/ martes 19 de enero de 2021

El absolutismo de la 4T

En política a la mexicana se ha dicho reiteradamente que las amistades son falsas y las enemistades son “de adeveras”. Basta con referirnos a tres ejemplos recientes, de cómo el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha relegado los consejos de la escritora Elena Poniatowska y de Porfirio Muñoz Ledo, así como la publicidad que a su carrera política le ha dado la periodista Carmen Aristegui.

De la doctora y también periodista Elena Poniatowska, galardonada por su producción literaria, AMLO recibió siempre orientación y cobijo, que le permitieron al fundador de Morena el reconocimiento de intelectuales, círculos literarios y medios de comunicación a lo largo de sus 18 años de campaña. Hoy la propia “Elenita” ha elevado su voz para recomendarle a Andrés Manuel que en vez de promover la división de la sociedad en las “mañaneras”, que sólo han generado un hartazgo social, administre su imagen y limite las ruedas de prensa. La respuesta de López Obrador se dio a través de los “bots”, quienes en redes sociales no terminan de ofender y criticar sin fundamentos sólidos a la señora Poniatowska, quien en otro tiempo fue protectora del líder tabasqueño.

La otra mujer que ha resultado víctima del desconocimiento de la “amistad” presidencial es la periodista y comunicadora de radio y televisión Carmen Aristegui, quien siempre aprovechó sus espacios de comunicación para llevar agua al molino del fundador de Morena, denostando a los gobiernos en turno. La crítica a la todavía injustificada repatriación y liberación del general Salvador Cienfuegos, por parte de la periodista, ha servido de pretexto al jefe del Ejecutivo federal para cuestionar el profesionalismo de Aristegui a través de sus granjas de “bots” en todas las redes sociales, sin importar al inquilino de Palacio Nacional el rompimiento del vínculo amistoso que se veía entre ambos personajes.

Finalmente, el más antiguo de esta trilogía de amistades rotas con el señor presidente López Obrador es el actual diputado federal por Morena, Porfirio Muñoz Ledo, quien recibió en carne propia el desprecio y el veto presidencial, que le impidió ser dirigente nacional de Morena, evitando López Obrador, con esa mezquindad, que su mentor Porfirio pasara a la historia como el único mexicano que habría presidido tres partidos políticos nacionales.

Decepcionante para México que las políticas de AMLO, al igual que las de Luis XIV, no admitan contradicción alguna.

En política a la mexicana se ha dicho reiteradamente que las amistades son falsas y las enemistades son “de adeveras”. Basta con referirnos a tres ejemplos recientes, de cómo el propio presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha relegado los consejos de la escritora Elena Poniatowska y de Porfirio Muñoz Ledo, así como la publicidad que a su carrera política le ha dado la periodista Carmen Aristegui.

De la doctora y también periodista Elena Poniatowska, galardonada por su producción literaria, AMLO recibió siempre orientación y cobijo, que le permitieron al fundador de Morena el reconocimiento de intelectuales, círculos literarios y medios de comunicación a lo largo de sus 18 años de campaña. Hoy la propia “Elenita” ha elevado su voz para recomendarle a Andrés Manuel que en vez de promover la división de la sociedad en las “mañaneras”, que sólo han generado un hartazgo social, administre su imagen y limite las ruedas de prensa. La respuesta de López Obrador se dio a través de los “bots”, quienes en redes sociales no terminan de ofender y criticar sin fundamentos sólidos a la señora Poniatowska, quien en otro tiempo fue protectora del líder tabasqueño.

La otra mujer que ha resultado víctima del desconocimiento de la “amistad” presidencial es la periodista y comunicadora de radio y televisión Carmen Aristegui, quien siempre aprovechó sus espacios de comunicación para llevar agua al molino del fundador de Morena, denostando a los gobiernos en turno. La crítica a la todavía injustificada repatriación y liberación del general Salvador Cienfuegos, por parte de la periodista, ha servido de pretexto al jefe del Ejecutivo federal para cuestionar el profesionalismo de Aristegui a través de sus granjas de “bots” en todas las redes sociales, sin importar al inquilino de Palacio Nacional el rompimiento del vínculo amistoso que se veía entre ambos personajes.

Finalmente, el más antiguo de esta trilogía de amistades rotas con el señor presidente López Obrador es el actual diputado federal por Morena, Porfirio Muñoz Ledo, quien recibió en carne propia el desprecio y el veto presidencial, que le impidió ser dirigente nacional de Morena, evitando López Obrador, con esa mezquindad, que su mentor Porfirio pasara a la historia como el único mexicano que habría presidido tres partidos políticos nacionales.

Decepcionante para México que las políticas de AMLO, al igual que las de Luis XIV, no admitan contradicción alguna.