Vocero de la Provincia; adonde mucha gente nos lee, se informan, y hacen de la cronología del tiempo una brillante tradición, pues leer el periódico impreso es una bella tradición, equiparable a tomar un buen café veracruzano, y al mismo tiempo escudriñar el ejemplar periodístico del día a día. Se comienza a cerrar otra página de nuestra vida, pero siguen muchas más para muchos de nosotros, y afortunadamente tenemos la dicha de vivir en un país, en un estado, en una ciudad alegre, prospera, donde no trabaja aquel que no quiere.

Los jóvenes que han pasado tiempo en el extranjero, y que han regresado a nuestro México opinarán casi lo mismo, que como México, el Estado de Veracruz, y la ciudad de Xalapa, no los cambiarían por nada de o por poco del ambiente en el extranjero. Dicho por ellos, e incluso por mi propio hijo, que en sus primeras vivencias en la ciudad de New York, prefiere el ambiente de aquí, la gastronomía de México.

Los años son subsecuentes, piramidales, pues debajo de la pirámide está el caos, y en su primer nivel la gran mayoría de ciudadanos, en el zenit la gente de la tercera edad, los que han visto y vivido demasiadas experiencias, a lo cual debe ir nuestro respeto y apoyo para ellos en lo general.

Avizoramos un mejor nuevo año, y desde éste espacio, sin distinción de siglas ideológicas, de la fe de cualquier tipo y demás clasificaciones, quiero desearles paz, salud, y progreso a nombre del periódico y sus integrantes, y en el nombre de su servidor y amigo, muchas gracias.

Avizoré mí destino, me negué a ser aquello que he creído ser, pero tuve que recapitular en el sentido del sinsentido, como en un laberinto sin salida, como en un pozo sin fondo.

E iba caminando por lo profundo de mis sueños, diametrales, opuestos y ocurrentes. Parece que el tiempo se ha tragado mi vida, y a la vez la ha expulsado en otro planeta sin aparente destino, al cual tendré que buscarle la ruta, el camino, el rumbo, por dentro de una neblina en ocasiones densa, en la marea turbulenta de mis sueños vagos y paganos.

Y habla el tiempo, a veces sólo susurra, y en otras grita nuestros nombres, en una epopeya de nuestras vidas entrelazadas, mezcladas, en ocasiones amables, en otras irreverentes e inconformes, rebeldes ante la vida misma.

Pero en el fondo existe un elixir de fragancia poética y lunática, la cual guarda el trasfondo de nuestras aventuras, y de los deseos más ocultos e impermanentes de un ser humano. ¿Hablas de mí?, ¿Hablas para mí, o de todos a la vez? Y aquí se extiende la respuesta como en mar abierto, rumbo a la dimensión del infinito, pudiéndome percatar de mi grandeza y mi pequeñez.

Ahora me vuelvo humano, gentil, impermanente, amo el silencio, igual que lo hago con los escándalos de las vivencias del tiempo, en la resonancia del ánimo, en la virtud y la paciencia de ser como quiero ser, de no fluctuar como muchos nos quisieran manipular.

Habla el tiempo, y su veredicto es vive, ama, exprésate, y no mueras a ti mismo, se tú, se original, acepta ser impermanente, dale un abrazo al mundo, y olvida todos los defectos del huracán de la vida, simplemente ama, ama y vuelve a amar el todo. Con esta reflexión poética y filosófica de mi autoría, he querido despedir el año, además de dirigirme a todos ustedes, con mucho agradecimiento a los lectores y amigos del periodismo, de toda la gente que aprecia éste valioso medio informativo, que lo es, lo ha sido, y lo será el Diario de Xalapa, el Vocero de la Provincia; adonde mucha gente nos lee, se informan, y hacen de la cronología del tiempo una brillante tradición, pues leer el periódico impreso es una bella tradición, equiparable a tomar un buen café veracruzano, y al mismo tiempo escudriñar el ejemplar periodístico del día a día. Se comienza a cerrar otra página de nuestra vida, pero siguen muchas más para muchos de nosotros, y afortunadamente tenemos la dicha de vivir en un país, en un estado, en una ciudad alegre, prospera, donde no trabaja aquel que no quiere.

Los jóvenes que han pasado tiempo en el extranjero, y que han regresado a nuestro México opinarán casi lo mismo, que como México, el Estado de Veracruz, y la ciudad de Xalapa, no los cambiarían por nada de o por poco del ambiente en el extranjero. Dicho por ellos, e incluso por mi propio hijo, que en sus primeras vivencias en la ciudad de New York, prefiere el ambiente de aquí, la gastronomía de México.

Los años son subsecuentes, piramidales, pues debajo de la pirámide está el caos, y en su primer nivel la gran mayoría de ciudadanos, en el zenit la gente de la tercera edad, los que han visto y vivido demasiadas experiencias, a lo cual debe ir nuestro respeto y apoyo para ellos en lo general.

Avizoramos un mejor nuevo año, y desde éste espacio, sin distinción de siglas ideológicas, de la fe de cualquier tipo y demás clasificaciones, quiero desearles paz, salud, y progreso a nombre del periódico y sus integrantes, y en el nombre de su servidor y amigo, muchas gracias.