/ jueves 22 de julio de 2021

Dinero e instituciones

México es, en esencia, un país forjado a través de múltiples instituciones, unas muy necesarias y otras hasta sacadas de la imaginación de un mago inventor de puestos laborales en la nómina.

Lo muy básico, repetido hasta el olvido del propio concepto, hastiados muchos han quedado de ello, que ya no se menciona como institución, es la propia familia, de la cual deriva el derecho familiar, enmarcado en gran medida en el derecho civil. Si la tomamos como nuestro punto de partida, ahí encontraremos el primer nivel de desarrollo y enlace entre los individuos y la sociedad que nos rodea, ya que muchas familias son disfuncionales, nos daremos cuenta que desde ahí empieza el tironeo y los pleitos por la manutención de las mismas.

Hijos de padres alcohólicos, golpeadores, problemáticos, agresivos generan un estado emocional destructivo, que impele quizá a que sus vástagos opten por diversos vicios que romperán sus vidas. Dinero siempre ha habido en todo México, sólo que muy mal repartido. Recuerdo una profesora de primaria y su abuela; la abuela le decía: oye hija, ya es la fecha, ¿qué no vas a ir a cobrar tu gratificación? Es decir, ella se refería al sueldo de mi amiga, ya que la señora pese a sus años, bien percibía que la quincena de su nieta era muy endeble en cuanto a dinero a pagar.

Siempre he dicho que nuestra democracia es demasiado cara, quizá la más onerosa en todo el mundo. Pero para nuestra sorpresa se exhibe el sueldo de una magistrada aquí en nuestro estado jarocho, con poco más de cuatrocientos mil pesos mensuales, algo así como 14 mil pesos por día. A esto si le añadimos estímulos, compensaciones, aguinaldos y uno que otro concepto extra o por debajo de la mesa de los tratos comunes, léase regalos u obsequios, nos arrojará otra cantidad muy por arriba de lo declarado. En el artículo 127 de la Constitución federal de la República se estipula claramente que ningún servidor público deberá ganar más sueldo que el percibido por el titular del Poder Ejecutivo federal, es decir, el señor presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Pero como las leyes se hicieron para romperlas y en ciertos casos para ampararse, debido a los contratos ya preexistentes, “la extrema necesidad de cobrar elevados salarios” es una verdadera afrenta para los que andan cobrando meras gratificaciones; ni modo.

En otro aspecto, en el PRI nacional se armó la de Caín, toda vez que varios priistas acusan a su líder nacional, Alito, haber hecho perdidizos unos cuantos clacos, algo así como 800 millones de pesos, dinero que el INE había etiquetado para su entrega a ese instituto político. El interés ya prendió los reclamos, pero también la escisión de connotados miembros del PRI. Ahora quieren la renuncia de Alito, aunque no aportaron pruebas fehacientes al caso; el mero señalamiento resulta ser muy grave.

Optimizar los dineros será la mejor premisa de credibilidad y armonía entre todos nosotros los mexicanos. El presidente AMLO ha ofrecido a los diputados federales electos del PRI unirse a su proyecto, lo cual no es nada impositivo. Ojalá y el PRI rescate su imagen, por decoro institucional.

México es, en esencia, un país forjado a través de múltiples instituciones, unas muy necesarias y otras hasta sacadas de la imaginación de un mago inventor de puestos laborales en la nómina.

Lo muy básico, repetido hasta el olvido del propio concepto, hastiados muchos han quedado de ello, que ya no se menciona como institución, es la propia familia, de la cual deriva el derecho familiar, enmarcado en gran medida en el derecho civil. Si la tomamos como nuestro punto de partida, ahí encontraremos el primer nivel de desarrollo y enlace entre los individuos y la sociedad que nos rodea, ya que muchas familias son disfuncionales, nos daremos cuenta que desde ahí empieza el tironeo y los pleitos por la manutención de las mismas.

Hijos de padres alcohólicos, golpeadores, problemáticos, agresivos generan un estado emocional destructivo, que impele quizá a que sus vástagos opten por diversos vicios que romperán sus vidas. Dinero siempre ha habido en todo México, sólo que muy mal repartido. Recuerdo una profesora de primaria y su abuela; la abuela le decía: oye hija, ya es la fecha, ¿qué no vas a ir a cobrar tu gratificación? Es decir, ella se refería al sueldo de mi amiga, ya que la señora pese a sus años, bien percibía que la quincena de su nieta era muy endeble en cuanto a dinero a pagar.

Siempre he dicho que nuestra democracia es demasiado cara, quizá la más onerosa en todo el mundo. Pero para nuestra sorpresa se exhibe el sueldo de una magistrada aquí en nuestro estado jarocho, con poco más de cuatrocientos mil pesos mensuales, algo así como 14 mil pesos por día. A esto si le añadimos estímulos, compensaciones, aguinaldos y uno que otro concepto extra o por debajo de la mesa de los tratos comunes, léase regalos u obsequios, nos arrojará otra cantidad muy por arriba de lo declarado. En el artículo 127 de la Constitución federal de la República se estipula claramente que ningún servidor público deberá ganar más sueldo que el percibido por el titular del Poder Ejecutivo federal, es decir, el señor presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador.

Pero como las leyes se hicieron para romperlas y en ciertos casos para ampararse, debido a los contratos ya preexistentes, “la extrema necesidad de cobrar elevados salarios” es una verdadera afrenta para los que andan cobrando meras gratificaciones; ni modo.

En otro aspecto, en el PRI nacional se armó la de Caín, toda vez que varios priistas acusan a su líder nacional, Alito, haber hecho perdidizos unos cuantos clacos, algo así como 800 millones de pesos, dinero que el INE había etiquetado para su entrega a ese instituto político. El interés ya prendió los reclamos, pero también la escisión de connotados miembros del PRI. Ahora quieren la renuncia de Alito, aunque no aportaron pruebas fehacientes al caso; el mero señalamiento resulta ser muy grave.

Optimizar los dineros será la mejor premisa de credibilidad y armonía entre todos nosotros los mexicanos. El presidente AMLO ha ofrecido a los diputados federales electos del PRI unirse a su proyecto, lo cual no es nada impositivo. Ojalá y el PRI rescate su imagen, por decoro institucional.