/ miércoles 10 de marzo de 2021

El búnker

A todos nos ha sorprendido la medida tomada por el señor López, la Guardia Nacional y/o el Ejército, al colocar un muro de acero en la periferia del Palacio Nacional...

Con la finalidad de evitar que las manifestaciones programadas en el marco del Día de la Mujer, el pasado lunes, se acercaran al recinto; algo nunca antes visto, ni siquiera durante el movimiento del 68. Ciertamente las últimas manifestaciones de mujeres exigiendo alto a los feminicidios, equidad de género e igualdad de empleos y jornadas laborales, salarios y prestaciones, así como cargos públicos, entre otras, han terminado en actos vandálicos que dañan la propiedad y las pertenencias de comerciantes, que ni tienen la culpa ni responsabilidad de que esa igualdad entre hombres y mujeres no se haya alcanzado.

Esta ocasión la manifestación femenina se dio en prácticamente todo el país y en muchos lugares, con actos de agresión a casas, comercios, edificios públicos y monumentos, que si bien son muestra de molestia y coraje que cada mujer participante pueda tener, también muestra una falta de civilidad, que lejos de obtener apoyo por parte de la sociedad civil, obtienen la crítica y rechazo a esa forma brutal de expresión.

Nadie pone en duda la necesidad de ser tomadas en cuenta, ser escuchadas y ofrecer soluciones a sus justos reclamos, pero con sus actitudes agresivas que caen en actos delictivos es difícil llegar a un diálogo civilizado y burcar soluciones a sus reclamos, lo que logran es la crítica y el rechazo a sus justas peticiones.

La barda del Zócalo si bien se llenó de inscripciones con nombres de las miles de mujeres vejadas, violadas, muertas y desaparecidas que no han recibido justicia por parte de los gobiernos de todos los niveles, terminó en una revuelta que bien pudo evitarse si se hubiera permitido el diálogo pacífico entre el Ejecutivo y su gabinete responsable de buscar soluciones, en lugar de haberse amurallado poniendo una barrera contra esas ciudadanas para no ser atendidas y escuchadas, mientras que por otro lado, el Ejecutivo acusa que ese vandalismo fue causado por infiltrados al servicio de grupos que este sexenio perdieron el poder, designándolos como conservadores miembros de una mafia.

La imagen de la mujer en nuestro país y de muchos países, sobre todo tercer mundistas, debe cambiar, dignificarse, reconocerle sus capacidades como fuerza de trabajo, intelectual y social, debiéndose buscar soluciones para que además de ser protegidas, darles el valor que tienen para el desarrollo y progreso de cualquier país, máxime que son pieza fundamental de la familia, que finalmente representa el núcleo de una sociedad. Tan fácil hubiera sido en lugar de amurallarse, atenderlas y abrir un diálogo civilizado y honesto.

Nadie pone en duda la necesidad de ser tomadas en cuenta, ser escuchadas y ofrecer soluciones a sus justos reclamos, pero con sus actitudes agresivas que caen en actos delictivos es difícil llegar a un diálogo civilizado.

A todos nos ha sorprendido la medida tomada por el señor López, la Guardia Nacional y/o el Ejército, al colocar un muro de acero en la periferia del Palacio Nacional...

Con la finalidad de evitar que las manifestaciones programadas en el marco del Día de la Mujer, el pasado lunes, se acercaran al recinto; algo nunca antes visto, ni siquiera durante el movimiento del 68. Ciertamente las últimas manifestaciones de mujeres exigiendo alto a los feminicidios, equidad de género e igualdad de empleos y jornadas laborales, salarios y prestaciones, así como cargos públicos, entre otras, han terminado en actos vandálicos que dañan la propiedad y las pertenencias de comerciantes, que ni tienen la culpa ni responsabilidad de que esa igualdad entre hombres y mujeres no se haya alcanzado.

Esta ocasión la manifestación femenina se dio en prácticamente todo el país y en muchos lugares, con actos de agresión a casas, comercios, edificios públicos y monumentos, que si bien son muestra de molestia y coraje que cada mujer participante pueda tener, también muestra una falta de civilidad, que lejos de obtener apoyo por parte de la sociedad civil, obtienen la crítica y rechazo a esa forma brutal de expresión.

Nadie pone en duda la necesidad de ser tomadas en cuenta, ser escuchadas y ofrecer soluciones a sus justos reclamos, pero con sus actitudes agresivas que caen en actos delictivos es difícil llegar a un diálogo civilizado y burcar soluciones a sus reclamos, lo que logran es la crítica y el rechazo a sus justas peticiones.

La barda del Zócalo si bien se llenó de inscripciones con nombres de las miles de mujeres vejadas, violadas, muertas y desaparecidas que no han recibido justicia por parte de los gobiernos de todos los niveles, terminó en una revuelta que bien pudo evitarse si se hubiera permitido el diálogo pacífico entre el Ejecutivo y su gabinete responsable de buscar soluciones, en lugar de haberse amurallado poniendo una barrera contra esas ciudadanas para no ser atendidas y escuchadas, mientras que por otro lado, el Ejecutivo acusa que ese vandalismo fue causado por infiltrados al servicio de grupos que este sexenio perdieron el poder, designándolos como conservadores miembros de una mafia.

La imagen de la mujer en nuestro país y de muchos países, sobre todo tercer mundistas, debe cambiar, dignificarse, reconocerle sus capacidades como fuerza de trabajo, intelectual y social, debiéndose buscar soluciones para que además de ser protegidas, darles el valor que tienen para el desarrollo y progreso de cualquier país, máxime que son pieza fundamental de la familia, que finalmente representa el núcleo de una sociedad. Tan fácil hubiera sido en lugar de amurallarse, atenderlas y abrir un diálogo civilizado y honesto.

Nadie pone en duda la necesidad de ser tomadas en cuenta, ser escuchadas y ofrecer soluciones a sus justos reclamos, pero con sus actitudes agresivas que caen en actos delictivos es difícil llegar a un diálogo civilizado.