/ miércoles 2 de octubre de 2019

Dengue, por negligencia; ahora, la mordaza

Han sido tantas las críticas por la inacción de las autoridades de Salud del estado en el combate a la plaga de mosquitos transmisores del dengue que invade a muchos municipios del estado y a las consecuencias de esta omisión que, según las dudosas cifras oficiales, ha causado únicamente dos muertes entre los 5 mil 267 casos registrados a la fecha, que acaban de girarse instrucciones a los jefes de las jurisdicciones sanitarias de todo el estado para evitar dar declaraciones a los medios de comunicación. Según una circular emitida hace una semana, los únicos autorizados para abordar este tema son el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el titular de Salud, Roberto Ramos Alor. Nadie más puede hacerlo, es la orden para los jefes sanitarios de Pánuco, Tuxpan, Poza Rica, Martínez de la Torre, Xalapa, Córdoba, Orizaba, Veracruz, Cosamaloapan, San Andrés Tuxtla y Coatzacoalcos, para evitar que caigan en contradicciones. El problema es grave, como ya lo han admitido los responsables de atender los asuntos del estado en esta materia, y aunque ya se aplican medidas para contener el padecimiento, la realidad es que el mal avanzó exponencialmente. A estas fechas en 2018 había solamente 913 casos, lo que comparado con éste, significa que casi se sextuplicó, algo inaudito que solamente se explica en que hubo (y hay) negligencia, o dicho en palabras del secretario federal de Salud, Jorge Alcocer Varela, ayer en su comparecencia ante senadores refiriéndose a este tema en Veracruz: ‘hay acciones que no se dieron a tiempo en la prevención’. En asuntos de salud pública, la autoridad es la directa responsable, aunque también deba colaborar en los programas que lleve a cabo el gobierno. Veremos más adelante qué otra ocurrencia se plantea.

ASALTOS A RESTAURANTES

Los robos a restaurantes se han ido haciendo comunes en los últimos años, y ya es habitual en algunas partes del país, como en la capital de la República. Irrumpen maleantes y, sin más, sacan sus armas para amenazar a los comensales y les quitan su dinero y pertenencias. Hace tiempo ha sucedido en más de una ocasión al negocio Los Farolitos en Veracruz, La Capsantina en Boca del Río y hace apenas una semana al Pollo Feliz de Clavijero, en el centro de Xalapa, a escasa distancia del Palacio Municipal y de Palacio de Gobierno. Desde luego que estos actos hablan de la inseguridad que prevalece en algunas zonas y plantea un reto para las autoridades y los dueños de esos lugares para garantizar la seguridad de la clientela, sea con una mayor presencia policiaca, instalación de alarmas conectadas a los centros de vigilancia remota de los cuerpos policiales, o con personal de seguridad privada contratada por los propios empresarios. Es un asunto que acaso no ha sido suficientemente dimensionado, pese al riesgo inminente para la vida de familias, incluidos niños; o, es probable que los gobiernos municipales o del estado esperen a que sea el propio sector privado quien cuide de sus intereses, de los negocios, como alguna vez planteó el exgobernador Miguel Yunes Linares ante la oleada de asaltos que se presenta con la cadena de tiendas de conveniencia, de las que hizo burla el también exgobernador Javier Duarte, de que sólo se robaban “frutsis y gansitos”. El caso, más allá del simplismo de que no se trata de un mal generalizado, puede constituirse en un problema grave si no se echa a andar una estrategia que implementen de manera coordinada la Secretaría de Seguridad Pública y los empresarios restauranteros, porque es cosa muy diferente que los maleantes puedan asaltar a personas en la vía pública a meterse a un restaurante para despojar de dinero y valores a las personas que confiadamente acuden a comer a estos lugares. Decir que la situación no es alarmante puede costar la vida a personas inocentes.

opedro2006@gmail.com



Han sido tantas las críticas por la inacción de las autoridades de Salud del estado en el combate a la plaga de mosquitos transmisores del dengue que invade a muchos municipios del estado y a las consecuencias de esta omisión que, según las dudosas cifras oficiales, ha causado únicamente dos muertes entre los 5 mil 267 casos registrados a la fecha, que acaban de girarse instrucciones a los jefes de las jurisdicciones sanitarias de todo el estado para evitar dar declaraciones a los medios de comunicación. Según una circular emitida hace una semana, los únicos autorizados para abordar este tema son el gobernador Cuitláhuac García Jiménez y el titular de Salud, Roberto Ramos Alor. Nadie más puede hacerlo, es la orden para los jefes sanitarios de Pánuco, Tuxpan, Poza Rica, Martínez de la Torre, Xalapa, Córdoba, Orizaba, Veracruz, Cosamaloapan, San Andrés Tuxtla y Coatzacoalcos, para evitar que caigan en contradicciones. El problema es grave, como ya lo han admitido los responsables de atender los asuntos del estado en esta materia, y aunque ya se aplican medidas para contener el padecimiento, la realidad es que el mal avanzó exponencialmente. A estas fechas en 2018 había solamente 913 casos, lo que comparado con éste, significa que casi se sextuplicó, algo inaudito que solamente se explica en que hubo (y hay) negligencia, o dicho en palabras del secretario federal de Salud, Jorge Alcocer Varela, ayer en su comparecencia ante senadores refiriéndose a este tema en Veracruz: ‘hay acciones que no se dieron a tiempo en la prevención’. En asuntos de salud pública, la autoridad es la directa responsable, aunque también deba colaborar en los programas que lleve a cabo el gobierno. Veremos más adelante qué otra ocurrencia se plantea.

ASALTOS A RESTAURANTES

Los robos a restaurantes se han ido haciendo comunes en los últimos años, y ya es habitual en algunas partes del país, como en la capital de la República. Irrumpen maleantes y, sin más, sacan sus armas para amenazar a los comensales y les quitan su dinero y pertenencias. Hace tiempo ha sucedido en más de una ocasión al negocio Los Farolitos en Veracruz, La Capsantina en Boca del Río y hace apenas una semana al Pollo Feliz de Clavijero, en el centro de Xalapa, a escasa distancia del Palacio Municipal y de Palacio de Gobierno. Desde luego que estos actos hablan de la inseguridad que prevalece en algunas zonas y plantea un reto para las autoridades y los dueños de esos lugares para garantizar la seguridad de la clientela, sea con una mayor presencia policiaca, instalación de alarmas conectadas a los centros de vigilancia remota de los cuerpos policiales, o con personal de seguridad privada contratada por los propios empresarios. Es un asunto que acaso no ha sido suficientemente dimensionado, pese al riesgo inminente para la vida de familias, incluidos niños; o, es probable que los gobiernos municipales o del estado esperen a que sea el propio sector privado quien cuide de sus intereses, de los negocios, como alguna vez planteó el exgobernador Miguel Yunes Linares ante la oleada de asaltos que se presenta con la cadena de tiendas de conveniencia, de las que hizo burla el también exgobernador Javier Duarte, de que sólo se robaban “frutsis y gansitos”. El caso, más allá del simplismo de que no se trata de un mal generalizado, puede constituirse en un problema grave si no se echa a andar una estrategia que implementen de manera coordinada la Secretaría de Seguridad Pública y los empresarios restauranteros, porque es cosa muy diferente que los maleantes puedan asaltar a personas en la vía pública a meterse a un restaurante para despojar de dinero y valores a las personas que confiadamente acuden a comer a estos lugares. Decir que la situación no es alarmante puede costar la vida a personas inocentes.

opedro2006@gmail.com