/ domingo 31 de mayo de 2020

El Estado fallido podría surgir de la desobediencia civil

No hay que olvidar la lucha por la dignidad de los tabasqueños en abril de 1995, cuando Andrés Manuel López Obrador partió de Villahermosa a la Ciudad de México para protestar por un fraude electoral que le impidió asumir la gubernatura de su estado abanderado por el PRD y apoyado por quienes aseguraban haber ganado al candidato del PRI, Roberto Madrazo Pintado.

El resultado electoral, a pesar de la marcha de AMLO, favoreció a Madrazo, pero López Obrador siguió su lucha, lo que le permitió en 1996 ser presidente nacional del PRD y en el año 2000 ganar la elección de jefe de Gobierno del Distrito Federal. Desde ahí, con mucha pasión siguió su lucha hasta llegar en 2018 a Palacio Nacional.

Fue derrotado por Felipe Calderón en 2006 y por Enrique Peña Nieto en 2012, en elecciones muy cuestionadas con el mismo argumento del “fraude” electoral, hasta que con su propio partido, Morena, fue electo presidente de México para el periodo 2018-2024, solo que al señor presidente AMLO parece habérsele olvidado su propio lema de campaña, con el que aseguraba que “juntos haremos historia”.

Y desde que asumió el cargo López Obrador, confrontaciones con todos los sectores sociales y los factores reales del poder no han cesado. AMLO ha peleado con la Iglesia, con los empresarios que sustentan la economía de México; decretó la desaparición del Estado Mayor Presidencial, de la Policia Federal y del CISEN, además de que ha descalificado en repetidas ocasiones a periodistas, directores y redactores de los medios de comunicación más importantes del país, generando un clima de confrontación que bien podría llegar a la inestabilidad y el caos.

Ahora que la sociedad civil salió a protestar en caravanas de vehículos particulares contra el gobierno de López Obrador, pareciera que la extinta clase media se durmió una noche dueña de sus negocios y de sus micro, pequeñas y medianas empresas y despertó al día siguiente con el horror de haber perdido todo. Solo bastó año y medio para desaparecer sus negocios como por arte de magia.

Desde luego que la pandemia vino a complicar los planes y programas del gobierno de la 4T, pero el empobrecimiento de la sociedad a todos afecta y la sociedad civil podría llevarnos al Estado fallido en medio de una lucha sangrienta y fratricida que nadie quiere. Urge que López Obrador recupere la pasión para luchar por México.

No hay que olvidar la lucha por la dignidad de los tabasqueños en abril de 1995, cuando Andrés Manuel López Obrador partió de Villahermosa a la Ciudad de México para protestar por un fraude electoral que le impidió asumir la gubernatura de su estado abanderado por el PRD y apoyado por quienes aseguraban haber ganado al candidato del PRI, Roberto Madrazo Pintado.

El resultado electoral, a pesar de la marcha de AMLO, favoreció a Madrazo, pero López Obrador siguió su lucha, lo que le permitió en 1996 ser presidente nacional del PRD y en el año 2000 ganar la elección de jefe de Gobierno del Distrito Federal. Desde ahí, con mucha pasión siguió su lucha hasta llegar en 2018 a Palacio Nacional.

Fue derrotado por Felipe Calderón en 2006 y por Enrique Peña Nieto en 2012, en elecciones muy cuestionadas con el mismo argumento del “fraude” electoral, hasta que con su propio partido, Morena, fue electo presidente de México para el periodo 2018-2024, solo que al señor presidente AMLO parece habérsele olvidado su propio lema de campaña, con el que aseguraba que “juntos haremos historia”.

Y desde que asumió el cargo López Obrador, confrontaciones con todos los sectores sociales y los factores reales del poder no han cesado. AMLO ha peleado con la Iglesia, con los empresarios que sustentan la economía de México; decretó la desaparición del Estado Mayor Presidencial, de la Policia Federal y del CISEN, además de que ha descalificado en repetidas ocasiones a periodistas, directores y redactores de los medios de comunicación más importantes del país, generando un clima de confrontación que bien podría llegar a la inestabilidad y el caos.

Ahora que la sociedad civil salió a protestar en caravanas de vehículos particulares contra el gobierno de López Obrador, pareciera que la extinta clase media se durmió una noche dueña de sus negocios y de sus micro, pequeñas y medianas empresas y despertó al día siguiente con el horror de haber perdido todo. Solo bastó año y medio para desaparecer sus negocios como por arte de magia.

Desde luego que la pandemia vino a complicar los planes y programas del gobierno de la 4T, pero el empobrecimiento de la sociedad a todos afecta y la sociedad civil podría llevarnos al Estado fallido en medio de una lucha sangrienta y fratricida que nadie quiere. Urge que López Obrador recupere la pasión para luchar por México.