/ viernes 1 de julio de 2022

El aula y la profesionalización docente

“Afortunadamente, la didáctica de la lengua transitó del estructuralismo que promovía el análisis lingüístico, en los 70, al enfoque comunicativo y funcional centrado en el estudio de géneros discursivos, en los 90, y luego, al énfasis en las prácticas sociales del lenguaje (PSL) en el s. XXI, lo que permitió mover el foco, del lenguaje como objeto, al lenguaje como medio de comunicación.

Si bien el enfoque de las PSL resulta más apropiado para lograr que los estudiantes se conviertan en hablantes, lectores y escritores competentes, presenta grandes desafíos para la docencia” expone Silvia Romero Contreras.

En un estudio comparativo ¿Cómo es el aprendizaje en escuelas de clase mundial?, el investigador Eduardo Andere realizó hace unos años un recorrido en diferentes escuelas públicas de mayor competitividad en el mundo (Finlandia, Inglaterra, España, etc.) y encontró que su efectividad radica particularmente en la probada capacidad y alto compromiso de los maestros, para con la escuela y la educación del estudiantado.

Esto sucede cuando se les garantiza una profesionalización constante y se desarrolla en ellos las habilidades que les permitan hacer investigación de su realidad educativa, los sistemas educativos a los que pertenecen alcanzan la cúspide de los rankings educativos internacionales.

Un desafío fundamental es: ¿Qué prácticas enseñar y cómo saber si un alumno domina cada práctica? De hecho, las prácticas son lo que cada hablante o grupo de hablantes determina, necesita y usa.

Así, las prácticas son diversas y varían de una situación a otra, de una comunidad a otra, sus límites son difusos y el inventario puede resultar interminable.

Estas reflexiones ocurren cuando se observa la gran responsabilidad del docente. No es tan simple como se expresa en el imaginario colectivo de que ser maestro es algo tan sencillo como “dar clase”, cuando en la modernidad educativa este proceso incluye el dominio de distintas habilidades intelectuales, sociales, digitales, psicológicas, pedagógicas, por citar algunas que están haciendo del magisterio una carrera altamente especializada y por lo mismo el requerimiento de una profesionalización permanente.

Volvamos al análisis que hace Romero Contreras sobre la enseñanza y práctica educativa del español, Al estructurar la enseñanza a partir de las prácticas sociales del lenguaje (PSL) probablemente estamos “abarcando mucho y apretando poco”.

Los materiales curriculares ofrecen variedad de elementos, situaciones, contextos, ejemplos, pero dan pocas pistas respecto de qué es lo que el docente debe enfatizar o profundizar.

Aunque ahora los estudiantes son más extrovertidos, se expresan más y tienen opiniones propias sobre temas cotidianos, sus habilidades para comprender un texto, explicarlo o parafrasearlo, para integrar o comparar ideas a partir de varias fuentes, para identificar, plantear y desarrollar argumentos, son muy incipientes, incluso en el nivel superior. Emerge entonces otro desafío: ¿Cuál es la ruta para llevar al estudiante de la producción de un texto simple a uno más elaborado? ¿para llevarlo de una lectura general a una más profunda y crítica?

Respecto a estas reflexiones David Auris Villegas, escritor y pedagogo peruano cita a Borges “este influyente escritor de obras en miniatura consideraba que los educadores no debemos obligar leer a los estudiantes, sino, despleguemos estrategias de motivación que aún continuamos buscando a través de esta incógnita, ¿cómo desarrollar en los estudiantes el gusto por la lectura? Asimismo, este genio literario que apenas cursó la primaria, siendo profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, enseñaba con amor y afecto, en ese sentido cabe preguntarnos, ¿nuestras clases están barnizadas de gozo o tedio? “Asumiendo una pedagogía innovadora, Borges, priorizó a la motivación seguido de contenidos y situaba al ser humano como núcleo de aprendizaje, sin embargo, a los educadores nos cuesta ejecutarlo, debido a que perseguimos un discurso del sistema educativo.

Tal vez, muchos docentes, estamos abocados a transmitir contenidos centrados en nuestra realidad. Borges nos recuerda abordar temas con lenguaje cálido, resaltando el contexto histórico mundial, con el ánimo de observar el bosque y no el árbol...” De igual manera, reclamaba que la lectura no debe ser obligatoria, sino que, leamos buscando la felicidad personal o gozo hedónico y apelaba al lenguaje irónico, para desarrollar aspectos cognitivos más que datos y vagas definiciones que gustan la educación meritocrática.

Sin duda, expresa Auris Villegas, Borges nos heredó su pedagogía revolucionaria, para hacer de la labor docente, una extraordinaria manera de inspirar y educar estudiantes felices, soberanamente creativos, emprendedores y productores de contenidos de alto impacto.

Cabe la pregunta a los docentes y al sistema ¿por qué no asumir la tarea de educar estudiantes libres y creativos con toda la parafernalia didáctica a su alcance?

“Afortunadamente, la didáctica de la lengua transitó del estructuralismo que promovía el análisis lingüístico, en los 70, al enfoque comunicativo y funcional centrado en el estudio de géneros discursivos, en los 90, y luego, al énfasis en las prácticas sociales del lenguaje (PSL) en el s. XXI, lo que permitió mover el foco, del lenguaje como objeto, al lenguaje como medio de comunicación.

Si bien el enfoque de las PSL resulta más apropiado para lograr que los estudiantes se conviertan en hablantes, lectores y escritores competentes, presenta grandes desafíos para la docencia” expone Silvia Romero Contreras.

En un estudio comparativo ¿Cómo es el aprendizaje en escuelas de clase mundial?, el investigador Eduardo Andere realizó hace unos años un recorrido en diferentes escuelas públicas de mayor competitividad en el mundo (Finlandia, Inglaterra, España, etc.) y encontró que su efectividad radica particularmente en la probada capacidad y alto compromiso de los maestros, para con la escuela y la educación del estudiantado.

Esto sucede cuando se les garantiza una profesionalización constante y se desarrolla en ellos las habilidades que les permitan hacer investigación de su realidad educativa, los sistemas educativos a los que pertenecen alcanzan la cúspide de los rankings educativos internacionales.

Un desafío fundamental es: ¿Qué prácticas enseñar y cómo saber si un alumno domina cada práctica? De hecho, las prácticas son lo que cada hablante o grupo de hablantes determina, necesita y usa.

Así, las prácticas son diversas y varían de una situación a otra, de una comunidad a otra, sus límites son difusos y el inventario puede resultar interminable.

Estas reflexiones ocurren cuando se observa la gran responsabilidad del docente. No es tan simple como se expresa en el imaginario colectivo de que ser maestro es algo tan sencillo como “dar clase”, cuando en la modernidad educativa este proceso incluye el dominio de distintas habilidades intelectuales, sociales, digitales, psicológicas, pedagógicas, por citar algunas que están haciendo del magisterio una carrera altamente especializada y por lo mismo el requerimiento de una profesionalización permanente.

Volvamos al análisis que hace Romero Contreras sobre la enseñanza y práctica educativa del español, Al estructurar la enseñanza a partir de las prácticas sociales del lenguaje (PSL) probablemente estamos “abarcando mucho y apretando poco”.

Los materiales curriculares ofrecen variedad de elementos, situaciones, contextos, ejemplos, pero dan pocas pistas respecto de qué es lo que el docente debe enfatizar o profundizar.

Aunque ahora los estudiantes son más extrovertidos, se expresan más y tienen opiniones propias sobre temas cotidianos, sus habilidades para comprender un texto, explicarlo o parafrasearlo, para integrar o comparar ideas a partir de varias fuentes, para identificar, plantear y desarrollar argumentos, son muy incipientes, incluso en el nivel superior. Emerge entonces otro desafío: ¿Cuál es la ruta para llevar al estudiante de la producción de un texto simple a uno más elaborado? ¿para llevarlo de una lectura general a una más profunda y crítica?

Respecto a estas reflexiones David Auris Villegas, escritor y pedagogo peruano cita a Borges “este influyente escritor de obras en miniatura consideraba que los educadores no debemos obligar leer a los estudiantes, sino, despleguemos estrategias de motivación que aún continuamos buscando a través de esta incógnita, ¿cómo desarrollar en los estudiantes el gusto por la lectura? Asimismo, este genio literario que apenas cursó la primaria, siendo profesor de literatura inglesa en la Universidad de Buenos Aires, enseñaba con amor y afecto, en ese sentido cabe preguntarnos, ¿nuestras clases están barnizadas de gozo o tedio? “Asumiendo una pedagogía innovadora, Borges, priorizó a la motivación seguido de contenidos y situaba al ser humano como núcleo de aprendizaje, sin embargo, a los educadores nos cuesta ejecutarlo, debido a que perseguimos un discurso del sistema educativo.

Tal vez, muchos docentes, estamos abocados a transmitir contenidos centrados en nuestra realidad. Borges nos recuerda abordar temas con lenguaje cálido, resaltando el contexto histórico mundial, con el ánimo de observar el bosque y no el árbol...” De igual manera, reclamaba que la lectura no debe ser obligatoria, sino que, leamos buscando la felicidad personal o gozo hedónico y apelaba al lenguaje irónico, para desarrollar aspectos cognitivos más que datos y vagas definiciones que gustan la educación meritocrática.

Sin duda, expresa Auris Villegas, Borges nos heredó su pedagogía revolucionaria, para hacer de la labor docente, una extraordinaria manera de inspirar y educar estudiantes felices, soberanamente creativos, emprendedores y productores de contenidos de alto impacto.

Cabe la pregunta a los docentes y al sistema ¿por qué no asumir la tarea de educar estudiantes libres y creativos con toda la parafernalia didáctica a su alcance?