/ sábado 6 de agosto de 2022

Educación y salud

México se encuentra entre los primeros lugares en obesidad infantil en el mundo y puede ser considerado como un país mayormente mal nutrido.

El 44% de los niños de 6 a 23 meses de edad no consume frutas ni verduras y el 59% no consume huevos, leche, pescado ni carne; la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 reveló que en el país la prevalencia de sobrepeso recae con más fuerza en los menores de 8 años con el 24% de ellos y el 26% con obesidad en menores de 9 años.

La proporción de niños y niñas mayores de 5 años con sobrepeso u obesidad aumenta a 1 de cada 3. El principal problema de nutrición que padecen niñas y niños de entre 6 a 11 años es la presencia de ambos padecimientos, obesidad y sobrepeso.

Para A. Pérez-Herrera y M. Cruz-López la obesidad se define de manera general como una enfermedad crónica, compleja y multifactorial desfavorable para la salud, caracterizada por un aumento excesivo de grasa corporal. Se presenta cuando hay un desequilibrio entre la ingesta energética y el gasto calórico que involucra factores genéticos y ambientales. Ello habla de malos hábitos. ¿Sabían que los hábitos alimenticios saludables se adquieren a una edad temprana? Es por lo que gran parte de la alimentación que reciben los niños y niñas debe encaminarse a una salud de calidad.

El aumento en la obesidad infantil y la incidencia de sobrepeso y obesidad se observa durante la escuela primaria. Cuando los niños ingresan en primaria (desde los seis años), la prevalencia promedio de sobrepeso y obesidad es del 24,3%. Sin embargo, a los 12 años de edad, cuando están concluyendo primaria, su prevalencia se incrementa al 32,5%. El peso corporal aumenta conforme incrementa la edad. En este sentido, cabe señalar que el 21% de los adolescentes y jóvenes hombres y el 27% de las mujeres de 12 a 19 años tienen sobrepeso.

Como señalan Pérez-Herrera y Cruz-López este es un problema multifactorial: México es el primer consumidor a nivel mundial de refrescos; hay estudios donde se señala que en el país seguimos dos patrones en la comida, el occidental (caracterizado por bebidas endulzadas, frituras, pastelillos y cereales dulces) y el patrón de leche entera y dulces. Se encontró que los patrones de cereales dulces y preparaciones con maíz y el patrón occidental están asociados con el sobrepeso y obesidad en los niños escolares. Hay baja ingesta de frutas, vegetales, leche y alimentos del mar e incremento de comida con carne roja y carnes procesadas. Además de los aspectos sociales, los aspectos culturales que existen en México, como la alimentación rica en productos derivados del maíz como los tamales, los tacos, las tortillas, el atole, etc., impactan de manera directa en la prevalencia de obesidad y sobrepeso en los niños mexicanos.

Otros estudios han mostrado que niños y adolescentes con alto consumo de frutas y vegetales tienen el doble de probabilidad de apegarse a recomendaciones saludables tras incrementar el consumo de fibra y reducir los ácidos grasos saturados y la sal en la edad adulta. Adicionalmente, si el consumo de bebidas azucaradas ha sido establecido durante la niñez, su ingesta tiende a incrementarse en la edad adulta.

De acuerdo con el artículo “Sobrepeso y Obesidad en el Niño y el Adolescente” del Dr. Raymundo Paredes Sierra, de la Facultad de Medicina de la UNAM, “de no establecerse estrategias que detengan el avance del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes […] los pone en riesgo de sufrir enfermedades circulatorias, del corazón y de los riñones, diabetes, que cobrarán numerosas víctimas.” A lo que se sumarían problemas respiratorios como asma y apnea de sueño y enfermedades del hígado.

Los padres descuidan algunos hábitos de los hijos, por ejemplo, el comer delante de la televisión o en general de cualquier aparato que haga que se deje de prestar atención a lo que estamos comiendo para hacerlo a lo que estamos viendo. Mientras que los niños o jóvenes ven la televisión no son conscientes de la cantidad de comida que están ingiriendo ni de cuando están completamente saciados. Este efecto se agrava cuando la publicidad- muy frecuente- además hace referencia a productos alimenticios no muy recomendables, lo que provoca un estímulo para comer más. A lo anterior se suma la falta de ejercicio, una cultura física, practicar un deporte o simplemente realizar ejercicio regularmente.

La UNICEF en conjunto con el Instituto Nacional de Salud Pública, IMSS, la Secretaría de Salud y la SEP trabajan para fortalecer la salud en la niñez mexicana, pero los retos son muy grandes.

Con anterioridad el gobierno federal ha promovido campañas para atender este problema, pero no ha sido suficiente. “Uno de los principales retos es un mejor sistema alimentario, dejar de centrar el problema en los individuos y verlo más a nivel estructural. ¿Por qué queremos resolver el problema desde la curación si podemos hacerlo desde la prevención?”, menciona Liz Tolentino, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública. Para los expertos, pese a que se trata de enfermedades complejas, con causas multifactoriales que se deben analizar e intervenir con un enfoque integral, de sistemas, las estrategias de intervención sólo han sido parciales e incompletas.

Esta problemática como se ha visto debe atenderse desde el hogar con los padres de familia, la escuela, las autoridades de salud y educación, los medios de comunicación, las empresas que elaboran alimentos, etc. David García Díaz, de la Facultad de Medicina de la UNAM, comenta que “la obesidad no duele, pero es visible, comencemos a hacer conciencia de ella, porque cambió nuestra talla o percibimos molestias menores en nuestras rodillas. Notemos que muchos tratamientos médicos mejoran su eficacia simplemente con reducir unos kilogramos. Cambiemos la historia natural de la enfermedad con educación”.

México se encuentra entre los primeros lugares en obesidad infantil en el mundo y puede ser considerado como un país mayormente mal nutrido.

El 44% de los niños de 6 a 23 meses de edad no consume frutas ni verduras y el 59% no consume huevos, leche, pescado ni carne; la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2020 reveló que en el país la prevalencia de sobrepeso recae con más fuerza en los menores de 8 años con el 24% de ellos y el 26% con obesidad en menores de 9 años.

La proporción de niños y niñas mayores de 5 años con sobrepeso u obesidad aumenta a 1 de cada 3. El principal problema de nutrición que padecen niñas y niños de entre 6 a 11 años es la presencia de ambos padecimientos, obesidad y sobrepeso.

Para A. Pérez-Herrera y M. Cruz-López la obesidad se define de manera general como una enfermedad crónica, compleja y multifactorial desfavorable para la salud, caracterizada por un aumento excesivo de grasa corporal. Se presenta cuando hay un desequilibrio entre la ingesta energética y el gasto calórico que involucra factores genéticos y ambientales. Ello habla de malos hábitos. ¿Sabían que los hábitos alimenticios saludables se adquieren a una edad temprana? Es por lo que gran parte de la alimentación que reciben los niños y niñas debe encaminarse a una salud de calidad.

El aumento en la obesidad infantil y la incidencia de sobrepeso y obesidad se observa durante la escuela primaria. Cuando los niños ingresan en primaria (desde los seis años), la prevalencia promedio de sobrepeso y obesidad es del 24,3%. Sin embargo, a los 12 años de edad, cuando están concluyendo primaria, su prevalencia se incrementa al 32,5%. El peso corporal aumenta conforme incrementa la edad. En este sentido, cabe señalar que el 21% de los adolescentes y jóvenes hombres y el 27% de las mujeres de 12 a 19 años tienen sobrepeso.

Como señalan Pérez-Herrera y Cruz-López este es un problema multifactorial: México es el primer consumidor a nivel mundial de refrescos; hay estudios donde se señala que en el país seguimos dos patrones en la comida, el occidental (caracterizado por bebidas endulzadas, frituras, pastelillos y cereales dulces) y el patrón de leche entera y dulces. Se encontró que los patrones de cereales dulces y preparaciones con maíz y el patrón occidental están asociados con el sobrepeso y obesidad en los niños escolares. Hay baja ingesta de frutas, vegetales, leche y alimentos del mar e incremento de comida con carne roja y carnes procesadas. Además de los aspectos sociales, los aspectos culturales que existen en México, como la alimentación rica en productos derivados del maíz como los tamales, los tacos, las tortillas, el atole, etc., impactan de manera directa en la prevalencia de obesidad y sobrepeso en los niños mexicanos.

Otros estudios han mostrado que niños y adolescentes con alto consumo de frutas y vegetales tienen el doble de probabilidad de apegarse a recomendaciones saludables tras incrementar el consumo de fibra y reducir los ácidos grasos saturados y la sal en la edad adulta. Adicionalmente, si el consumo de bebidas azucaradas ha sido establecido durante la niñez, su ingesta tiende a incrementarse en la edad adulta.

De acuerdo con el artículo “Sobrepeso y Obesidad en el Niño y el Adolescente” del Dr. Raymundo Paredes Sierra, de la Facultad de Medicina de la UNAM, “de no establecerse estrategias que detengan el avance del sobrepeso y la obesidad en niños y adolescentes […] los pone en riesgo de sufrir enfermedades circulatorias, del corazón y de los riñones, diabetes, que cobrarán numerosas víctimas.” A lo que se sumarían problemas respiratorios como asma y apnea de sueño y enfermedades del hígado.

Los padres descuidan algunos hábitos de los hijos, por ejemplo, el comer delante de la televisión o en general de cualquier aparato que haga que se deje de prestar atención a lo que estamos comiendo para hacerlo a lo que estamos viendo. Mientras que los niños o jóvenes ven la televisión no son conscientes de la cantidad de comida que están ingiriendo ni de cuando están completamente saciados. Este efecto se agrava cuando la publicidad- muy frecuente- además hace referencia a productos alimenticios no muy recomendables, lo que provoca un estímulo para comer más. A lo anterior se suma la falta de ejercicio, una cultura física, practicar un deporte o simplemente realizar ejercicio regularmente.

La UNICEF en conjunto con el Instituto Nacional de Salud Pública, IMSS, la Secretaría de Salud y la SEP trabajan para fortalecer la salud en la niñez mexicana, pero los retos son muy grandes.

Con anterioridad el gobierno federal ha promovido campañas para atender este problema, pero no ha sido suficiente. “Uno de los principales retos es un mejor sistema alimentario, dejar de centrar el problema en los individuos y verlo más a nivel estructural. ¿Por qué queremos resolver el problema desde la curación si podemos hacerlo desde la prevención?”, menciona Liz Tolentino, investigadora del Instituto Nacional de Salud Pública. Para los expertos, pese a que se trata de enfermedades complejas, con causas multifactoriales que se deben analizar e intervenir con un enfoque integral, de sistemas, las estrategias de intervención sólo han sido parciales e incompletas.

Esta problemática como se ha visto debe atenderse desde el hogar con los padres de familia, la escuela, las autoridades de salud y educación, los medios de comunicación, las empresas que elaboran alimentos, etc. David García Díaz, de la Facultad de Medicina de la UNAM, comenta que “la obesidad no duele, pero es visible, comencemos a hacer conciencia de ella, porque cambió nuestra talla o percibimos molestias menores en nuestras rodillas. Notemos que muchos tratamientos médicos mejoran su eficacia simplemente con reducir unos kilogramos. Cambiemos la historia natural de la enfermedad con educación”.