/ viernes 18 de octubre de 2024

El abogánster

Dícese de aquella persona que haciendo uso deshonesto de un título o cédula de profesional del derecho lucra, engaña, intimida, y se conduce sin ética frente a quienes solicitan sus servicios, a sabiendas del grave perjuicio que ocasionará su conducta.

Por si el problema fuera menor, la proliferación de universidades patito en las cuales se sale fácilmente ‘de abogado’, cursando la carrera sin tener la vocación; a veces hasta como una última opción para ‘ser alguien’ (o con tal de no ser nada), ha terminado de complicar el escenario para un grueso mercado de personas que en busca de justicia terminan perdiéndolo todo en las garras de estos nefastos seres.

Historia tras historia, el móvil se repite, historias muy tristes se escriben en torno a la mala fortuna de conocer o llegar hasta el despacho de uno de ellos (y también ellas), dado que al parecer todo gira en torno al provecho económico que obtienen los abogánster.

Sin importarles la desgracia a la que llevarán a sus clientes, pues no es solo dinero lo que les harán perder, ni su patrimonio o su libertad; sino la dignidad, la paz, la salud física y mental, y a veces hasta la vida.

Es el dolor de los casos que están llegando al Barzón como una segunda opinión o como una última oportunidad lo que me provoca escribir estas líneas, y compartir con ustedes estos 4 casos, no son todos, pero sí los más recientes. Sirvan los mismos para dos fines, primero si usted es el cliente, ¡corra!, huya mientras pueda, si siente que algo no anda bien, lo más probable es que así sea.

Segundo, si usted es abogánster, créame que ningún dinero ganado de esta manera compensará lo que le viene en vía de justicia divina por haber provocado tanto dolor, así que quizá sea el momento de pedir perdón y dedicarse a algo lícito que sí sepa, o le nazca hacer.

Juan, nombre usado para proteger su verdadera identidad, lleva más de trece años buscando ser exonerado de pagar una deuda, a la que no debió ser condenado por la sencilla razón de que el contrato de renta que le reclamaron jamás existió; su abogánster le dijo todo este tiempo que el caso “estaba ganado” a su favor y que solo era cuestión de esperar un poco, así pasaron los años, muchos miles, su vista y la vida de dos hijos, en espera de un resultado que nunca llegó. En el inter, citas a deshoras, explicaciones poco claras, y el abandono final al saberse perdedor del caso, pues para estas alturas lo que se pudo solucionar de manera razonable, suma muchos ceros haciendo la deuda humanamente impagable.

Adela, nombre usado para proteger su verdadera identidad, es madre de dos pequeñas hijas, con una de ellas en brazos, me narra la historia de su abogánster, quien en dos años le sacó ochocientos mil pesos -entre copias y honorarios- para negociar su deuda con el banco.

Se ha enterado por personal de cobranza del propio banco que todo fue un engaño pues su casa está a días del remate; al saberse la noticia, cuestionó a su abogado, quien como desagravio le ofreció un amparo para “parar el remate”, del que trae una foto, se trata de un sello y un tribunal fantasma.

Carlos, nombre usado para proteger su verdadera identidad dice que su primera abogánster le pedía miles de pesos como viáticos (aparte honorarios) para subir a México, a negociar con el banco, comunicándole al final de sus “gestiones” que su deuda quedaría en breve cancelada. A los días le llegó la demanda; todo era mentira. Cayó entonces con otro abogánster que este sí era el bueno, le pidió 150 mil pesos para comprar “una autoridad” y resolver su caso pues porque ya estaba muy difícil, después de entregada la suma, que hasta la fecha debe -pues la pidió prestada-, le dijo que no había nada más que hacer porque se iba a trabajar a las campañas políticas y le entregó un par de hojas, que según eran su “expediente”.

José, nombre usado para proteger su verdadera identidad, tiene 40 años peleando un terreno que compró, su primera abogánster le perdió el caso, y el segundo ya le dijo que, sí se pudo, pero que solo le tocan 30 mil pesos, y eso quién sabe hasta cuándo porque ya fallecieron todos los involucrados y ahora tiene que pelear con los nietos. Ahora anda en busca de un “buen abogado”, uno que pueda hasta revivir muertos, ¡ay Dios!

www.elbarzonrc.org

elbarzonrc@yahoo.com.mx

@terecarbajal

Dícese de aquella persona que haciendo uso deshonesto de un título o cédula de profesional del derecho lucra, engaña, intimida, y se conduce sin ética frente a quienes solicitan sus servicios, a sabiendas del grave perjuicio que ocasionará su conducta.

Por si el problema fuera menor, la proliferación de universidades patito en las cuales se sale fácilmente ‘de abogado’, cursando la carrera sin tener la vocación; a veces hasta como una última opción para ‘ser alguien’ (o con tal de no ser nada), ha terminado de complicar el escenario para un grueso mercado de personas que en busca de justicia terminan perdiéndolo todo en las garras de estos nefastos seres.

Historia tras historia, el móvil se repite, historias muy tristes se escriben en torno a la mala fortuna de conocer o llegar hasta el despacho de uno de ellos (y también ellas), dado que al parecer todo gira en torno al provecho económico que obtienen los abogánster.

Sin importarles la desgracia a la que llevarán a sus clientes, pues no es solo dinero lo que les harán perder, ni su patrimonio o su libertad; sino la dignidad, la paz, la salud física y mental, y a veces hasta la vida.

Es el dolor de los casos que están llegando al Barzón como una segunda opinión o como una última oportunidad lo que me provoca escribir estas líneas, y compartir con ustedes estos 4 casos, no son todos, pero sí los más recientes. Sirvan los mismos para dos fines, primero si usted es el cliente, ¡corra!, huya mientras pueda, si siente que algo no anda bien, lo más probable es que así sea.

Segundo, si usted es abogánster, créame que ningún dinero ganado de esta manera compensará lo que le viene en vía de justicia divina por haber provocado tanto dolor, así que quizá sea el momento de pedir perdón y dedicarse a algo lícito que sí sepa, o le nazca hacer.

Juan, nombre usado para proteger su verdadera identidad, lleva más de trece años buscando ser exonerado de pagar una deuda, a la que no debió ser condenado por la sencilla razón de que el contrato de renta que le reclamaron jamás existió; su abogánster le dijo todo este tiempo que el caso “estaba ganado” a su favor y que solo era cuestión de esperar un poco, así pasaron los años, muchos miles, su vista y la vida de dos hijos, en espera de un resultado que nunca llegó. En el inter, citas a deshoras, explicaciones poco claras, y el abandono final al saberse perdedor del caso, pues para estas alturas lo que se pudo solucionar de manera razonable, suma muchos ceros haciendo la deuda humanamente impagable.

Adela, nombre usado para proteger su verdadera identidad, es madre de dos pequeñas hijas, con una de ellas en brazos, me narra la historia de su abogánster, quien en dos años le sacó ochocientos mil pesos -entre copias y honorarios- para negociar su deuda con el banco.

Se ha enterado por personal de cobranza del propio banco que todo fue un engaño pues su casa está a días del remate; al saberse la noticia, cuestionó a su abogado, quien como desagravio le ofreció un amparo para “parar el remate”, del que trae una foto, se trata de un sello y un tribunal fantasma.

Carlos, nombre usado para proteger su verdadera identidad dice que su primera abogánster le pedía miles de pesos como viáticos (aparte honorarios) para subir a México, a negociar con el banco, comunicándole al final de sus “gestiones” que su deuda quedaría en breve cancelada. A los días le llegó la demanda; todo era mentira. Cayó entonces con otro abogánster que este sí era el bueno, le pidió 150 mil pesos para comprar “una autoridad” y resolver su caso pues porque ya estaba muy difícil, después de entregada la suma, que hasta la fecha debe -pues la pidió prestada-, le dijo que no había nada más que hacer porque se iba a trabajar a las campañas políticas y le entregó un par de hojas, que según eran su “expediente”.

José, nombre usado para proteger su verdadera identidad, tiene 40 años peleando un terreno que compró, su primera abogánster le perdió el caso, y el segundo ya le dijo que, sí se pudo, pero que solo le tocan 30 mil pesos, y eso quién sabe hasta cuándo porque ya fallecieron todos los involucrados y ahora tiene que pelear con los nietos. Ahora anda en busca de un “buen abogado”, uno que pueda hasta revivir muertos, ¡ay Dios!

www.elbarzonrc.org

elbarzonrc@yahoo.com.mx

@terecarbajal

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