/ jueves 15 de marzo de 2018

Dislexia

Estimado lector, ¿conoce usted un niño que al escribir una palabra le cuesta trabajo representar una letra correctamente o incluso omitirla, que confunde o a veces olvida alguna palabra al escribirla, que tiene conflictos al leer, comprender o escribir un texto o presenta cierto tipo de problema al establecer la secuencia temporal entre horas, días, semanas, meses o años?

El niño con estos comportamientos presenta, en mayor o menor grado, una dificultad para aprender llamada dislexia, que le puede causar baja autoestima, ansiedad o problemas en su desempeño escolar. Esta palabra, según el diccionario de etimologías grecolatinas, proviene del griego y se conforma del prefijo “dis”, que significa mal o dificultad; el término “lexis”, cuyo significado es palabra y el sufijo “ia” que connota cualidad.

Los maestros cuando detectan un niño con esta particularidad deben trabajar de manera coordinada con los padres de familia y estar muy atentos para apoyarlo psicopedagógicamente, para lograr revertir dicha situación.

Se requiere que el docente aplique una estrategia gradual y flexible para apoyar académica y emocionalmente al niño, basada en una actitud de empatía, comprensión y atención personalizada en las actividades de aprendizaje de la lectoescritura e incluso de las matemáticas.

Es necesario inculcar al niño, pacientemente, el hábito de la lectura positiva, entre 15 y 20 minutos al día, seleccionando textos acorde a sus interés y edad.

Es recomendable que el maestro flexibilice de manera gradual y adecuada la corrección ortográfica o numérica, hasta que el niño llegue a dominarla, utilizando frases y oraciones breves, claras y concisas con apoyos visuales.

Además debe dosificar la cantidad y complejidad de las actividades que le encarga al niño dentro y fuera del aula y planificar la aplicación de exámenes con anticipación, para que el alumno aprenda a organizar el tiempo de estudio y a escribir las palabras correctas, reforzando positivamente todos los avances que realice, por mínimos que sean, sin darle el valor principal a la calificación numérica obtenida.

Dentro de esta estrategia de atención el docente debe, por un lado, tratar al niño igual que cualquier otro del grupo y, por el otro, evitar hacer comparaciones entre hermanos o con otros niños del salón de clases, para evitar problemas en su desempeño escolar y en su estado emocional.

También es conveniente desarrollar en el alumno su autonomía, la confianza en sí mismo y habilidades para el aprendizaje, hasta lograr el decremento significativo de los signos de la dislexia.

Si un docente detecta y diseña una estrategia de intervención a tiempo, en coordinación con los padres de familia, existen altas posibilidades de prevenir dificultades de tipo académico o emocional en el niño.


carlos_jorge27@hotmail.com


Estimado lector, ¿conoce usted un niño que al escribir una palabra le cuesta trabajo representar una letra correctamente o incluso omitirla, que confunde o a veces olvida alguna palabra al escribirla, que tiene conflictos al leer, comprender o escribir un texto o presenta cierto tipo de problema al establecer la secuencia temporal entre horas, días, semanas, meses o años?

El niño con estos comportamientos presenta, en mayor o menor grado, una dificultad para aprender llamada dislexia, que le puede causar baja autoestima, ansiedad o problemas en su desempeño escolar. Esta palabra, según el diccionario de etimologías grecolatinas, proviene del griego y se conforma del prefijo “dis”, que significa mal o dificultad; el término “lexis”, cuyo significado es palabra y el sufijo “ia” que connota cualidad.

Los maestros cuando detectan un niño con esta particularidad deben trabajar de manera coordinada con los padres de familia y estar muy atentos para apoyarlo psicopedagógicamente, para lograr revertir dicha situación.

Se requiere que el docente aplique una estrategia gradual y flexible para apoyar académica y emocionalmente al niño, basada en una actitud de empatía, comprensión y atención personalizada en las actividades de aprendizaje de la lectoescritura e incluso de las matemáticas.

Es necesario inculcar al niño, pacientemente, el hábito de la lectura positiva, entre 15 y 20 minutos al día, seleccionando textos acorde a sus interés y edad.

Es recomendable que el maestro flexibilice de manera gradual y adecuada la corrección ortográfica o numérica, hasta que el niño llegue a dominarla, utilizando frases y oraciones breves, claras y concisas con apoyos visuales.

Además debe dosificar la cantidad y complejidad de las actividades que le encarga al niño dentro y fuera del aula y planificar la aplicación de exámenes con anticipación, para que el alumno aprenda a organizar el tiempo de estudio y a escribir las palabras correctas, reforzando positivamente todos los avances que realice, por mínimos que sean, sin darle el valor principal a la calificación numérica obtenida.

Dentro de esta estrategia de atención el docente debe, por un lado, tratar al niño igual que cualquier otro del grupo y, por el otro, evitar hacer comparaciones entre hermanos o con otros niños del salón de clases, para evitar problemas en su desempeño escolar y en su estado emocional.

También es conveniente desarrollar en el alumno su autonomía, la confianza en sí mismo y habilidades para el aprendizaje, hasta lograr el decremento significativo de los signos de la dislexia.

Si un docente detecta y diseña una estrategia de intervención a tiempo, en coordinación con los padres de familia, existen altas posibilidades de prevenir dificultades de tipo académico o emocional en el niño.


carlos_jorge27@hotmail.com