/ jueves 17 de octubre de 2019

El diputado desconocido ¿y la mano de Nahle?

Sale por la puerta de atrás del Sindicato Petrolero Carlos Romero Deschamps y entra por la del frente -¿sólo un mes?- Manuel Limón Hernández, de quien ahora los veracruzanos nos enteremos que es diputado federal plurinominal por esta entidad.

Parece que la historia se repetirá. Hace treinta años un veracruzano entró en sustitución temporal del defenestrado y encarcelado Joaquín Hernández Galicia, quien en ese entonces era el todopoderoso líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).

La Quina, así le decían a Hernández Galicia, hizo todo lo que estuvo a su alcance para impedir que Carlos Salinas de Gortari fuera presidente de México. No lo logró –el priismo era todavía muy fuerte, con toda la fuerza del gobierno-, pero sí consiguió la venganza de Salinas, quien encargó la operación del encarcelamiento a otro veracruzano que había pedido permiso para dejar de ser gobernador y era ya secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios.

El secretario de Gobernación, tras operar el derrocamiento de La Quina, echó mano provisionalmente de Sebastián Guzmán Cabrera, oaxaqueño de nacimiento pero para ese entonces más veracruzano que muchos de los nacidos aquí, para que se hiciera cargo del sindicato. Guzmán estaba en el retiro, porque lo había arrumbado Hernández Galicia. El reemplazo definitivo fue Romero Deschamps.

Ahora, Romero, visto por el actual gobierno –léase Andrés Manuel López Obrador- como lo peor del sindicalismo charro, corrupto y corporativista, fue obligado a dejar la secretaría general del STPRM.

Lo hizo ayer y ahora, por estatutos y se dice que por otro poderoso motivo dentro de la Cuarta Transformación, entró a su relevo provisional el veracruzano Manuel Limón Hernández, diputado federal priista por la vía plurinominal.

Desconocido por los jarochos en su faceta de legislador -¿o usted sabe de alguna acción a su favor realizada por este diputado o había siquiera escuchado su nombre relacionándolo como su representante popular?-, en sus últimos años ha estado bajo las órdenes de Romero, luego de que en Veracruz no figuró en las ligas mayores de las secciones sindicales petroleras.

¿Cómo entonces es que le conceden hacerse cargo del STPRM, con la posibilidad de que, dentro de un mes, sea electo para terminar el periodo de Romero Deschamps?

Pues porque se dice que en esto, como en muchas otras cosas, está la metida la mano de la secretaria de Energía, la “veracruzana” Rocío Nahle, con quien Manuel Limón tendría cercanía.

Más allá de esto, ¿este otro derrocamiento en el Sindicato Petrolero es el punto de partida para instaurar un nuevo sindicalismo libre, ajeno a caciques y líderes inmensamente ricos?

¿Llegó la hora para que los grandes sindicatos tengan elecciones libres, con voto secreto no inducido y sus agremiados sepan con exactitud el destino de sus cuotas?

Quién sabe. Por un lado sucede esto y por el otro se impulsa a la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), se tolera a la maestra Elba Esther y se apapacha y se deja hacer y deshacer a los líderes de la CNTE.

Sale por la puerta de atrás del Sindicato Petrolero Carlos Romero Deschamps y entra por la del frente -¿sólo un mes?- Manuel Limón Hernández, de quien ahora los veracruzanos nos enteremos que es diputado federal plurinominal por esta entidad.

Parece que la historia se repetirá. Hace treinta años un veracruzano entró en sustitución temporal del defenestrado y encarcelado Joaquín Hernández Galicia, quien en ese entonces era el todopoderoso líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM).

La Quina, así le decían a Hernández Galicia, hizo todo lo que estuvo a su alcance para impedir que Carlos Salinas de Gortari fuera presidente de México. No lo logró –el priismo era todavía muy fuerte, con toda la fuerza del gobierno-, pero sí consiguió la venganza de Salinas, quien encargó la operación del encarcelamiento a otro veracruzano que había pedido permiso para dejar de ser gobernador y era ya secretario de Gobernación, Fernando Gutiérrez Barrios.

El secretario de Gobernación, tras operar el derrocamiento de La Quina, echó mano provisionalmente de Sebastián Guzmán Cabrera, oaxaqueño de nacimiento pero para ese entonces más veracruzano que muchos de los nacidos aquí, para que se hiciera cargo del sindicato. Guzmán estaba en el retiro, porque lo había arrumbado Hernández Galicia. El reemplazo definitivo fue Romero Deschamps.

Ahora, Romero, visto por el actual gobierno –léase Andrés Manuel López Obrador- como lo peor del sindicalismo charro, corrupto y corporativista, fue obligado a dejar la secretaría general del STPRM.

Lo hizo ayer y ahora, por estatutos y se dice que por otro poderoso motivo dentro de la Cuarta Transformación, entró a su relevo provisional el veracruzano Manuel Limón Hernández, diputado federal priista por la vía plurinominal.

Desconocido por los jarochos en su faceta de legislador -¿o usted sabe de alguna acción a su favor realizada por este diputado o había siquiera escuchado su nombre relacionándolo como su representante popular?-, en sus últimos años ha estado bajo las órdenes de Romero, luego de que en Veracruz no figuró en las ligas mayores de las secciones sindicales petroleras.

¿Cómo entonces es que le conceden hacerse cargo del STPRM, con la posibilidad de que, dentro de un mes, sea electo para terminar el periodo de Romero Deschamps?

Pues porque se dice que en esto, como en muchas otras cosas, está la metida la mano de la secretaria de Energía, la “veracruzana” Rocío Nahle, con quien Manuel Limón tendría cercanía.

Más allá de esto, ¿este otro derrocamiento en el Sindicato Petrolero es el punto de partida para instaurar un nuevo sindicalismo libre, ajeno a caciques y líderes inmensamente ricos?

¿Llegó la hora para que los grandes sindicatos tengan elecciones libres, con voto secreto no inducido y sus agremiados sepan con exactitud el destino de sus cuotas?

Quién sabe. Por un lado sucede esto y por el otro se impulsa a la Confederación Autónoma de Trabajadores y Empleados de México (CATEM), se tolera a la maestra Elba Esther y se apapacha y se deja hacer y deshacer a los líderes de la CNTE.