/ lunes 18 de enero de 2021

Destapan derrota anticipada de Morena

Nunca las segundas partes fueron buenas, reza el refrán popular, refiriéndose a quienes intentan repetir en un cargo público o a los que pretenden emular las acciones o formas de proceder de alguien, que siendo digno de ser copiado, sí logró un reconocimiento por su esfuerzo, preparación y talento.

La política no es para ejercitarse por improvisados, impreparados y menos para quienes a través de la simulación se visten con ropajes de honestidad, valentía u originalidad en el desempeño de la actividad pública y resultan todo lo contrario, como está sucediendo en nuestro país, hoy al borde de una crisis, que de no corregir el rumbo será declarado un Estado fallido.

No es posible que el partido Morena, que por hartazgo de los mexicanos engañados por promesas ahora incumplidas por su fundador y la “camarilla” que lo acompaña, aspire a perpetuarse en el ejercicio del poder público, promoviendo la reelección, en una burda, ilegal e improcedente copia del dictador Porfirio Díaz, defenestrado del cargo y expulsado del país en 1911.

Rogarle que abandere la reelección como alcalde a un personaje cuya actividad pública es deleznable, demuestra que el partido Morena está perdido y no resultará como tabla de salvación la estrategia de postular a un candidato cuyo desempeño como presidente municipal de la capital veracruzana resultó gris, irrelevante y carente de obra pública y social, puesto que lo que siempre se dijo fue que el presupuesto municipal solo sirvió para el enriquecimiento y la multiplicación de negocios personales del “empresario” (cuya auditoría está pendiente de practicarse).

Pero como en la política a la mexicana “la ignorancia es atrevida”, utilizar a los arribistas, saltimbanquis y chapulines para la simulación y el engaño es una estrategia de los manipuladores, que así evitan meter las manos al fuego, titiriteando a los indignos, dispuestos a ensuciarse las manos sin “devolver al pueblo lo robado” con la finalidad de mantenerse en el poder para acrecentar fortunas malhabidas.

Esos personajes siempre han estado dispuestos a aprobar las cuentas públicas como diputados federales, locales y senadores, simulando que protestan, al tiempo que levantan la mano entre la borregada que mayoritea y cobra caros sus servicios al patrón.

Jamás hay que olvidar que el pueblo xalapeño tiene memoria y archivo y ejercerá el inalienable derecho de rechazar a los ilusionistas y políticos mentirosos.

Nunca las segundas partes fueron buenas, reza el refrán popular, refiriéndose a quienes intentan repetir en un cargo público o a los que pretenden emular las acciones o formas de proceder de alguien, que siendo digno de ser copiado, sí logró un reconocimiento por su esfuerzo, preparación y talento.

La política no es para ejercitarse por improvisados, impreparados y menos para quienes a través de la simulación se visten con ropajes de honestidad, valentía u originalidad en el desempeño de la actividad pública y resultan todo lo contrario, como está sucediendo en nuestro país, hoy al borde de una crisis, que de no corregir el rumbo será declarado un Estado fallido.

No es posible que el partido Morena, que por hartazgo de los mexicanos engañados por promesas ahora incumplidas por su fundador y la “camarilla” que lo acompaña, aspire a perpetuarse en el ejercicio del poder público, promoviendo la reelección, en una burda, ilegal e improcedente copia del dictador Porfirio Díaz, defenestrado del cargo y expulsado del país en 1911.

Rogarle que abandere la reelección como alcalde a un personaje cuya actividad pública es deleznable, demuestra que el partido Morena está perdido y no resultará como tabla de salvación la estrategia de postular a un candidato cuyo desempeño como presidente municipal de la capital veracruzana resultó gris, irrelevante y carente de obra pública y social, puesto que lo que siempre se dijo fue que el presupuesto municipal solo sirvió para el enriquecimiento y la multiplicación de negocios personales del “empresario” (cuya auditoría está pendiente de practicarse).

Pero como en la política a la mexicana “la ignorancia es atrevida”, utilizar a los arribistas, saltimbanquis y chapulines para la simulación y el engaño es una estrategia de los manipuladores, que así evitan meter las manos al fuego, titiriteando a los indignos, dispuestos a ensuciarse las manos sin “devolver al pueblo lo robado” con la finalidad de mantenerse en el poder para acrecentar fortunas malhabidas.

Esos personajes siempre han estado dispuestos a aprobar las cuentas públicas como diputados federales, locales y senadores, simulando que protestan, al tiempo que levantan la mano entre la borregada que mayoritea y cobra caros sus servicios al patrón.

Jamás hay que olvidar que el pueblo xalapeño tiene memoria y archivo y ejercerá el inalienable derecho de rechazar a los ilusionistas y políticos mentirosos.