/ sábado 9 de enero de 2021

El año de la venganza

Aun cuando la mercadotecnia quería sembrarnos una esperanza fugaz -en los últimos días del 2020-, que el 2021 sería el año de la venganza en el que todo, casi por arte de magia, sería diferente, lo cierto es que en los primeros días de este año vemos que las cosas siguen igual, algunas por desgracia peor. Muchas cifras del horror han alcanzado máximos increíbles de muertes. Esto no es malo por sí solo; ese es el hecho que refleja las consecuencias de nuestras elecciones, de las decisiones que hemos tomado. Es el saldo y la evidencia de nuestros fallos.

Lo anterior nos permite tomar conciencia. Es el termómetro que mide el calor de nuestro corazón, para ponernos en sintonía con todo lo que sucede a nuestro alrededor y situarnos en lo que nos toca hacer a nosotros mismos y a nadie más. Por esta razón los propósitos de este 2021 no estriban tanto en la realización personal, al margen de los demás, a expensas de los otros. Especialmente este 2021 es el año de la fraternidad, del cuidado, de la promoción del otro. Ese habrá de ser el itinerario que marque cada una de las motivaciones que nos impacten durante este año. ¡Es ahora o no será nunca!

Por esta razón, los días de este año que nos toquen vivir nos permitirán tomar conciencia de quiénes somos, de nuestros sentimientos por nosotros mismos, por los nuestros, pero también por los demás. Es el año del corazón, en el que habrá de conmovernos el gozo de una madre con su hijo, de un abuelo con sus nietos, pero también el dolor de todos los que viven en el desempleo, de todos los migrantes que vagan sin refugio, de los familiares de enfermos que hacen largas filas para logar atención para los suyos.

Habrá de conmovernos la escena de los hijos que, desde el puente, saludan a sus padres que yacen conectados a respiradores en los hospitales, o la angustia de tantos que buscan tanques de oxígeno y no encuentran. Nuestras energías habrán de conmoverse a tal grado que nos permitan salir al encuentro del que necesita nuestra compañía y cuidados. El 2020 nos heredó la conciencia solidaria.

El 2021 tiene que ser el año de la sensibilidad que nos mueva a la acción y al compromiso decidido con tal que siempre y en todo se cuide la vida. Que nuestro propósito siempre sea el bien del otro, el progreso de todos, el desarrollo integral de los demás. En ese sentido, el 2021 será el año de la venganza. En el que todas las vidas valgan y se custodien, en el que se promueva decididamente el bien y la paz en cada rincón de la existencia.

Los días de este año que nos toquen vivir nos permitirán tomar conciencia de quiénes somos, de nuestros sentimientos.

Aun cuando la mercadotecnia quería sembrarnos una esperanza fugaz -en los últimos días del 2020-, que el 2021 sería el año de la venganza en el que todo, casi por arte de magia, sería diferente, lo cierto es que en los primeros días de este año vemos que las cosas siguen igual, algunas por desgracia peor. Muchas cifras del horror han alcanzado máximos increíbles de muertes. Esto no es malo por sí solo; ese es el hecho que refleja las consecuencias de nuestras elecciones, de las decisiones que hemos tomado. Es el saldo y la evidencia de nuestros fallos.

Lo anterior nos permite tomar conciencia. Es el termómetro que mide el calor de nuestro corazón, para ponernos en sintonía con todo lo que sucede a nuestro alrededor y situarnos en lo que nos toca hacer a nosotros mismos y a nadie más. Por esta razón los propósitos de este 2021 no estriban tanto en la realización personal, al margen de los demás, a expensas de los otros. Especialmente este 2021 es el año de la fraternidad, del cuidado, de la promoción del otro. Ese habrá de ser el itinerario que marque cada una de las motivaciones que nos impacten durante este año. ¡Es ahora o no será nunca!

Por esta razón, los días de este año que nos toquen vivir nos permitirán tomar conciencia de quiénes somos, de nuestros sentimientos por nosotros mismos, por los nuestros, pero también por los demás. Es el año del corazón, en el que habrá de conmovernos el gozo de una madre con su hijo, de un abuelo con sus nietos, pero también el dolor de todos los que viven en el desempleo, de todos los migrantes que vagan sin refugio, de los familiares de enfermos que hacen largas filas para logar atención para los suyos.

Habrá de conmovernos la escena de los hijos que, desde el puente, saludan a sus padres que yacen conectados a respiradores en los hospitales, o la angustia de tantos que buscan tanques de oxígeno y no encuentran. Nuestras energías habrán de conmoverse a tal grado que nos permitan salir al encuentro del que necesita nuestra compañía y cuidados. El 2020 nos heredó la conciencia solidaria.

El 2021 tiene que ser el año de la sensibilidad que nos mueva a la acción y al compromiso decidido con tal que siempre y en todo se cuide la vida. Que nuestro propósito siempre sea el bien del otro, el progreso de todos, el desarrollo integral de los demás. En ese sentido, el 2021 será el año de la venganza. En el que todas las vidas valgan y se custodien, en el que se promueva decididamente el bien y la paz en cada rincón de la existencia.

Los días de este año que nos toquen vivir nos permitirán tomar conciencia de quiénes somos, de nuestros sentimientos.