/ lunes 12 de octubre de 2020

De entre alabanzas y diatribas saldrá el nuevo líder de Morena

Alejandro Sexto nunca hizo ni pensó en otra cosa que no fuera engañar a los hombres. Por otro lado, hace más de 500 años Nicolás Maquiavelo escribió, en su obra “El Príncipe”, la diferencia entre aquellos gobernantes que no cumplen y que se comportan como “animales” con otros que se comportan como hombres y procuran cumplir cabalmente las promesas políticas que los llevan al triunfo.

En tiempos de la pandemia por el coronavirus y la euforia que se ha desatado por los aspirantes a la presidencia nacional de Morena, las expresiones de los dos finalistas, Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado, nos hacen recordar aquellos calificativos que Maquiavelo atribuía a los buenos gobernantes, en el sentido de ser piadosos, rectos y religiosos, y fustigaba a quienes consideraba contrarios a esas virtudes, porque el político gobernante que obra de mala fe, deberá estar siempre dispuesto a lastimar si fuera necesario a cualquiera de sus congéneres.

A pesar de ser octogenario, Muñoz Ledo es un político de los que saben hacer su tarea y cumplir compromisos, y en estos momentos en que el triunfo de la encuesta mandada por el INE le favorece (aunque sea por un voto), no se “raja” y afirma que luchará con todo lo que jurídicamente esté a su alcance para hacer efectiva su victoria y romper un récord que él ha impuesto de presidir tres partidos políticos nacionales.

La diferencia con Mario Delgado es que éste no se ha podido cortar el cordón umbilical que hoy lo mantiene con las puertas abiertas de Palacio Nacional y que se muestra con la confianza plena que le ha dispensado el presidente AMLO, como coordinador de los diputados federales de Morena, en donde afirma que no se puede dirigir a la 4T sentado en un sillón y “enojado con la vida”. La alusión al octogenario Porfirio no le resta ningún mérito, por el contrario, exhibe los pocos argumentos de Mario Delgado para con su oponente.

Si la división por la encuesta del INE y las acusaciones de corrupción y dilapidación de recursos públicos en la lucha por Morena no han llegado a la Fiscalía de Gertz Manero, seguramente antes de la elección intermedia del próximo año varios de los “picudos” que se disputaron el relevo de Alfonso Ramírez Cuellar rendirán su declaración pertinente. Hasta Yeidckol Polevnsky tendrá que aclarar y deslindarse de los señalamientos de corrupción, porque para que prescriban tiene que transcurrir el término de siete años.

Alejandro Sexto nunca hizo ni pensó en otra cosa que no fuera engañar a los hombres. Por otro lado, hace más de 500 años Nicolás Maquiavelo escribió, en su obra “El Príncipe”, la diferencia entre aquellos gobernantes que no cumplen y que se comportan como “animales” con otros que se comportan como hombres y procuran cumplir cabalmente las promesas políticas que los llevan al triunfo.

En tiempos de la pandemia por el coronavirus y la euforia que se ha desatado por los aspirantes a la presidencia nacional de Morena, las expresiones de los dos finalistas, Porfirio Muñoz Ledo y Mario Delgado, nos hacen recordar aquellos calificativos que Maquiavelo atribuía a los buenos gobernantes, en el sentido de ser piadosos, rectos y religiosos, y fustigaba a quienes consideraba contrarios a esas virtudes, porque el político gobernante que obra de mala fe, deberá estar siempre dispuesto a lastimar si fuera necesario a cualquiera de sus congéneres.

A pesar de ser octogenario, Muñoz Ledo es un político de los que saben hacer su tarea y cumplir compromisos, y en estos momentos en que el triunfo de la encuesta mandada por el INE le favorece (aunque sea por un voto), no se “raja” y afirma que luchará con todo lo que jurídicamente esté a su alcance para hacer efectiva su victoria y romper un récord que él ha impuesto de presidir tres partidos políticos nacionales.

La diferencia con Mario Delgado es que éste no se ha podido cortar el cordón umbilical que hoy lo mantiene con las puertas abiertas de Palacio Nacional y que se muestra con la confianza plena que le ha dispensado el presidente AMLO, como coordinador de los diputados federales de Morena, en donde afirma que no se puede dirigir a la 4T sentado en un sillón y “enojado con la vida”. La alusión al octogenario Porfirio no le resta ningún mérito, por el contrario, exhibe los pocos argumentos de Mario Delgado para con su oponente.

Si la división por la encuesta del INE y las acusaciones de corrupción y dilapidación de recursos públicos en la lucha por Morena no han llegado a la Fiscalía de Gertz Manero, seguramente antes de la elección intermedia del próximo año varios de los “picudos” que se disputaron el relevo de Alfonso Ramírez Cuellar rendirán su declaración pertinente. Hasta Yeidckol Polevnsky tendrá que aclarar y deslindarse de los señalamientos de corrupción, porque para que prescriban tiene que transcurrir el término de siete años.