/ miércoles 26 de febrero de 2020

Digno papel de la mujer mexicana ante la criminalidad

Ni la cancelación del NAIM, que afectó a poderosos miembros del conservadurismo, ni el haber destapado la cloaca del huachicol, incluyendo las tragedias ocasionadas por el robo de combustible a los ductos de Pemex, causaron el impacto de los feminicidios y la criminalidad en general, que nos están llevando a una confrontación social, cuyo destino inmediato se ve sangriento y sin escapatoria alguna.

Desde principios de noviembre del año pasado, con el asesinato de los nueve miembros de la familia LeBarón, homicidios dolosos que hasta hoy permanecen sin esclarecer, el desencanto social contra las fuerzas de seguridad pública del gobierno ha ido en aumento. Y si a lo anterior se suman las violentas acciones ejecutadas por miembros de los cárteles de Sinaloa, de Jalisco Nueva Generación, del Golfo, de Lima, de Tláhuac, de Tepito, el número de muertes aumenta escandalosamente las cifras que registra el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Y ahora, terminada la distracción o mampara de la invitación al sorteo del avión presidencial, aparecen nuevos hechos de sangre que siguen impactando gravemente en todos los sectores sociales, porque la sumatoria de homicidios dolosos recae en la clasificación de los feminicidios que por hoy se reportan en el país, por lo menos 10 muertes de mujeres al día, con el repudio por razones naturales, éticas y morales que no tienen objeción, y dejan al Estado Mexicano en el mayor descrédito que se recuerde durante la última media centuria.

No pasaron ni los nueve días después del secuestro, violación y muerte de la niña Fátima en la Ciudad de México, cuando ahora el homicidio de tres estudiantes a punto de concluir sus carreras de medicina en la ciudad de Puebla, uno mexicano vecino de esta ciudad capital de Veracruz, a quienes sin motivo alguno los sanguinarios homicidas con quienes se toparon en el Carnaval de Huejotzingo, Puebla, secuestraron, torturaron y asesinaron, al igual que al chofer del vehículo Uber en el que viajaban.

Razones sobran para solidarizarnos con el paro nacional o inactividad de las mujeres programado para el próximo 9 de marzo, un día después que marca el calendario oficial para rendir homenaje a quienes nos dieron la vida y son la razón de nuestra existencia; el movimiento representará un parteaguas en el que la mujer mexicana vencerá a los feminicidas y seguramente acabará con la pasividad de nuestros gobernantes.

Ni la cancelación del NAIM, que afectó a poderosos miembros del conservadurismo, ni el haber destapado la cloaca del huachicol, incluyendo las tragedias ocasionadas por el robo de combustible a los ductos de Pemex, causaron el impacto de los feminicidios y la criminalidad en general, que nos están llevando a una confrontación social, cuyo destino inmediato se ve sangriento y sin escapatoria alguna.

Desde principios de noviembre del año pasado, con el asesinato de los nueve miembros de la familia LeBarón, homicidios dolosos que hasta hoy permanecen sin esclarecer, el desencanto social contra las fuerzas de seguridad pública del gobierno ha ido en aumento. Y si a lo anterior se suman las violentas acciones ejecutadas por miembros de los cárteles de Sinaloa, de Jalisco Nueva Generación, del Golfo, de Lima, de Tláhuac, de Tepito, el número de muertes aumenta escandalosamente las cifras que registra el Sistema Nacional de Seguridad Pública.

Y ahora, terminada la distracción o mampara de la invitación al sorteo del avión presidencial, aparecen nuevos hechos de sangre que siguen impactando gravemente en todos los sectores sociales, porque la sumatoria de homicidios dolosos recae en la clasificación de los feminicidios que por hoy se reportan en el país, por lo menos 10 muertes de mujeres al día, con el repudio por razones naturales, éticas y morales que no tienen objeción, y dejan al Estado Mexicano en el mayor descrédito que se recuerde durante la última media centuria.

No pasaron ni los nueve días después del secuestro, violación y muerte de la niña Fátima en la Ciudad de México, cuando ahora el homicidio de tres estudiantes a punto de concluir sus carreras de medicina en la ciudad de Puebla, uno mexicano vecino de esta ciudad capital de Veracruz, a quienes sin motivo alguno los sanguinarios homicidas con quienes se toparon en el Carnaval de Huejotzingo, Puebla, secuestraron, torturaron y asesinaron, al igual que al chofer del vehículo Uber en el que viajaban.

Razones sobran para solidarizarnos con el paro nacional o inactividad de las mujeres programado para el próximo 9 de marzo, un día después que marca el calendario oficial para rendir homenaje a quienes nos dieron la vida y son la razón de nuestra existencia; el movimiento representará un parteaguas en el que la mujer mexicana vencerá a los feminicidas y seguramente acabará con la pasividad de nuestros gobernantes.