/ martes 24 de septiembre de 2019

El acuerdo por Winckler

Si de crisis se trata pensemos en Veracruz. Culpables o no, pero los dos últimos Fiscales del Estado han sido requeridos por una orden de aprehensión, y no sólo eso, ambos abogados decidieron ocultarse para no ser capturados.

¿Qué ocurre en un estado cuyos encargados de investigar a los delincuentes acaban siendo perseguidos?, ¿son culpables o ambos casos revisten únicamente venganzas políticas de por medio?

El Fiscal en tiempos de Javier Duarte, Luis Ángel Bravo, fue encarcelado por la administración yunista, y el Fiscal en tiempos de Miguel Yunes, Jorge Winckler, es perseguido por Cuitláhuac García. Después, ambos gobiernos buscaron colocar a un Fiscal a modo, y lo consiguieron.

Ocupar la Fiscalía en Veracruz es ya similar a sacarse “la rifa del tigre”, más aún si no se cuenta con el manto protector del gobierno estatal o federal en turno. Nada habría ocurrido al Fiscal de Duarte si Yunes Linares hubiera perdido; nada habría pasado al Fiscal de Yunes si el PAN hubiera obtenido la gubernatura. Así de fácil.

La actual encargada de la Fiscalía de Veracruz posee la ventaja de contar con 5 años morenistas por delante, tanto en el estado como en la Federación. No tiene de qué preocuparse, se quede o no como titular del organismo supuestamente autónomo.

Apenas un día después de ser suspendido temporalmente como Fiscal, Jorge Winckler me dijo, (en la única entrevista que concedió a un medio de comunicación en el estado de Veracruz), que tenía conocimiento de reuniones en el penal de Pacho Viejo para proceder en su contra con órdenes de aprehensión, y así ocurrió.

Muy temprano recibí la llamada de una fuente bien enterada en Palacio Nacional que, de manera apresurada, me dijo que la salida de Winckler vendría aparejada (en breve) con el relevo de uno de los hombres fuertes de Cuitláhuac García, uno que a ojos de todos pretendía rebasar al propio Gobernador. “Fue el acuerdo por la cabeza del Fiscal”, me afirmaron.

alejandroaguirre77@gmail.com

Twitter: @aaguirre_g

Si de crisis se trata pensemos en Veracruz. Culpables o no, pero los dos últimos Fiscales del Estado han sido requeridos por una orden de aprehensión, y no sólo eso, ambos abogados decidieron ocultarse para no ser capturados.

¿Qué ocurre en un estado cuyos encargados de investigar a los delincuentes acaban siendo perseguidos?, ¿son culpables o ambos casos revisten únicamente venganzas políticas de por medio?

El Fiscal en tiempos de Javier Duarte, Luis Ángel Bravo, fue encarcelado por la administración yunista, y el Fiscal en tiempos de Miguel Yunes, Jorge Winckler, es perseguido por Cuitláhuac García. Después, ambos gobiernos buscaron colocar a un Fiscal a modo, y lo consiguieron.

Ocupar la Fiscalía en Veracruz es ya similar a sacarse “la rifa del tigre”, más aún si no se cuenta con el manto protector del gobierno estatal o federal en turno. Nada habría ocurrido al Fiscal de Duarte si Yunes Linares hubiera perdido; nada habría pasado al Fiscal de Yunes si el PAN hubiera obtenido la gubernatura. Así de fácil.

La actual encargada de la Fiscalía de Veracruz posee la ventaja de contar con 5 años morenistas por delante, tanto en el estado como en la Federación. No tiene de qué preocuparse, se quede o no como titular del organismo supuestamente autónomo.

Apenas un día después de ser suspendido temporalmente como Fiscal, Jorge Winckler me dijo, (en la única entrevista que concedió a un medio de comunicación en el estado de Veracruz), que tenía conocimiento de reuniones en el penal de Pacho Viejo para proceder en su contra con órdenes de aprehensión, y así ocurrió.

Muy temprano recibí la llamada de una fuente bien enterada en Palacio Nacional que, de manera apresurada, me dijo que la salida de Winckler vendría aparejada (en breve) con el relevo de uno de los hombres fuertes de Cuitláhuac García, uno que a ojos de todos pretendía rebasar al propio Gobernador. “Fue el acuerdo por la cabeza del Fiscal”, me afirmaron.

alejandroaguirre77@gmail.com

Twitter: @aaguirre_g