/ sábado 6 de marzo de 2021

El día para la familia

Desde hace varios años se celebra en México -el primer domingo de marzo- el Día Nacional de la Familia. Esta celebración está llena de mucho sentido, sobre todo en la actualidad que la familia se ve pisoteada en su identidad y en sus valores de forma muy violenta y sanguinaria. Hoy más que nunca urge respetarla, venerarla, custodiarla y promoverla con pasión y esfuerzo decidido.

Estos días nos han permitido acercarnos a los rostros multiformes del dolor y de la desesperación a los que se ven expuestas las familias en razón del odio, la muerte, la violencia y la inseguridad. Tal parece que de fondo hay una batalla campal contra la familia y contra los valores humanos que esta noble institución proyecta. Lo cual nos avergüenza terriblemente.

Hemos conocido del dolor que ha desgarrado a las familias por la muerte de los suyos, por la enfermedad de algunos de sus seres queridos. Nos hemos acercado al dolor que experimentan ante el sufrimiento desesperante del colapso en el sistema de salud. En fin.

Y, por si eso no fuera una gran señal de alarma para todos los ciudadanos, por todos lados vemos violencia, muerte, destrucción, odio y tensión en las diversas formas de relación que se establecen al interior de la vida social. ¡Ya es suficiente!, ya no podemos dejar que la indiferencia y la desvergüenza sigan cubriendo de sangre esta tierra. Este es el tiempo para permitir que esa sangre que, por desgracia se ha derramado, dé abundantes frutos en favor del bien y la vida, de la verdad y de la virtud.

Por esta razón, urge hoy más que nunca celebrar la familia: tener la disposición de amar y disfrutar de aquellos con los que vamos compartiendo la vida. Es tiempo de agradecer a los esposos y padres y madres que han querido permanecer juntos y a los han decidido lo contrario. Creciendo y desarrollándose integralmente, amándose con un amor que les ha permitido abrir sus brazos a la vida.

Este es el tiempo para cuidar del desarrollo de los niños, que les permitamos soñar, que contribuyamos en su desarrollo de tal manera que ellos tengan la oportunidad de crecer en verdaderos ambientes de salud integral, en los cuales ellos puedan sentir la emoción de la vida que corre por sus venas.

El presente y el futuro de nuestra nación está en las manos de los jóvenes, por eso urge empoderarlos de tal manera que contribuyan en la construcción de una sociedad humana y generosa, a la que valga la pena entregar la propia existencia.

Desde hace varios años se celebra en México -el primer domingo de marzo- el Día Nacional de la Familia. Esta celebración está llena de mucho sentido, sobre todo en la actualidad que la familia se ve pisoteada en su identidad y en sus valores de forma muy violenta y sanguinaria. Hoy más que nunca urge respetarla, venerarla, custodiarla y promoverla con pasión y esfuerzo decidido.

Estos días nos han permitido acercarnos a los rostros multiformes del dolor y de la desesperación a los que se ven expuestas las familias en razón del odio, la muerte, la violencia y la inseguridad. Tal parece que de fondo hay una batalla campal contra la familia y contra los valores humanos que esta noble institución proyecta. Lo cual nos avergüenza terriblemente.

Hemos conocido del dolor que ha desgarrado a las familias por la muerte de los suyos, por la enfermedad de algunos de sus seres queridos. Nos hemos acercado al dolor que experimentan ante el sufrimiento desesperante del colapso en el sistema de salud. En fin.

Y, por si eso no fuera una gran señal de alarma para todos los ciudadanos, por todos lados vemos violencia, muerte, destrucción, odio y tensión en las diversas formas de relación que se establecen al interior de la vida social. ¡Ya es suficiente!, ya no podemos dejar que la indiferencia y la desvergüenza sigan cubriendo de sangre esta tierra. Este es el tiempo para permitir que esa sangre que, por desgracia se ha derramado, dé abundantes frutos en favor del bien y la vida, de la verdad y de la virtud.

Por esta razón, urge hoy más que nunca celebrar la familia: tener la disposición de amar y disfrutar de aquellos con los que vamos compartiendo la vida. Es tiempo de agradecer a los esposos y padres y madres que han querido permanecer juntos y a los han decidido lo contrario. Creciendo y desarrollándose integralmente, amándose con un amor que les ha permitido abrir sus brazos a la vida.

Este es el tiempo para cuidar del desarrollo de los niños, que les permitamos soñar, que contribuyamos en su desarrollo de tal manera que ellos tengan la oportunidad de crecer en verdaderos ambientes de salud integral, en los cuales ellos puedan sentir la emoción de la vida que corre por sus venas.

El presente y el futuro de nuestra nación está en las manos de los jóvenes, por eso urge empoderarlos de tal manera que contribuyan en la construcción de una sociedad humana y generosa, a la que valga la pena entregar la propia existencia.