/ sábado 14 de noviembre de 2020

Desigualdad y justicia

Cuando se habla de la gran brecha educativa entre zonas urbanas, suburbanas, rurales e indígenas y se remite a los datos que muestran esas desigualdades...

Salen a la luz las diferencias de oportunidades, trayectorias o resultados educativos que tienen los estudiantes, sobre todo cuando éstos están vinculados a factores externos, no controlados por el individuo: alimentación, servicios de salud, vivienda y la propia educación.

El aprendizaje y sus resultados está relacionado con esos factores y a pesar de que el sistema ofrece igualdad en oportunidades, la realidad es otra. Aquí los testimonios lo muestran, según INEGI en 2015: 73% usa internet en zonas urbanas, pero solo el 53% tiene acceso en casa y el 4% en zonas rurales. 93% tiene televisor en casa en los sectores urbanos y 72% en casas de hablantes indígenas. 78.6% usa celular en zona urbana, 52% en las áreas rurales indígenas. Servicio de televisión de paga comprende el 40.6% del área urbana contra 21.1% rural.

Si bien todos los ámbitos de la vida social e individual padecieron los efectos de la emergencia sanitaria, el campo educativo resultó severamente trastocado. El gobierno ha recurrido a un buen número de tecnologías para continuar impartiendo educación a más de 36 millones de niños, jóvenes y adultos en el país. Pero lo que representa una solución para algunos sectores, para otros es una vía de exclusión, señala Marion Lloyd, investigadora de ISUE-UNAM. Esta situación retrata las condiciones que viven muchos estudiantes durante la contingencia sanitaria, la cual trae como resultado que existan alumnos sin clases por la falta de apoyos tecnológicos en todos los ámbitos del territorio nacional, sobre todo en las zonas rurales e indígenas en particular.

En México existe una brecha digital entre los que tienen acceso a las vías de comunicación y los que quedan excluidos. Los ejemplos abundan en el país, los estados del norte como Baja California cuentan con un 80% con internet, mientras que Oaxaca el 40%. Entre los hablantes de una lengua indígena únicamente el 11% tiene una computadora. En el bachillerato el 80% de los alumnos más pobres no tienen ni internet ni computadora en casa, comparados con los de más recursos económicos, donde solo el 3% está en estas condiciones. ¿Para quiénes se hizo el plan de escuela en línea?, comenta Marion Lloyd.

En tanto se espera el regreso a clases presenciales se deben buscar alternativas para solucionar ese problema, donar computadoras como lo hecho en otros países; entregar tarjetas de internet gratuitas; hacer uso de las redes sociales para que exista una mejor comunicación entre alumnos y maestros. Si bien el gobierno, a través del Programa Jóvenes construyendo el Futuro, ha entregado computadoras y celulares a estudiantes de algunas universidades públicas, esta acción llega a una pequeña población estudiantil. Es imperativo buscar otras soluciones educativas, sociales y económicas y evitar que las brechas se conviertan en un problema de larga duración.

Y aunque existe gente que le gusta sostener las desigualdades se debe empezar a discutir el problema, hay que comenzar con una nueva escuela donde se eviten esas desigualdades, es necesario desandar algunos caminos y pensar en las nuevas relaciones que deben darse entre alumnos, maestros y comunidad educativa en general. La educación permite quitar las desigualdades. Adriana Cantero y Graciela Frigerio indican que es preciso construir nuevos andamiajes conceptuales sobre esas relaciones para darles un nuevo acento. Cimentar nuevos caminos, inventar nuevas relaciones.

La escuela debe construir nuevas reglas para dar paso a una vida social más justa. Volver a dar lugar a la palabra, a la participación de las distintas voces. Ahora que no se ha dado el acompañamiento necesario a todos los estudiantes, el reto es grande, para evitar que en el regreso a clases las desigualdades continúen.

Cuando se habla de la gran brecha educativa entre zonas urbanas, suburbanas, rurales e indígenas y se remite a los datos que muestran esas desigualdades...

Salen a la luz las diferencias de oportunidades, trayectorias o resultados educativos que tienen los estudiantes, sobre todo cuando éstos están vinculados a factores externos, no controlados por el individuo: alimentación, servicios de salud, vivienda y la propia educación.

El aprendizaje y sus resultados está relacionado con esos factores y a pesar de que el sistema ofrece igualdad en oportunidades, la realidad es otra. Aquí los testimonios lo muestran, según INEGI en 2015: 73% usa internet en zonas urbanas, pero solo el 53% tiene acceso en casa y el 4% en zonas rurales. 93% tiene televisor en casa en los sectores urbanos y 72% en casas de hablantes indígenas. 78.6% usa celular en zona urbana, 52% en las áreas rurales indígenas. Servicio de televisión de paga comprende el 40.6% del área urbana contra 21.1% rural.

Si bien todos los ámbitos de la vida social e individual padecieron los efectos de la emergencia sanitaria, el campo educativo resultó severamente trastocado. El gobierno ha recurrido a un buen número de tecnologías para continuar impartiendo educación a más de 36 millones de niños, jóvenes y adultos en el país. Pero lo que representa una solución para algunos sectores, para otros es una vía de exclusión, señala Marion Lloyd, investigadora de ISUE-UNAM. Esta situación retrata las condiciones que viven muchos estudiantes durante la contingencia sanitaria, la cual trae como resultado que existan alumnos sin clases por la falta de apoyos tecnológicos en todos los ámbitos del territorio nacional, sobre todo en las zonas rurales e indígenas en particular.

En México existe una brecha digital entre los que tienen acceso a las vías de comunicación y los que quedan excluidos. Los ejemplos abundan en el país, los estados del norte como Baja California cuentan con un 80% con internet, mientras que Oaxaca el 40%. Entre los hablantes de una lengua indígena únicamente el 11% tiene una computadora. En el bachillerato el 80% de los alumnos más pobres no tienen ni internet ni computadora en casa, comparados con los de más recursos económicos, donde solo el 3% está en estas condiciones. ¿Para quiénes se hizo el plan de escuela en línea?, comenta Marion Lloyd.

En tanto se espera el regreso a clases presenciales se deben buscar alternativas para solucionar ese problema, donar computadoras como lo hecho en otros países; entregar tarjetas de internet gratuitas; hacer uso de las redes sociales para que exista una mejor comunicación entre alumnos y maestros. Si bien el gobierno, a través del Programa Jóvenes construyendo el Futuro, ha entregado computadoras y celulares a estudiantes de algunas universidades públicas, esta acción llega a una pequeña población estudiantil. Es imperativo buscar otras soluciones educativas, sociales y económicas y evitar que las brechas se conviertan en un problema de larga duración.

Y aunque existe gente que le gusta sostener las desigualdades se debe empezar a discutir el problema, hay que comenzar con una nueva escuela donde se eviten esas desigualdades, es necesario desandar algunos caminos y pensar en las nuevas relaciones que deben darse entre alumnos, maestros y comunidad educativa en general. La educación permite quitar las desigualdades. Adriana Cantero y Graciela Frigerio indican que es preciso construir nuevos andamiajes conceptuales sobre esas relaciones para darles un nuevo acento. Cimentar nuevos caminos, inventar nuevas relaciones.

La escuela debe construir nuevas reglas para dar paso a una vida social más justa. Volver a dar lugar a la palabra, a la participación de las distintas voces. Ahora que no se ha dado el acompañamiento necesario a todos los estudiantes, el reto es grande, para evitar que en el regreso a clases las desigualdades continúen.