/ sábado 21 de noviembre de 2020

Educación en pausa

En reciente documento “Educación en pausa”, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), entidad de la Organización de las Naciones Unidas...

Ha señalado que “en América Latina y el Caribe, se han reportado más de 11 millones de casos de coronavirus y hoy, a más de siete meses el Covid-19 ha privado al 97 por ciento de los estudiantes de la región de continuar con su educación habitual.

El cierre prolongado de las escuelas ha significado que aproximadamente 137 millones de niños y niñas continúen sin recibir educación presencial. Para cada niño, niña y adolescente, esta pérdida tiene graves implicaciones para su futuro y cada día que pasa con las escuelas cerradas se va dando forma a una catástrofe generacional, que tendrá profundas consecuencias para la sociedad en su conjunto”.

En la perspectiva general de esta problemática que comprende el estudio está México, donde se ha disparado el porcentaje de niños, niñas y adolescentes que no reciben ningún tipo de educación, ya sea a distancia o presencial, y los estudiantes que viven en entornos más pobres enfrentarán mayores dificultades si no tienen acceso a una computadora, a Internet o incluso a un espacio para hacer sus tareas. Igualmente los niños más desfavorecidos –incluidos los que tienen discapacidades cognitivas y físicas, los migrantes y las niñas, en particular– se enfrentan a una exclusión aún más grave del proceso de aprendizaje.

La interrupción prolongada de los servicios de educación preescolar y de primera infancia, priva a los niños y niñas más pequeños de experiencias de aprendizaje necesarias para su pleno desarrollo, especialmente en esta etapa de su vida en que más las necesitan, “las soluciones de aprendizaje a distancia han demostrado ser menos efectivas, ya que los niños más pequeños requieren interacciones directas a través del juego y otras actividades motivadoras”. Aún más preocupante, algunos estudiantes dependen de los programas de alimentación escolar y, por lo tanto, pierden lo que puede ser su única comida nutritiva del día, aumentando sus probabilidades de padecer desnutrición.

La psicóloga Mariana Martínez Guillén señala que “aunque la idea de evaluar de manera particular a cada estudiante de fondo puede ser buena, la implementación es muy compleja, lo que derivará en futuras problemáticas como rezago educativo y una brecha de desigualdad cada vez mayor entre quienes tienen las oportunidades de acceder a un buen sistema educativo y cuentan con la infraestructura en sus casas y quienes no”. Unicef considera que se necesita hacer mucho más para llegar a todos los que actualmente no asisten a la escuela, especialmente a quienes corren mayor riesgo de abandonarla. Hasta que las escuelas vuelvan a abrir, las soluciones de aprendizaje a distancia, en línea y fuera de línea, deben priorizarse y mejorarse aún más. Los profesores requieren de una formación adecuada, los enfoques pedagógicos deben ser más inclusivos y los programas de educación correctiva deben estar disponibles. “Para empezar, no todos tienen las mismas condiciones en casa para poder acceder a una educación de calidad a distancia. Además, el sistema educativo del país no cumple con los objetivos que establece”.

Dado que hay mucho en juego, el gobierno debe proteger e impulsar las inversiones en educación pública. Ernesto Santillán, en Reporte Índigo, comenta, de manera particular en México, la situación luce poco esperanzadora a pesar del nuevo sistema para evaluar a los estudiantes y del programa Aprende en Casa II. En ese sentido, Faro Educativo del INIDE indica que “ni el Programa Sectorial de Educación, ni el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 destinan un presupuesto específico para atender la situación crítica que implica llevar a cabo una educación a distancia, pese a encontrarnos en un contexto de pandemia. En estos instrumentos la pandemia no se ve ni se oye.

Hasta ahora el gasto por alumno ha sido menor en México que para los demás países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). “La distribución del gasto público dista de ser eficiente para garantizar el cumplimiento del derecho a la educación”. Unicef señala: Los gobiernos pueden “reconstruir mejor”, sentando las bases para que los sistemas educativos ofrezcan al retornar a las escuelas no sólo un mejor aprendizaje, sino también un entorno más seguro y resiliente que el que existía antes de la pandemia. Si se toma en cuenta esta estrategia se tendrá un impacto duradero tanto en millones de estudiantes como también en el potencial de desarrollo del país en las próximas décadas.

Se deben tomar medidas urgentes para salvaguardar el derecho a una educación de calidad para todos los niños, niñas y adolescentes, que sustente su progreso y bienestar futuros. No es demasiado tarde para mitigar el impacto devastador del Covid-19 y prevenir lo que podría convertirse en una catástrofe generacional. Esta crisis puede y debe transformarse en una oportunidad para repensar y reconstruir el sistema educativo actual de México, de una manera que aborde sus deficiencias y siente las bases para un nuevo comienzo.

En reciente documento “Educación en pausa”, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), entidad de la Organización de las Naciones Unidas...

Ha señalado que “en América Latina y el Caribe, se han reportado más de 11 millones de casos de coronavirus y hoy, a más de siete meses el Covid-19 ha privado al 97 por ciento de los estudiantes de la región de continuar con su educación habitual.

El cierre prolongado de las escuelas ha significado que aproximadamente 137 millones de niños y niñas continúen sin recibir educación presencial. Para cada niño, niña y adolescente, esta pérdida tiene graves implicaciones para su futuro y cada día que pasa con las escuelas cerradas se va dando forma a una catástrofe generacional, que tendrá profundas consecuencias para la sociedad en su conjunto”.

En la perspectiva general de esta problemática que comprende el estudio está México, donde se ha disparado el porcentaje de niños, niñas y adolescentes que no reciben ningún tipo de educación, ya sea a distancia o presencial, y los estudiantes que viven en entornos más pobres enfrentarán mayores dificultades si no tienen acceso a una computadora, a Internet o incluso a un espacio para hacer sus tareas. Igualmente los niños más desfavorecidos –incluidos los que tienen discapacidades cognitivas y físicas, los migrantes y las niñas, en particular– se enfrentan a una exclusión aún más grave del proceso de aprendizaje.

La interrupción prolongada de los servicios de educación preescolar y de primera infancia, priva a los niños y niñas más pequeños de experiencias de aprendizaje necesarias para su pleno desarrollo, especialmente en esta etapa de su vida en que más las necesitan, “las soluciones de aprendizaje a distancia han demostrado ser menos efectivas, ya que los niños más pequeños requieren interacciones directas a través del juego y otras actividades motivadoras”. Aún más preocupante, algunos estudiantes dependen de los programas de alimentación escolar y, por lo tanto, pierden lo que puede ser su única comida nutritiva del día, aumentando sus probabilidades de padecer desnutrición.

La psicóloga Mariana Martínez Guillén señala que “aunque la idea de evaluar de manera particular a cada estudiante de fondo puede ser buena, la implementación es muy compleja, lo que derivará en futuras problemáticas como rezago educativo y una brecha de desigualdad cada vez mayor entre quienes tienen las oportunidades de acceder a un buen sistema educativo y cuentan con la infraestructura en sus casas y quienes no”. Unicef considera que se necesita hacer mucho más para llegar a todos los que actualmente no asisten a la escuela, especialmente a quienes corren mayor riesgo de abandonarla. Hasta que las escuelas vuelvan a abrir, las soluciones de aprendizaje a distancia, en línea y fuera de línea, deben priorizarse y mejorarse aún más. Los profesores requieren de una formación adecuada, los enfoques pedagógicos deben ser más inclusivos y los programas de educación correctiva deben estar disponibles. “Para empezar, no todos tienen las mismas condiciones en casa para poder acceder a una educación de calidad a distancia. Además, el sistema educativo del país no cumple con los objetivos que establece”.

Dado que hay mucho en juego, el gobierno debe proteger e impulsar las inversiones en educación pública. Ernesto Santillán, en Reporte Índigo, comenta, de manera particular en México, la situación luce poco esperanzadora a pesar del nuevo sistema para evaluar a los estudiantes y del programa Aprende en Casa II. En ese sentido, Faro Educativo del INIDE indica que “ni el Programa Sectorial de Educación, ni el Proyecto de Presupuesto de Egresos de la Federación 2021 destinan un presupuesto específico para atender la situación crítica que implica llevar a cabo una educación a distancia, pese a encontrarnos en un contexto de pandemia. En estos instrumentos la pandemia no se ve ni se oye.

Hasta ahora el gasto por alumno ha sido menor en México que para los demás países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). “La distribución del gasto público dista de ser eficiente para garantizar el cumplimiento del derecho a la educación”. Unicef señala: Los gobiernos pueden “reconstruir mejor”, sentando las bases para que los sistemas educativos ofrezcan al retornar a las escuelas no sólo un mejor aprendizaje, sino también un entorno más seguro y resiliente que el que existía antes de la pandemia. Si se toma en cuenta esta estrategia se tendrá un impacto duradero tanto en millones de estudiantes como también en el potencial de desarrollo del país en las próximas décadas.

Se deben tomar medidas urgentes para salvaguardar el derecho a una educación de calidad para todos los niños, niñas y adolescentes, que sustente su progreso y bienestar futuros. No es demasiado tarde para mitigar el impacto devastador del Covid-19 y prevenir lo que podría convertirse en una catástrofe generacional. Esta crisis puede y debe transformarse en una oportunidad para repensar y reconstruir el sistema educativo actual de México, de una manera que aborde sus deficiencias y siente las bases para un nuevo comienzo.