/ miércoles 29 de mayo de 2019

Éfeso, huellas del Cristianismo

Esta ciudad como muchas en Turquía no tienen una historia lineal sino zigzageante; las influencias culturales su superponen en tiempo y espacio. Ahí al lado de la belleza urbanística, arquitectónica y escultórica romanas, se encuentra otra espiritural no menos bella pero cristiana. Una leyenda que aquí cobra vida dice que Jesús antes de morir en la cruz encomendó a su madre con el apóstol Juan. Algún tiempo después de la crucifixión los apóstoles fueron echados de Jerusalem. Fue así como San Juan y la Virgen María llegaron a Éfeso hacia el año 42, ahí establecieron su domicilio y vivieron largos años hasta su muerte. En una colina—Bulbul— apartada de la gran ciudad habitaron en una casa modesta. Aquí es donde San Juan dijo haber escuchado las siete trompetas, visto las siete copas donde los ángeles portaban las siete plagas y los siete sellos de donde salieron los famosos cuatro jinetes, en fin, sus visiones del fin del mundo que narra en el Apocalipsis. ¿Cierto o falso? No lo sé, pero quién puede oponerse al río caudaloso de la leyenda que dice que ahí se construyó la primera iglesia en el mundo dedicada a la Virgen María. Así fue como el Papa Juan XXIII declaró ese espacio como lugar de peregrinación. Desde entonces han pasado por ahí Paulo VI, Juan Pablo I y Benedicto XVI y miles de peregrinos y turistas. Ahora hay ahí una pequeña capilla; adentro y afuera se pueden observar sendas esculturas que representan a la Virgen María. En el interior hay una pequeño espacio que se dice fue el dormitorio de la Virgen. Afuera, cerca de la entrada, el tronco de un añoso árbol da la impresión de ser un centinela milenario de la tradición. Unos metros más abajo hay un gran muro de piedra, de hecho es el muro de contención que soporta la calle que pasa frente a la capilla. Sobrepuesto al muro hay un tejido de alambre, donde los creyentes dejan recados con peticiones a la Virgen; son varios miles de ellos. A un lado, existen tres llaves con agua de manantial, se dice que es agua bendita. Los creyentes se persignan con esa agua, además llenan sus botellas para compartirla con su familia. Otros simplemente llenan sus botellas de agua para calmar la sed. Sin ponerse a pensar que el diablo los puede acechar en cualquier esquina por esta irreverencia. Hay otra tradición que afirma que el Apocalipsis fue escrito en la Isla de Patmos. Pero como se trata de un asunto de fe y no de historia, los lectores juzgarán mejor. evaz2010@hotmail.com












Esta ciudad como muchas en Turquía no tienen una historia lineal sino zigzageante; las influencias culturales su superponen en tiempo y espacio. Ahí al lado de la belleza urbanística, arquitectónica y escultórica romanas, se encuentra otra espiritural no menos bella pero cristiana. Una leyenda que aquí cobra vida dice que Jesús antes de morir en la cruz encomendó a su madre con el apóstol Juan. Algún tiempo después de la crucifixión los apóstoles fueron echados de Jerusalem. Fue así como San Juan y la Virgen María llegaron a Éfeso hacia el año 42, ahí establecieron su domicilio y vivieron largos años hasta su muerte. En una colina—Bulbul— apartada de la gran ciudad habitaron en una casa modesta. Aquí es donde San Juan dijo haber escuchado las siete trompetas, visto las siete copas donde los ángeles portaban las siete plagas y los siete sellos de donde salieron los famosos cuatro jinetes, en fin, sus visiones del fin del mundo que narra en el Apocalipsis. ¿Cierto o falso? No lo sé, pero quién puede oponerse al río caudaloso de la leyenda que dice que ahí se construyó la primera iglesia en el mundo dedicada a la Virgen María. Así fue como el Papa Juan XXIII declaró ese espacio como lugar de peregrinación. Desde entonces han pasado por ahí Paulo VI, Juan Pablo I y Benedicto XVI y miles de peregrinos y turistas. Ahora hay ahí una pequeña capilla; adentro y afuera se pueden observar sendas esculturas que representan a la Virgen María. En el interior hay una pequeño espacio que se dice fue el dormitorio de la Virgen. Afuera, cerca de la entrada, el tronco de un añoso árbol da la impresión de ser un centinela milenario de la tradición. Unos metros más abajo hay un gran muro de piedra, de hecho es el muro de contención que soporta la calle que pasa frente a la capilla. Sobrepuesto al muro hay un tejido de alambre, donde los creyentes dejan recados con peticiones a la Virgen; son varios miles de ellos. A un lado, existen tres llaves con agua de manantial, se dice que es agua bendita. Los creyentes se persignan con esa agua, además llenan sus botellas para compartirla con su familia. Otros simplemente llenan sus botellas de agua para calmar la sed. Sin ponerse a pensar que el diablo los puede acechar en cualquier esquina por esta irreverencia. Hay otra tradición que afirma que el Apocalipsis fue escrito en la Isla de Patmos. Pero como se trata de un asunto de fe y no de historia, los lectores juzgarán mejor. evaz2010@hotmail.com