/ jueves 17 de septiembre de 2020

Diógenes buscaba rectitud en hombres públicos

Las ocurrencias del gobierno de la 4T han constituido un acervo inacabable para sustentar las críticas al presidente Andrés Manuel López Obrador y a sus cercanos colaboradores. Ahora resulta que el propio AMLO se ha inconformado públicamente de la inasistencia del presidente del Poder Judicial, el ministro Arturo Zaldívar, a quien no le perdona su ausencia en su segundo informe; la misma reprimenda pública también alcanza al fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero.

Gertz Manero está consciente de que el nuevo modelo de fiscal, que sustituyó al Ministerio Público federal, corresponde a una institución a la que la propia Constitución federal le otorga la autonomía del Poder Ejecutivo y un formato especial para su designación, cuyos propósitos van encaminados a garantizar la sana distancia y la no intromisión del propio presidente de la República en asuntos de la Fiscalía.

Los que conocen orígenes y trayectoria, personal y profesional del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dan testimonio de que con su conducta pública ha construido una imagen de “hombre íntegro”, término que sintetiza la rectitud, honestidad y honradez de una persona a la que se considera intachable.

La tenacidad, constancia y perseverancia del ministro Zaldívar le dio brillantez desde estudiante en la Escuela Libre de Derecho y en el Doctorado en Derecho Constitucional, cursado en la UNAM, donde sus maestros ya le auguraban un futuro académico promisorio, que es precisamente lo que hoy se confirma en su desempeño.

El presidente de la Corte no acudió a los actos públicos alusivos a las fiestas patrias y eso en cualquier país civilizado no tendría la menor importancia; sin embargo, el hecho de que no se sepa de alguna diferencia entre los titulares de los poderes Ejecutivo y Judicial, y que el respeto entre ambos personajes ha sido manifiesto en una sana distancia, confirma que el ministro Zaldívar no es un “oportunista” que ponga en riesgo su salud ante la necedad de AMLO, quien sin justificación se resiste a usar el cubrebocas.

La división de poderes, desde sus orígenes, expuesta por Montesquieu, hoy en medio de la pandemia aparece como muestra de que el poder sí puede detener al poder y que hay hombres capaces de buenas acciones, como el ministro Arturo Zaldívar.

Las ocurrencias del gobierno de la 4T han constituido un acervo inacabable para sustentar las críticas al presidente Andrés Manuel López Obrador y a sus cercanos colaboradores. Ahora resulta que el propio AMLO se ha inconformado públicamente de la inasistencia del presidente del Poder Judicial, el ministro Arturo Zaldívar, a quien no le perdona su ausencia en su segundo informe; la misma reprimenda pública también alcanza al fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero.

Gertz Manero está consciente de que el nuevo modelo de fiscal, que sustituyó al Ministerio Público federal, corresponde a una institución a la que la propia Constitución federal le otorga la autonomía del Poder Ejecutivo y un formato especial para su designación, cuyos propósitos van encaminados a garantizar la sana distancia y la no intromisión del propio presidente de la República en asuntos de la Fiscalía.

Los que conocen orígenes y trayectoria, personal y profesional del ministro presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, dan testimonio de que con su conducta pública ha construido una imagen de “hombre íntegro”, término que sintetiza la rectitud, honestidad y honradez de una persona a la que se considera intachable.

La tenacidad, constancia y perseverancia del ministro Zaldívar le dio brillantez desde estudiante en la Escuela Libre de Derecho y en el Doctorado en Derecho Constitucional, cursado en la UNAM, donde sus maestros ya le auguraban un futuro académico promisorio, que es precisamente lo que hoy se confirma en su desempeño.

El presidente de la Corte no acudió a los actos públicos alusivos a las fiestas patrias y eso en cualquier país civilizado no tendría la menor importancia; sin embargo, el hecho de que no se sepa de alguna diferencia entre los titulares de los poderes Ejecutivo y Judicial, y que el respeto entre ambos personajes ha sido manifiesto en una sana distancia, confirma que el ministro Zaldívar no es un “oportunista” que ponga en riesgo su salud ante la necedad de AMLO, quien sin justificación se resiste a usar el cubrebocas.

La división de poderes, desde sus orígenes, expuesta por Montesquieu, hoy en medio de la pandemia aparece como muestra de que el poder sí puede detener al poder y que hay hombres capaces de buenas acciones, como el ministro Arturo Zaldívar.