/ lunes 1 de agosto de 2022

El gobierno franciscano

En el 2018, cuando el todavía presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, recibió al país, él mismo expresó que recibía un país estable y sin crisis financiera; a casi cuatro años, el hoy mandatario federal informa que el país pasará a una fase de austeridad republicana a pobreza franciscana.

Pero la retórica y la realidad tienen demasiados contrastes, cuando el inquilino sexenal cada mes gasta seis millones de pesos por habitar él y su familia en Palacio Nacional, es decir, todos los mexicanos pagamos la renta de la familia presidencial.

Hoy vivimos el reflejo de todo lo que prometió en campaña, que no habría pueblo pobre y gobierno rico, pero en realidad tenemos un gobierno caro, quizá el más costoso de la historia y cada día un pueblo más pobre.

La “pobreza franciscana" solo es argumento más, otra estrategia llena de populismo que solo servirá para seguir desviando recursos, justificar el desmantelamiento institucional, financiar campañas y seguir con obras que solo sirven de propaganda oficial.

El país hoy tiene cerca de 9 millones de trabajadores, mexicanos y mexicanas que viven una pobreza, pero laboral, alimenticia y hasta de salud, pero el gobierno se empeña en provocar más el deterioro de su calidad de vida, solo busca que “el pueblo bueno y sabio” dependan solo de los apoyos sociales, de las dádivas, por eso persuaden cada día a no ser “aspiracionistas”.

López Obrador y sus gobernadores, funcionarios y seguidores, no entienden que un buen gobierno debe saber gastar, no gastar menos, el presupuesto es para apoyar a los ciudadanos, no para limitarlos.

La pobreza franciscana presuntamente llegará a Palacio Nacional y a todas las dependencias, menos a sus funcionarios, porque la “nómina es sagrada”, dicho por el propio Presidente, y eso incluye también no quitarle ni un centavo a sus obras ilegales e inviables.

La pobreza franciscana no puede llegar a la refinería de Dos Bocas, menos cuando ya se le solicitó a la Secretaría de Hacienda 22 mil 500 millones de pesos para seguir construyendo la recién “inaugurada” refinería Olmeca.

Esa “pobreza franciscana” tampoco llegará al Tren Maya, porque ya se triplicó la inversión a más de un 200 por ciento del presupuesto inicial, pese a que la obra tiene más de 25 amparos por estar devastando la selva.

La pobreza del ahora gobierno franciscano según reducirá viáticos, compra de automóviles, viajes al extranjero, pero con ello vendrá la reducción del presupuesto de los servicios básicos a los cuales todos los mexicanos tienen derecho, como a la educación, salud, seguridad y trabajo, entre muchos otros, todo para liberar recursos y entregar “apoyos” a quienes más los necesitan, casualmente rumbo a la elección de 2023 y muy cerca de las de 2024.

Actualmente estamos en un gobierno transformador, pero de pobreza, que cada que se acerca una elección tiene una estrategia popular y pasa de una fase a otra, de la austeridad a la pobreza, del derroche a la prohibición.

Todo para malgastar el dinero de los contribuyentes en caprichos mal planeados, costosos y hasta ilegales, eso sí, para nada rentables, y en efecto, nos dejará en la completa pobreza y sumando a las estadísticas cada día más pobres.

(*) Coordinador de los senadores del PAN

En el 2018, cuando el todavía presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, recibió al país, él mismo expresó que recibía un país estable y sin crisis financiera; a casi cuatro años, el hoy mandatario federal informa que el país pasará a una fase de austeridad republicana a pobreza franciscana.

Pero la retórica y la realidad tienen demasiados contrastes, cuando el inquilino sexenal cada mes gasta seis millones de pesos por habitar él y su familia en Palacio Nacional, es decir, todos los mexicanos pagamos la renta de la familia presidencial.

Hoy vivimos el reflejo de todo lo que prometió en campaña, que no habría pueblo pobre y gobierno rico, pero en realidad tenemos un gobierno caro, quizá el más costoso de la historia y cada día un pueblo más pobre.

La “pobreza franciscana" solo es argumento más, otra estrategia llena de populismo que solo servirá para seguir desviando recursos, justificar el desmantelamiento institucional, financiar campañas y seguir con obras que solo sirven de propaganda oficial.

El país hoy tiene cerca de 9 millones de trabajadores, mexicanos y mexicanas que viven una pobreza, pero laboral, alimenticia y hasta de salud, pero el gobierno se empeña en provocar más el deterioro de su calidad de vida, solo busca que “el pueblo bueno y sabio” dependan solo de los apoyos sociales, de las dádivas, por eso persuaden cada día a no ser “aspiracionistas”.

López Obrador y sus gobernadores, funcionarios y seguidores, no entienden que un buen gobierno debe saber gastar, no gastar menos, el presupuesto es para apoyar a los ciudadanos, no para limitarlos.

La pobreza franciscana presuntamente llegará a Palacio Nacional y a todas las dependencias, menos a sus funcionarios, porque la “nómina es sagrada”, dicho por el propio Presidente, y eso incluye también no quitarle ni un centavo a sus obras ilegales e inviables.

La pobreza franciscana no puede llegar a la refinería de Dos Bocas, menos cuando ya se le solicitó a la Secretaría de Hacienda 22 mil 500 millones de pesos para seguir construyendo la recién “inaugurada” refinería Olmeca.

Esa “pobreza franciscana” tampoco llegará al Tren Maya, porque ya se triplicó la inversión a más de un 200 por ciento del presupuesto inicial, pese a que la obra tiene más de 25 amparos por estar devastando la selva.

La pobreza del ahora gobierno franciscano según reducirá viáticos, compra de automóviles, viajes al extranjero, pero con ello vendrá la reducción del presupuesto de los servicios básicos a los cuales todos los mexicanos tienen derecho, como a la educación, salud, seguridad y trabajo, entre muchos otros, todo para liberar recursos y entregar “apoyos” a quienes más los necesitan, casualmente rumbo a la elección de 2023 y muy cerca de las de 2024.

Actualmente estamos en un gobierno transformador, pero de pobreza, que cada que se acerca una elección tiene una estrategia popular y pasa de una fase a otra, de la austeridad a la pobreza, del derroche a la prohibición.

Todo para malgastar el dinero de los contribuyentes en caprichos mal planeados, costosos y hasta ilegales, eso sí, para nada rentables, y en efecto, nos dejará en la completa pobreza y sumando a las estadísticas cada día más pobres.

(*) Coordinador de los senadores del PAN